La reinvención del área central
Diseñar una ciudad soñada es fácil;
reconstruir una existente requiere imaginación.
Jane Jacobs, Downtown is for People, 1958.
“Esto (no) está muerto”
Los centros históricos de las principales metrópolis han ido adquiriendo un nuevo rol urbano, paralelamente a la pérdida de las funciones administrativas y financieras que los posicionaban, al decir de Saskia Sassen, como “centros de comando” a escala global (Sassen, 1991). Durante las últimas décadas -y hasta el comienzo de la pandemia-, estos centros se fueron orientando cada vez más a un turismo receptivo, reforzado por la inyección de actividades culturales y de ocio, operaciones de peatonalización y erradicación del comercio ambulante, nueva oferta gastronómica y de Airbnb, entre otras transformaciones.
La forma más recurrente de intervención se generó desde un entendimiento “patrimonialista” de los edificios aislados -con sus diversos grados de protección- hasta el del centro como conjunto “monumental” dentro de la ciudad (Carrión, 2000). Este enfoque fue internalizado por las administraciones nacionales y locales y, además, promovido por organismos internacionales como la Unesco. En este contexto, el mercado colaboró en el desarrollo de nuevos “productos turísticos” relacionados con las formas contemporáneas del ocio y el consumo y el propio gobierno reorientó sus políticas e instrumentos de gestión hacia modelos o criterios empresariales de gobernanza, abonando a la idea de ciudad -y de centro histórico- como ámbitos de lucro (Rodríguez, 2021).
En el caso de Buenos Aires, como en otras grandes ciudades, la pandemia impuso un freno en el devenir de estos procesos de “turistificación”, que ya comenzaban a mostrar como contracara una progresiva gentrificación y segregación de los espacios centrales. Paralelamente, los confinamientos, las restricciones a la circulación en transporte público, el distanciamiento social y -muy especialmente- el trabajo remoto, aceleraron el traslado y la reestructuración de personal de algunas empresas, con el consiguiente vaciamiento y abandono de oficinas emplazadas en dichas áreas centrales.
De esta manera, tal como sucedió con otros procesos, la pandemia no hizo más que reforzar tendencias en curso. Porque, aunque Buenos Aires siempre se jactó de la vitalidad y pervivencia de la actividad económica en su área central tradicional (afianzadas por la operación de Puerto Madero) en comparación con las de otras metrópolis latinoamericanas (México DF, San Pablo, Lima) (1) , lo cierto es que desde finales de 1990 el traslado y apertura de oficinas en el corredor norte de la región metropolitana no había hecho más que incrementarse (Vecslir y Ciccolella, 2011).
Sin turismo internacional, muchas menos oficinas, una administración pública funcionando con un mínimo de presencialidad y sin todas las actividades subsidiarias (comercios, servicios, locales gastronómicos, etc.) que le otorgaban vitalidad al sector, no es de extrañar entonces que los medios masivos de comunicación coincidan en preguntarse cómo recuperar el centro porteño(2) y cómo resucitarlo(3) frente al “agónico cierre de los negocios”.(4)
No es nuestra intención minimizar estas alertas, a sabiendas de que existen, incluso antes de la pandemia, genuinas razones para pensar en la reinvención del centro: sostenida caída de las ventas minoristas y de los valores inmobiliarios, pérdida de vitalidad, uso dominantemente diurno y problemas de inseguridad asociados, tráfico, cortes por manifestaciones y condiciones de transporte público deficiente a horas pico, entre otras.
Sin embargo, de acuerdo con Jane Jacobs, “es más el punto considerar qué hace magnético a un centro de la ciudad, qué puede inyectar la alegría, la maravilla, el alegre bullicio que hacen que la gente quiere entrar en la ciudad y quedarse allí. Porque el magnetismo es el quid del problema. Todos los valores del centro son sus subproductos. Crear en él una atmósfera de urbanidad y exuberancia no es un objetivo frívolo” (Jacobs, 1958).
Si partimos de la base que el centro histórico como lugar simbólico de referencia (aun cuando sus actividades económico financieras hayan desaparecido) no se perderá nunca, y que, como cualquier parte de la ciudad, está sometido a constantes transformaciones, en este caso acentuadas por la crisis sanitaria, es el sentido que adquiera y/o se le otorgue lo que lo hará prevalecer como lugar vital, complejo y diverso (Ordóñez León, 2017).
