¿Proyectos Urbanos o Emprendimientos Inmobiliarios? Notas para pensar la ciudad futura.

Boletín marzo OM | CPAU

Las propuestas previstas para los grandes terrenos vacantes no parecen tener un rol menor en las políticas urbanas de la ciudad. Y eso, en cierto modo, es auspicioso. Los diarios registran la amplia gama de controversias sobre proyectos para la costanera, la renovación de las estaciones ferroviarias, los corredores viales o las nuevas plazas “de barrio”… Se trata de piezas de una “transformación que no para”. Si bien escuchamos que estos proyectos apuntan a mejorar los espacios de la ciudad y la vida de sus habitantes, cabe preguntarse cómo se cose esa amplia gama de iniciativas privadas y públicas dentro de un esquema coordinado a varias escalas, y cuál es el hilo que hilvana los componentes de cada uno de los proyectos. Ya sabemos, no hay “plan” (en tanto ideas sistematizadas sobre la ciudad de hoy y del futuro), pero desde lo urbanístico conviene preguntarse si esas obras y/o propuestas son “proyectos urbanos”.

Para dar cuenta de ese interrogante revisemos, nociones y experiencias.

En primer lugar, cabe recordar que el “proyecto urbano” (PU) se gestó como noción hacia el fin de los años sesenta, en un clima crítico respecto de la planificación tecnocrática, y en un contexto de retracción económica. La nueva idea se abría camino en su intento para recuperar el diseño como valor para cualificar la ciudad consolidada, superando las consecuencias de la planificación “sin forma” de los conjuntos habitacionales que organizaron las periferias y las ciudades nuevas de la segunda posguerra. Los PU se ponderaban desde su posibilidad de poder materializarse en un corto plazo, a diferencia de los planes urbanísticos, amplios, difusos y de difícil concreción… La gestión por proyectos —en general, más allá del urbanismo— permitía colocar el foco en operaciones realizables, abriendo la posibilidad de transformar lo grande desde lo chico, lo “local y lo global”. En un contexto donde la capacidad del Estado y sus finanzas sufrían serias restricciones —en el ciclo que sucedió a la expansión del Estado de bienestar—, los planes del urbanismo eran severamente cuestionados por no lograr llevarse a cabo, o por su carácter de herramienta “tecnocrática” que ignora las realidades sociales y urbanas. En contraste, el PU se presentaba como una “mediación” entre el plan del urbanismo —abstracto— y el proyecto de arquitectura —materializable—, pues al igual que en el plan, opera sobre múltiples actores, escalas y temporalidades de la ciudad, y al igual que en el proyecto de arquitectura, pone en juego las formas y el diseño. El PU era visualizado como un instrumento privilegiado para operar sobre sectores precisos y acotados, pero con efectos multiplicadores para el conjunto de la ciudad. Se suponía además que construía ciudadanía, pues a lo largo del proceso que iba desde su formulación a su materialización, proveía herramientas para la negociación y el consenso. Asimismo, a nivel de la gestión era valorado por su capacidad para promover virtuosos mecanismos de concertación público-privados. Hasta acá los presupuestos.  

Repasemos, en segundo lugar, las varias y heterogéneas experiencias que ilustran la renovación de un urbanismo que quería desplazar a la planificación, y que iluminan las diferencias con los “presupuestos” imaginados. Uno de los buques insignia, de fines de los sesenta, fue la renovación patrimonial de Bolonia que, comandada desde una municipalidad comunista, trataba de impedir procesos de gentrificación, apostando a una articulación entre el cuidado por las formas de la ciudad construida, la calidad de los espacios públicos y la promoción de políticas sociales y de vivienda gestionadas por consejos barriales. Una década después, los PU se fueron reformulando en las mega operaciones de rehabilitación de los docks de Londres, el Battery Park en New York, los Grandes Proyectos de Mitterand —como, el gran Arco de la Defensa, la Pirámide del Louvre, la Villette— o las intervenciones de renovación de la Barcelona Olímpica, que apuntaban a revitalizar y hacer más competitivas a las ciudades, según se leía en los reclamos del marketing de las últimas décadas del siglo XX. En esa línea, la idea de “proyecto urbano” se sumaba a la de “espacio público”. La experimentación parecía abrir un horizonte infinito para la renovación de la ciudad metropolitana. Se lo imaginaba como una operatoria para transformar periferias desestructuradas y para valorizar sectores abandonados, pero no siempre se lograron los objetivos. La ilusión del proyecto urbano duró poco, es cierto… sin embargo es interesante recuperar sus atributos iniciales para operar sobre las convulsionadas ciudades del siglo XXI.

