La tierra pública urbana, reserva estratégica - Nota sobre el mapa de subastas del CPAU
En un momento de la historia urbana en el que las reservas de espacio constituyen un bien tan demandado como escaso es necesario poner en perspectiva lo que este mapa permite apreciar.
Buenos Aires cuenta con el Parque 3 de Febrero, el Botánico, el Parque Centenario y otros ejemplos que nos parecen indispensables, al punto que no podríamos imaginar la ciudad sin ellos. Cuenta también con conjuntos como Catalinas Sur o el barrio Los Andes, con una costanera del Río de la Plata que todavía se puede disfrutar desde algún lado. Iniciativas de gobiernos que desde diversos orígenes políticos desarrollaron una concepción democrática del espacio público, con lugares desde los que se puede desarrollar infraestructura pública, preservar tierra absorbente, mejorar la proporción de espacios verdes, como pulmón urbano y como lugar para ver el cielo y ofrecer testimonios de la historia y la diversidad de la ciudad.
Hoy nos damos cuenta del valor de quienes pensaron en el futuro, en poner límites a la especulación con usos públicos cuyo valor no es monetario. Y nos damos cuenta, lamentablemente, porque vemos que frente a esos legados existen también restricciones en el acceso a bienes públicos que determinan la calidad de vida.
Una combinación de normas, a lo largo de varios años, pero en particular desde 2012 en adelante, ha permitido mayor laxitud para las ventas de tierras públicas. Y si bien se han ofrecido propuestas alternativas para su destino, el tratamiento caso por caso no alcanza para revertir la decisión sobre bienes que la ciudad saca del uso público, aunque fuera potencial y como reserva.
Tal vez porque no tomamos dimensión de conjunto, de la suma irrepetible de hectáreas que podrían haber sido espacio verde (como se puede observar en las cifras agregadas de las fichas), equipamiento social o infraestructura de transporte sustentable y necesaria para el desarrollo económico. Las políticas de tierras de otras grandes ciudades incluyen ocasionalmente ventas de bienes (con procesos que en general dejan otras aperturas programáticas y proporciones de vivienda social, espacio público o equipamiento comunitario, además de reinversión en ferrocarriles cuando se trata de tierras que le pertenecen), pero también de adquisición como reserva estratégica para las intervenciones urbanas.
La narrativa que justifica en nuestro caso las ventas en el financiamiento de proyectos determinados es insuficiente para explicar por qué se apela a este recurso y no a una previsión presupuestaria más clara. A pesar de nombres eufemísticos como “parque de la innovación”. Y a pesar de los profesionales que aportan lo mejor de sí en concursos que sin duda son un paso positivo, pero sólo permiten un margen estrecho de lo que realmente podrían ofrecer si se dieran las condiciones.
Si aspiramos a generar condiciones razonables para la inversión, la previsibilidad de los presupuestos es una herramienta clave. En la matrícula hay una práctica desarrollada de la obra. Aunque sea en diferentes escalas, no se improvisa frente a un cliente la forma en que se va a financiar un proyecto determinado. Con más razón, las normas públicas de programación de inversiones requieren de programas de ingresos que no dependen de la venta de bienes sobre la marcha. De hecho, los fondos así obtenidos no se adjudican directamente a proyectos, sino que van a rentas generales y a partir de ahí se distribuyen.
En ese contexto, el mapa de subastas de bienes públicos, integrado por el observatorio metropolitano del CPAU, es un gran paso para tomar conciencia. Pone con fichas basadas en documentos oficiales, geográficamente definidas en el plano de la ciudad, la información cruda que permite pasar de un abordaje caso por caso a un abordaje de conjunto. Es una herramienta que aporta insumos técnicos para la política pública, con datos precisos de superficie y programas -separando los pertenecientes a la ciudad y a la Nación- y procesos de subasta o concesión. Lo hace en un momento en que se conjugan dispositivos jurídicos con normas urbanísticas en un proceso cuyas consecuencias van a afectar a varias generaciones. Es un buen paso, constructivo y preciso, a partir del cual seguir construyendo un legado a futuro.
Arq. Andrés Borthagaray - Arquitecto (UBA). Posgrado en la Escuela Nacional de Administración (Francia).