Frente a este importante desafío, las siguientes notas pretenden revisar algunas especificidades del centro de Buenos Aires, su rol en el conjunto metropolitano y la necesidad de un “centro para todos”.
La complejidad está en el ADN
Cada centro presenta problemáticas y potencialidades específicas y éstas dependen, en gran medida, de la coincidencia espacial -y su prolongación en el tiempo- entre centro histórico o fundacional y distrito financiero o de negocios (el denominado Central Business District o CBD).
Como apuntábamos anteriormente, este último puede haberse desplazado o -directamente- haber nacido lejos del área central tradicional; incluso, pueden existir varios CBDs en lugares estratégicos del territorio metropolitano. En esos casos, ha primado el enfoque monumental del centro histórico, caracterizado por una política de intervención público-privada orientada a su protección como reducto patrimonial, en paralelo a su estetización y oferta como atractivo turístico “portador de una historia recuperada” (Radulescu, Reschke, 2012).
En otros casos, como el de Buenos Aires, el área central tradicional de la ciudad coincide con el distrito central de negocios (CBD) donde, pese a la merma actual de tales actividades, se desarrollan usos vinculados a la gestión administrativa, financiera y política. Se trata del denominado “terciario superior” cuyo alcance excede la ciudad e incluso el territorio nacional, convirtiendo al centro en ámbito de decisión (Castells, 1974).
En esta contigüidad y relativa hibridez entre centro histórico y CBD, donde perviven muchas de las actividades y tipologías que les dieron origen (oficinas ex novo, viviendas convertidas en oficinas, viviendas que permanecen como tales, hoteles, restaurantes, galerías comerciales, equipamientos emblemáticos, etc.), creemos que radica la especificidad del centro de Buenos Aires respecto de otros importantes “corazones urbanos”(5) que aparecen hoy “museificados” o completamente abandonados y degradados.(6)
Desde esta perspectiva, pese a que el paisaje de calles desiertas, oficinas vacías, locales comerciales y restaurantes con persianas bajas pueda resultar desolador, parece prudente detenerse a analizar cuáles son las disrupciones inmediatas y las tendencias a largo plazo, qué caracteriza al área central de Buenos Aires y qué la diferencia de otros CBD más allá de la foto actual.
En primer lugar, conviene recordar que el área central tradicional no se limita a la “City” porteña, incluyendo dentro de sus cuadrantes, un sector histórico y dos áreas de amortiguación de muy distintas características: la Norte, con predominio de actividades terciarias, edificios de la Administración Pública, actividad gastronómica y hotelera; y la Sur, con una alta tasa de usos residenciales, asociaciones, equipamientos de enseñanza, salud y servicios sociales (fig. 1). Un área central que se derrama hacia el norte y particularmente hacia el este y sur, fortalecida por la operación urbanística de Puerto Madero (Ciccolella y Lucioni, 2005).
Antecedentes sobre el Área Central del Área Metropolitana Buenos Aires.
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De hecho, una cuestión a tener en cuenta cuando se piensa de manera genérica en “residencializar” el centro es la densidad de viviendas ya existente hacia el oeste de la Avenida 9 de Julio, en la zona de Retiro y en el barrio de San Telmo, siendo un uso permitido por el Código de Planeamiento en la mayor parte de los distritos funcionales que componen el área. La alta incidencia de edificios de uso mixto, con o sin vivienda, registrada por un informe del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sobre la Comuna 1 (GCABA, 2014) sugiere también la necesidad de revisar más detalladamente la cuestión tipológica y las posibilidades de mixtura programática, no sólo desde la yuxtaposición planimétrica sino desde la agregación en altura. Pero, sobre todo, interesa evaluar la incidencia de una potencial “residencialización” en los distintos sectores que componen el área central, identificando posibles destinatarios y su capacidad de acceso a la vivienda.(7)
En segundo término, la propuesta de convertir el centro en una “ciudad de 15 minutos”(8) reclama una reflexión acerca de los atributos distintivos del área central respecto de cualquier otro barrio de la ciudad, que lo ubican en una posición demasiado privilegiada como para limitarlo a usos “de cercanía” orientados solo para quienes allí residan. La altísima conectividad, por ejemplo, que le proveen en sus extremos las estaciones ferroviarias de Retiro y de Constitución, las cabeceras de todas las líneas de subte, el metrobús en la 9 de Julio y las numerosas líneas de colectivo que lo recorren vinculan el área central con el resto de la ciudad y el Conurbano Bonaerense de manera inigualable. La singularidad morfológica de sus tejidos y monumentos, los estratos históricos que allí se acumulan, la presencia de los edificios institucionales, los espacios públicos y los ejes comerciales más simbólicos son parte intrínseca del “poder del centro” (Español, 1996). Sin olvidar, en el caso de Buenos Aires, las grandes inversiones recientes que se han concentrado en el área (CCK, peatonalización, Paseo del Bajo, etc.), a partir de las cuales parecería contradictorio promover un comportamiento barrial del centro.