En Buenos Aires, la rehabilitación de Puerto Madero es un ejemplo ilustrativo de sus tensiones. Para sus defensores es un modelo a imitar, y para sus detractores se asocia sin mediaciones a las políticas neoliberales. Resulta útil restituir la operación en sus propios términos, ponderar todo lo que “tuvo” porque son cosas que “no hay más”. Por un lado, fue resultado de un concurso de propuestas que partía de un abordaje de toda la pieza —y no por pedazos—, aunque el proyecto resultara objeto de desarrollo en etapas. Incorporaba un organismo de gestión innovador, la Corporación Antiguo Puerto Madero, como ámbito de representación conjunta del gobierno local y nacional. A nivel del diseño, respetó el antiguo borde del balneario —junto con la reserva—, y sumó una red de parques con nombres de mujeres. Y, aunque el nuevo barrio es uno de los más cotizados de CABA, en las parrillas de los veredones de la costanera, en los paseos familiares de domingo, en las sesiones de fotos, en los artistas callejeros y las ferias ambulantes, se filtra cierta mixidad social. A pesar de asociarse sin mediaciones con la “ciudad de los negocios”, no es de soslayar que estaba pensado dentro de un programa más amplio de renovación y fortalecimiento del área central. En este punto, conviene no confundir los objetivos con los resultados, pues fue parte de estrategias que articularon varias intervenciones simultáneas —como el Programa de Rehabilitación de la Avenida de Mayo (PRAM), la delimitación del APH1, la rehabilitación de la Manzana de San Francisco y del ex-PADELAI—, que buscaban las de recuperación patrimonial, a la vez que intentaban evitar la gentrificación. Esa multiplicidad de operaciones concurrentes era visualizada como un conjunto de “proyectos urbanos” con objetivos espaciales, sociales y culturales capaces de consolidar y ampliar el centro, cuidando su residencialidad, contrarrestando al mismo tiempo las tendencias a la dispersión de la ciudad de las autopistas. Se trató de un momento urbanístico —y sobre todo proyectual— interesante. Por supuesto no se trata de recuperar de modo anacrónico esa condensación de las ideas urbanísticas epocales —y mucho menos las “consecuencias inesperadas” de esa acción que se visualiza, por ejemplo, en los emprendimientos inmobiliarios sin proyecto como los del Dique 1— sino de utilizarlas para construir una distancia crítica respecto del presente.

Sobre esas experiencias extranjeras y locales, cabe recordar, en tercer lugar, que la ilusión del PU, está aún presente en un código urbanístico que trata —sin conseguirlo— de ser “morfológico”. Considerando que para cada PU se deben asignar lineamientos urbanísticos con capacidad de definir usos, tejidos, paisaje y morfología, resultan útiles para imaginar y conducir la construcción de la ciudad futura. Desde esa perspectiva, el PU se presenta como un virtuoso instrumento —que recupera diseño, ciudad y ciudadanía— para llevar a cabo políticas de vivienda, incluir equipamientos, renovar y refuncionalizar sectores postergados, para promover estrategias y políticas públicas integradoras. En esa orientación, se destaca su capacidad de generar nuevo suelo urbano, si bien las operaciones requieren de una clara posición respecto de la “plusvalía”, es decir de la valorización resultante del mismo proceso de transformación. La pregunta reside en conocer quién promueve los PU y cuáles son sus objetivos. Por supuesto se puede recurrir a una gestión público privada que atraiga la inversión y el desarrollo inmobiliario, sin perder de vista la propuesta urbanística que está por detrás, y que supone acompañar con pautas su desarrollo.  

