Infobae OPINIÓN
Por Gisela Scaglia
El proyecto de Educación Ambiental Integral llega después de muchos años de lucha. Busca el equilibrio entre lo social, lo político, lo ecológico y lo económico
¿Quién es responsable por el daño ambiental? ¿Son acaso responsables los gobiernos, por no tener políticas públicas acordes? ¿Son las empresas y corporaciones, por la manera en la que producen? ¿Somos los ciudadanos los que generamos impacto en el ambiente con nuestros hábitos de consumo?
Desde mi perspectiva, todos somos responsables, en mayor o menor medida. Y por eso es tan importante que se sancione una Ley de Educación Ambiental Integral que genere conciencia y un cambio en la manera de asumir la responsabilidad del cuidado de nuestro planeta.
Educar hoy a quienes serán las y los decisores y ciudadanos del futuro es el principal propósito del nuevo proyecto de ley sobre educación ambiental integral. El lunes 16 de noviembre conseguimos dictaminarlo y desde entonces estamos trabajando para conseguir que se sancione antes de fin de año en la Cámara de Diputados.
El ambiente en la Argentina es materia del presente pero también del mañana. Y serán las niñas, niños y jóvenes quienes, comprometidos con la causa, puedan ofrecer soluciones creativas y eficaces para paliar el daño que estamos causando a nuestro planeta.
Sabemos que la educación ambiental es una deuda pendiente de nuestro país. Poco podrán hacer los avances que Argentina logró en materia de legislación ambiental si no ponemos la mira en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Muchos diputados y diputadas hemos trabajado durante años en esta ley y peleamos por esta causa, convencidos que la concientización sobre el derecho constitucional a un ambiente sano tiene que estar presente en la currícula educativa de nuestro país desde un enfoque integral y transversal.
Confío en que el la figura de la pionera en estos temas, Yolanda Ortiz, y la recientemente aprobada “Ley Yolanda”, sobre formación en desarrollo sostenible para las y los funcionarios y políticos de todos los niveles y jerarquías, abrirá la puerta al debate en el recinto de esta otra ley, tan esperada.
El momento es ahora. El compromiso y la responsabilidad son de todos. Y me enorgullece ser parte de un Congreso que, con debate y diálogo, pueda dar curso a leyes que dejan huella.
Se trata de pensar a docentes y alumnos aprendiendo y enseñando unos a otros, en un proceso pedagógico que incluye al ambiente en la trayectoria formativa.
La ley propone una definición del término “educación ambiental” y regula cómo se articularán concretamente las relaciones entre el Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Educación de la Nación, el Consejo Federal de Medio Ambiente y el Consejo Federal de Educación.
Todo esto con el objetivo de elaborar, debatir e implementar la “Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral”, y serán luego las provincias las que implementarán en la currícula formativa los contenidos correspondientes.
Además, se crea un órgano consultivo para dar cuenta de la implementación de instancias de participación de la sociedad civil a los fines de que la ley pueda tener vigencia y legitimidad. De este modo, se tienen en cuenta las particularidades federales y sectoriales, así como la diversidad cultural.
Por último, es una ley que reconoce que los procesos educativos no solo se dan dentro de las aulas, sino también en marcos no formales e informales, para que el conocimiento sobre la gestión ambiental se desarrolle tanto en instancias de la sociedad civil como en el Estado, algo que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas establecen como mejores políticas para la protección, sostenibilidad y futuro del ambiente.
Reconocemos que sobre el ambiente se plantean a veces enfoques contrapuestos, los compromisos y acuerdos son siempre difíciles, pero creemos que no son imposibles. Confío por ello en la posibilidad de no ser extremos a la hora de pensarnos, pero sí justos. Es tiempo de saldar deudas con el ambiente. No tenemos otro planeta que sea nuestro hogar, y será nuestra responsabilidad proteger, cuidar, mejorar y en especial adaptarnos a los nuevos cambios y tiempos.
Hay una nueva generación que nos interpela. Que nos convoca a trabajar juntos. Esta ley llega después de muchos años de lucha, busca el equilibrio entre lo social, lo político, lo ecológico y lo económico, y nos propone un nuevo comienzo en relación con el resguardo de la casa común.
*La autora es diputada nacional de Juntos por el Cambio y presentó el proyecto de Ley de Educación Ambiental Integral