Por último, de acuerdo con Richard Florida (2021), “el cambio más grande y duradero en nuestra geografía económica provocado por la pandemia resulta ser mucho menos en dónde y cómo vivimos, y mucho más sobre cómo y dónde trabajamos”. El autor de la Clase Creativa augura que los espacios de trabajo “se extenderán mucho más allá de las cuatro paredes de las torres de oficinas” y que los CBDs ya no pueden funcionar más como una “colección de cafeterías de baja categoría, cafeterías de cadena, restaurantes y bares de ensaladas”. Se trata del paso del Distrito Central de Negocios al Distrito Social Central, un lugar en el que los trabajadores y las personas puedan reunirse, colaborar y socializar. Así, se prevé la atomización de un día laborable en múltiples locaciones: salas de reuniones, lugares de trabajo al aire libre, almuerzos o cafés de trabajo, etc., en un entorno pretendidamente saludable e innovador con más espacios de colaboración que faciliten el distanciamiento social.
En este sentido, debido a que no todo el trabajo podrá hacerse de manera remota(9), que la reducción en la demanda de oficinas en parte se verá compensada con la necesidad de mayores espacios para el distanciamiento social, y que aún las modalidades más flexibles requerirán de espacios colaborativos de reunión, coworking, cafés, restaurantes, parques y plazas como parte de una red urbana de lugares de trabajo, se considera que el área central de Buenos Aires podría transformarse en esta dirección, aprovechando los atributos distintivos antes mencionados.
Dentro de este marco, además de la necesidad de estructuras flexibles, servicios e infraestructura acordes, emergen como primordiales la cuestión de la cantidad y calidad del espacio público o colectivo (parques, calles, pasajes, plazas de bolsillo) y la eficiencia de la red de transporte, incluyendo las modalidades no motorizadas. El auge del “urbanismo táctico” en diversas partes de la ciudad, con el uso creativo de estacionamientos, calles u otros espacios disponibles para ampliar la esfera de lo comunitario constituye un ejemplo en este sentido. Paralelamente, la reinvención del área central debería incluir aspectos como la producción de energías alternativas, recolección de agua de lluvia, aumento de las superficies absorbentes, gestión y reutilización de residuos, entre otros. “Un ecosistema interconectado que podría abarcar no solo la ubicación de oficinas centrales, sino también las oficinas en el hogar, los espacios de coworking, las cafeterías y otros terceros espacios que apoyen el trabajo remoto en los suburbios o áreas periféricas” (Florida, 2021).
Una cuestión de escala
La doble condición local y global del centro exige mirar más allá del área central y de los límites de la General Paz para reflexionar sobre el sistema de centralidades metropolitanas en su conjunto, sus potenciales complementariedades y sinergias. Una mirada no necesariamente del centro a la periferia, sino más horizontal o reticular, entendiendo al Área Central Tradicional de Buenos Aires como una pieza más del tablero metropolitano.