El problema de estos últimos años es que el “urbanismo de proyectos” se fue diluyendo en el impulso a nuevos emprendimientos inmobiliarios, donde el “edificio individual” parece desdibujar otras cualidades en términos urbanos y sociales. Los emprendimientos de nueva generación se localizan en los lugares más valiosos de la ciudad, en tanto “sitios de oportunidad” que incorporan suelo inmovilizado —en muchos casos sobre tierras públicas: subastadas, privatizadas, concesionadas—. El resultado son nuevas piezas habilitadas para obras privadas, gracias a los trabajos de acondicionamiento e infraestructuras financiadas por el Estado. Mucho para los “privados” y “poco o nada” para la ciudad.

Desde nuestra perspectiva no hay que confundir PU con emprendimiento inmobiliario. Nuestro OM ha estudiado muchas de estas operaciones, mostrando que no se verifica una devolución de los beneficios de la rentabilidad de una operación fundada sobre un bien público, ni se logran contrarrestar o inhibir tendencias del mercado inmobiliario de fuerte especulación sobre el valor del suelo (concentración de propietarios, crecimiento de viviendas ociosas, desequilibrios en el mercado de los alquileres, etc.).

Considerando nociones, experiencias e ilusiones, creemos que es necesario volver a colocar en primer plano los alcances de los PU para la transformación de la ciudad.

Se trata de promover la mixidad social y de usos, la calidad de los espacios públicos considerando sus funciones ambientales y culturales, así como la posibilidad de fortalecer su capacidad para renovar sectores en relación con estrategias más amplias, atendiendo las particularidades paisajísticas, poniendo en relación lo viejo y lo nuevo, desde una gestión articulada entre lo público y lo privado, pero sin renunciar al rol que la cabe a los poderes públicos en sus múltiples escalas, desde un abordaje integral respecto a la interrelación de actores-intereses, y de las desigualdades propias del proceso productivo —económico y social— de desarrollo de la ciudad. En este sentido, “promover” acciones no es igual que “facilitar” –o que “asegurar” sin riesgo alguno— los negocios. Convengamos que considerar los atributos de los PU no es responsabilidad de quien buscan maximizar su rentabilidad, pues normativas edilicias, códigos y sobre todo los lineamientos de una planificación, organizan dónde y cómo construir… Dicho de otro modo, el Estado podría promover el desarrollo de PU, ¿fortaleciendo su capacidad de arbitrar con sus propios instrumentos que el real state pueda desarrollarse “con la ciudad” y no “contra la ciudad”?  

La noción de “proyecto”, desde el renacimiento, consiste en imaginar algo que no estaba antes, en “proyectar” —como el proyectil— hacia adelante. Ese increíble instrumento de la arquitectura y urbanismo, permite reflexionar críticamente sobre el presente, al tiempo que plantea preguntas —sin certezas, claro— sobre el devenir. Repensar los “Proyectos Urbanos” como dispositivo de gestión, ponderando sus atributos y, junto con ellos, reflexionar sobre el futuro de la ciudad no es fácil en momentos de incertidumbre. Paradójicamente, es en esos escenarios inestables, cuando prevalece el escepticismo de las visiones distópicas o apocalípticas, cuando se hace necesario, más que nunca, imaginar el futuro…

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Contenido vinculado:


CONCURSO | 1991 - Urbanización de Puerto Madero
Ficha del Concurso Nacional de Ideas para Puerto Madero, cuyo objetivo era evaluar alternativas de desarrollo urbanístico del área de Puerto Madero en lo que respecta a estructura físico-funcional de la misma, considerando sus vinculaciones con el contexto urbano y ribereño, así como las etapas de realización que hagan posible su implementación.

https://observatorioamba.org/planes-y-proyectos/caba/proyectos/concurso-1991-urbanizacin-de-puerto-madero/ficha