La descentralización de edificios corporativos, especialmente hacia el corredor norte de la región metropolitana, es un fenómeno pre-pandémico que se inició a finales de los años ’90, con la inauguración del Citibank sobre la Panamericana como emblema. Tras la crisis de 2001, esta tendencia se reactivó y se consolidó un “corredor corporativo” que llega hasta el km50 de Pilar(10) . Si a este desplazamiento de la centralidad de comando, sumamos el home office y la creciente migración de familias a los municipios de las segunda y tercera coronas metropolitanas, así como a algunos pueblos rurales de la provincia (el denominado “éxodo” inverso), parece lógico que debamos pensar en los efectos de estas dinámicas a escala regional, tanto en términos de ocupación y usos del suelo, como de patrones de movilidad cotidiana.
La precariedad y escasez de instrumentos y voluntad política de regular y ordenar estas tendencias desde las autoridades públicas de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires resultan insuficientes y con dificultades adaptativas para asimilar este tipo de procesos. La excepción son las políticas públicas de beneficios fiscales y respaldo crediticio para la atracción de empresas en el Parque Austral, Distrito Tecnológico de Parque de los Patricios, Distrito Audiovisual, etc. Sin embargo, aun en estos casos, no se reconocen criterios en relación al paisaje urbano, obras de equipamiento o espacio público (Vecslir, Ciccolella, 2011).
Desde esta perspectiva, el futuro del área central depende no solo de políticas y promoción de programas locales, sino que requiere de un acuerdo entre las administraciones municipales de la región metropolitana a fin de detener el crecimiento por expansión del área urbanizada, redistribuir y compensar las cargas y beneficios, y planificar un desarrollo coordinado de los centros y subcentros con los servicios y las redes de infraestructuras existentes y previstas, racionalizando las nuevas implantaciones y el consumo de suelo.
Un componente metropolitano no menor a tener en cuenta, son las dinámicas de verticalización residencial y revitalización del comercio de calle en las que se ven inmersas diversas áreas centrales del Conurbano Bonaerense, especialmente en la primera corona de la zona sur y noroeste de la región. Estos subcentros cumplen funciones administrativas, de servicio y comercio, con áreas de influencia que van más allá de los municipios de referencia y que los convierten en potenciales nodos de una red servida en gran medida por el transporte público ferroviario, lo cual nos remite a la importancia del soporte infraestructural, las redes de servicio y abastecimiento y; en suma, la cantidad de capital social acumulado y vigente en el territorio metropolitano.
El centro es para todos
Teletrabajo, e-commerce, gestiones administrativas on-line auguran en mayor o menor medida permanecer más allá de la pandemia. Pero en lugar de significar la muerte del centro, la posibilidad de seguir incorporando tecnologías avanzadas de comunicación significa -para algunos especialistas-(11) la apertura de un panorama auspicioso para desarrollar redes colaborativas y sinergias entre actores y actividades. Por ejemplo, entre actividades de I+D o intensivas en conocimiento(12), e instituciones de educación superior.
Con experiencias en ciudades europeas (Madrid, Barcelona, Hamburgo, Copenhague, Zúrich) y latinoamericanas (Bogotá, México, San Pablo y Río de Janeiro, entre otras), las operaciones de renovación urbana a partir de la promoción de “economías creativas” (medios de comunicación, TICs, tecnologías médicas, energía, diseño) se han ido posicionando desde los años 2000 como tema de relevancia en las agendas de las principales metrópolis del mundo. Las nuevas funciones actúan como catalizadoras o inductoras del proceso de recuperación y transformación urbana, con notable éxito en la concentración de empresas, organismos públicos y centros científicos y tecnológicos.
Según Florida (2021), la mejor analogía histórica de lo que está sucediendo hoy en día con los CBD es la reutilización en muchas ciudades de antiguas áreas productivas, no solo como distritos artísticos y creativos, sino como centros tecnológicos y de conocimiento(13). De acuerdo con el autor, los distritos centrales de negocios tienen atributos (ubicación, densidad, conectividad) que les permitirían asumir este perfil, constituyendo el mayor desafío garantizar que devengan en espacios más equitativos e inclusivos.
En relación a esto último, los programas que han buscado recuperar áreas centrales desde una mirada integral no lo han hecho solamente a partir de la definición de un proyecto urbano, sino que se han abocado a implementar, de manera coherente, un conjunto de instrumentos urbanísticos e incentivos para promover cambios espaciales, económicos y sociales del centro, a través de iniciativas públicas, privadas y mixtas.
Para aumentar la asequibilidad y la equidad en el desarrollo del área central, ciertas medidas de incentivo, tanto a la oferta como a la demanda, se han mostrado eficaces. Nos referimos, por ejemplo, a financiamientos y subsidios a los compradores (de bajos ingresos) de viviendas en áreas objeto de renovación; o a subsidios cruzados que ofrecen a los inversores bonificaciones en los coeficientes de constructibilidad en áreas de alta rentabilidad de la ciudad, a cambio de invertir en áreas centrales degradadas (Rojas, Rodríguez, Wegelin, 2004: 30). Los incentivos tributarios para la recuperación de edificios patrimoniales (independientemente de la condición de propiedad o alquiler), las ayudas para el fortalecimiento del comercio minorista y para emprendimientos locales, así como el alquiler social, los créditos hipotecarios para el desarrollo y remodelación de viviendas universitarias o para adultos mayores, y los programas de creación de empleo, son otras de las medidas concretas aplicadas en áreas centrales de metrópolis latinoamericanas (Santiago de Chile, Quito, Recife, etc.).
El desafío radica, entonces, en reinventar “un centro para la gente” (Jacobs, 1958), creado por todos, combinando procesos "de arriba hacia abajo", más institucionales, con algunos "de abajo hacia arriba", de naturaleza más asociativa. Según Castells, existe algo en la noción de centro que va más allá de su rol lugar funcional y simbólico dentro de la ciudad, y que es la idea de comunidad urbana, es decir, de un sistema específico, jerarquizado, diferenciado e integrado de relaciones sociales y de valores culturales. Desde esta perspectiva, “el centro se convierte en un espacio provisto de una virtud casi mágica de innovación social, de producción de nuevos tipos de relación, debido a la simple interacción y densidad entre individuos y grupos heterogéneos” (Castells, 1974:270).
NOTAS
(1) El Paseo de la Reforma-Polanco y el nuevo distrito de Santa Fe en México, San Isidro y Miraflores en Lima, la Av. Faria Lima-Vila Olímpia y Marginal Pinheiros en San Pablo, entre otros, son ejemplos de nuevos centros financieros que han logrado absorber la actividad las respectivas áreas centrales fundacionales
(2) https://www.lanacion.com.ar/la-nacion-revista/como-recuperar-el-centro-porteno-nid01052021/
(3) https://www.lanacion.com.ar/propiedades/inmuebles-comerciales/oficinas-vacias-que-sera-del-microcentro-y-como-resucitarlo-nid22022021/
(4) https://www.lanacion.com.ar/propiedades/esto-esta-muerto-el-agonico-cierre-de-los-negocios-en-el-centro-de-buenos-aires-nid15032021/
(5) "Corazón de la Ciudad" fue el título propuesto para el VIII Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, celebrado en Hoddesdon (Inglaterra) en julio de 1951. Según Zuccaro (2016), la figura utilizada en dicho CIAM para discutir la problemática de los centros urbanos puede leerse en un doble sentido: el simbólico o humanista, “como elemento capaz de vincular individuo y comunidad” y el metafórico o funcionalista, como órgano principal, capaz de restaurar conexiones y cohesionar la estructura urbana.
(6) En una nota reciente publicada por el diario Nación, el CEO de Newmark Argentina, Domingo Speranza, afirmaba que “Buenos Aires va a sufrir menos que otras ciudades porque nuestro inventario de oficinas por habitante es menor al de Santiago de Chile, Lima, Bogotá, San Pablo y Río de Janeiro”. https://www.lanacion.com.ar/propiedades/inmuebles-comerciales/oficinas-vacias-que-sera-del-microcentro-y-como-resucitarlo-nid22022021/
(7) En Estados Unidos suelen mencionarse como casos exitosos de incorporación de vivienda o residencia temporal en áreas centrales, el Distrito Financiero o Downtown de Nueva York, cuya reconstrucción después del atentado del 11S significó un aumento considerable del número de residentes con mayor proporción de gente joven; y el centro de Filadelfia, donde numerosos edificios industriales y de oficinas vacantes fueron convertidos en viviendas u hoteles.