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proyecto_02jpg 800552
CONCURSO | 2002 - Corredor Verde del Oeste
Ficha del Programa Corredor Verde del Oeste, que se proponía eliminar la fractura entre las zonas norte y sur de la ciudad que genera el trazado del ex ferrocarril Sarmiento. el proyecto con una extensión total de 11 km. va desde Plaza Once hasta Liniers generando distintos tipos de espacios públicos, ejes arbolados bicisendas, edificios históricos a preservar y paseos peatonales ,a partir del soterramiento del tren Sarmiento.
https://observatorioamba.org/planes-y-proyectos/caba/proyectos/concurso-2002-corredor-verde-del-oeste/ficha 

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Plan Urbano Ambiental | 1998-2008

https://observatorioamba.org/planes-y-proyectos/caba/planes/1998-2008-plan-urbano-ambiental/ficha

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NOTICIAS

Noticias - 9/marzo/2023
Costanera Sur: luz verde para que IRSA construya sus torres sobre la costa

PÁGINA 12, por Samtiago Brunetto

La Cámara de Apelaciones de la Ciudad de Buenos Aires le dio el visto bueno al Grupo IRSA para que inicie las obras del barrio de torres de lujo que proyecta en Costanera Sur. Lo hizo al revocar el fallo de primera instancia que había dado la razón a las organizaciones ciudadanas que rechazaban la construcción del emprendimiento Costa Urbana en la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors, habilitado en la Legislatura por el oficialismo porteño a fines de 2021.

https://observatorioamba.org/noticias-y-agenda/noticia/costanera-sur-luz-verde-para-que-irsa-construya-sus-torres-sobre-la-costa

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Noticias - 7/marzo/2023

Convenios Urbanísticos - Habilitan la construcción de un parque y un barrio en la ex Ciudad Deportiva de Boca
Clarín,
por Pablo Novillo

La Cámara de Apelaciones porteña anuló un recurso de amparo y les dio la razón a la empresa IRSA y al Gobierno porteño, que habían firmado un convenio urbanístico.

https://observatorioamba.org/noticias-y-agenda/noticia/convenios-urbanisticos-habilitan-la-construccion-de-un-parque-y-un-barrio-en-la-ex-ciudad-deportiva-de-boca

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Noticias - 16/febrero/2023

Amparo y proyecto de ley contra "los intereses inmobiliarios" en el Barrio River
PAGINA 12, por Santiago Brunetto

La modificación del Código Urbanístico porteño se tradujo en la autorización de una capacidad constructiva mayor a la histórica en la zona. Los desarrollos que se presentaron gracias a eso "desconfiguran la fisonomía del barrio", denuncian quienes viven allí.

https://observatorioamba.org/noticias-y-agenda/noticia/amparo-y-proyecto-de-ley-contra-los-intereses-inmobiliarios-en-el-barrio-river

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Noticias - 13/marzo/2023

Para uno de los 'inventores' de Puerto Madero, la reconversión del Microcentro llevará un mínimo de 10 años
Cronista

Alejandro Ginevra es presidente de GNV Group, una de las desarrolladoras más importantes de Puerto Madero. Dice que no alcanzará sólo con la inversión privada para reconvertir al Microcentro y explica por qué el mercado inmobiliario de la Argentina es distinto al del resto del mundo

https://observatorioamba.org/noticias-y-agenda/noticia/para-uno-de-los-inventores-de-puerto-madero-la-reconversion-del-microcentro-llevara-un-minimo-de-10-anos

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Noticias - 5/febrero/2023

Las 65 manzanas verdes de Larreta: más marketing que tapa negocios privados

Tiempo Argentino, por Gustavo Sarmiento

Un informe menciona que ya hubo otros dos planes anteriores del PRO similares, todos incumplidos. Y cómo el de ahora se relaciona con terrenos concesionados. Entre esas 65 hectáreas se destacan algunas como la Plaza Amia en Puerto Madero, Parque Ferroviario en Colegiales, San Isidro Labrador en Saavedra y Parque Golf en Costa Salguero, entre otros, donde en realidad el Ejecutivo porteño cedió esos terrenos para hacer grandes torres. A cambio, el desarrollador deje una pequeña porción para una parque o plaza. Como una “contraprestación”.

https://observatorioamba.org/noticias-y-agenda/noticia/las-65-manzanas-verdes-de-larreta-mas-marketing-que-tapa-negocios-privados