(8) https://www.lanacion.com.ar/propiedades/construccion-y-diseno/como-es-el-plan-que-busca-convertir-al-microcentro-en-una-ciudad-de-15-minutos-nid08072021/
(9) Albrieu (2020) calcula para la Argentina que la proporción de empleos para los cuales existiría la factibilidad del teletrabajo, estimada en 27-29%, baja a un 18% si se excluyen a los ocupados que en sus hogares no cuentan con la infraestructura digital requerida para estos fines.
(10) La filial argentina de Puma, por ejemplo, trasladó sus oficinas al km46,5 de Panamericana Ramal Pilar en 2014.
(11) https://www.gensler.com/blog/the-future-of-the-central-business-district
(12) Son actividades que utilizan el talento como principal recurso productivo, son inminentemente urbanas, intensivas en la utilización del espacio y de las tecnologías de la comunicación, y densas en empleo calificado.
(13) Podemos mencionar, entre otros, los antiguos Mataderos de Madrid, el distrito industrial Kreis 5 en Zúrich, la operación urbanística de Hafencity en Hamburgo, Porto Maravilha en Río de Janeiro, el Poble Nou 22@ en Barcelona o el caso local del Distrito Tecnológico en la Ciudad de Buenos Aires.
Referencias bibliográficas
Albrieu, Ramiro (2020). Evaluando las oportunidades y los límites del teletrabajo en Argentina en tiempos del COVID-19. CIPPEC.
Castells, Manuel (1974). La cuestión urbana. Madrid: Siglo XXI.
Carrión, Fernando (2000). Lugares o flujos centrales: los centros históricos urbanos. Naciones Unidas, CEPAL (Comisión Económica para América Latina y El Caribe).
Ciccolella, Pablo y Lucioni, Nora (2005). La ciudad corporativa. Nueva arquitectura empresarial, redefinición de la centralidad y surgimiento de una red de distritos de comando en la Región Metropolitana de Buenos Aires. En C. De Mattos et al. (eds.). Gobernanza, competitividad y redes: la gestión en las ciudades del siglo XXI (pp. 185-209). Santiago: Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile, Colección RIDEAL y EURE.
Español, Joaquim (1996). La ciudad interior: forma y colonización del centro. En E. Serra, J. Español, M. Quintana (ed.). El centro reinventado. Exploraciones proyectuales para un nuevo centro urbano (pp. 10-15). Barcelona: Fundación Politécnica de Cataluña, UPC.
Florida, Richard (2021). The Death and Life of the Central Business District. Bloomberg CityLab. Disponible en: https://www.bloomberg.com/news/features/2021-05-14/the-post-pandemic-future-of-central-business-districts
GCABA - Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2014). Informe territorial. Comuna 1 Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, Monserrat, San Telmo, Constitución. Ministerio de Desarrollo Urbano, Secretaría de Planeamiento.
Jacobs, Jane (1958). Downtown is for People. Fortune Classic
Ordóñez León, Andrea (2017). Sentido y significado del casco antiguo contemporáneo: el uso residencial como función a conservar. QRU: Quaderns de Recerca en Urbanisme, (8), 130–151.
Rodríguez, Luciana (2021). Gobernanza empresarial y turismo urbano. Políticas públicas y gestión del turismo en Ciudad de Buenos Aires a partir de la crisis económica de 2001. Tesis doctoral. Universidad Nacional de General Sarmiento
Radulescu, Ruxandra; Reschke, Florian (2012). Historic City Center. InterAmerican Wiki: Terms - Concepts- Critical Perspectives. Disponible en: https://uni-bielefeld.de/einrichtungen/cias/wiki/h/historic-city-center.xml.
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SEDATU (2016). Guía de Resiliencia Urbana 2016. Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/179708/Guia_de_Resiliencia_Urbana_2016.pdf
Vecslir, Lorena y Ciccolella, Pablo (2011). Relocalización de las actividades terciarias y cambios en la centralidad en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Revista de Geografía Norte Grande, 49, 63-78.
Zuccaro Marchi, Leonardo (2016) CIAM 8- The heart of the city as the symbolical resilience of the city. 17th IPHS Conference, Delft.
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Lorena Vecslir es arquitecta (UBA), máster en Proyectación Urbanística y doctora por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto de Geografía (UBA). Su investigación se centra en las transformaciones territoriales recientes en la región metropolitana de Buenos Aires.