UN ZANJÓN EN PARQUE SAAVEDRA

 El Cohete a la Luna

POR JONATAN BALDIVIEZO Y MARÍA EVA KOUTSOVITIS

Otro ejemplo de marketing urbanístico del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) nos tiene acostumbrados a la magnificación de sus intervenciones urbanas, a las que denomina con nombres exagerados para dar apariencia de avances estructurales en la prestación de los servicios públicos o de verdadera preocupación por las emergencias existentes en territorio porteño.

En esta dirección, en los últimos años hemos conocido –por ejemplo– al Metrobus, que no es una nueva modalidad de transporte, sino simplemente una medida de tránsito que consiste en un carril exclusivo para colectivos, cuyas paradas nos salen muy caras. Los actuales paradores que se están construyendo para la Etapa II del Metrobus del Bajo le costarán a la ciudadanía porteña alrededor de 100 millones de pesos cada uno.

También aparecieron los “Parques Lineales”. El más conocido es el que se pretende construir en la avenida Honorio Pueyrredón. La Justicia determinó que no era un parque, sino una calle de convivencia y que, además, se estaba construyendo violando varias leyes. Actualmente la obra se encuentra judicialmente suspendida, con dos sentencias en contra. Esta semana comenzó, con irregularidades, la audiencia pública convocada por la Comuna 6.

Respecto a la “calle compartida” de avenida Del Libertador, el GCBA terminó reconociendo en una causa judicial que sólo es una ciclovía más. A las “calles verdes”, el GCBA las categoriza como “Corredores Biológicos”. En el caso de la “calle verde” de la calle Castro, en la Comuna 5, son tres cuadras donde sólo se expande la vereda con algunas zonas de agregado de césped.

Tenemos “Parques Públicos” que no son espacios verdes públicos, sino terrazas verdes que no cumplen con la función ambiental de permitir la filtración del agua de lluvia directamente hacia las napas. Así, el GCBA le llama parque al techo del Centro de Exposiciones y Convenciones construido al lado de la Facultad de Derecho. Recientemente, también bautizaron como “Parque en altura Gigena” al techo de un nuevo shopping que se construirá en medio del Parque Tres de Febrero.

Ni regenerado ni arroyo

La Ciudad de Buenos Aires se encuentra en emergencia ambiental y climática. Es una de las ciudades del mundo con menos superficie verde pública por habitante. Enfrenta dos amenazas de origen natural: las inundaciones y las olas de calor, y tan solo en las últimas tres décadas, la temperatura máxima anual aumentó casi 1 centígrado.

En este marco, el GCBA está impulsando el proyecto denominado “Regeneración del Arroyo Medrano en el Parque Saavedra”. Ese nombre hace pensar que el GCBA ha decidido sanear y descontaminar las aguas del Arroyo Medrano y desentubarlo. Nada más alejado de eso, porque lo que propone el proyecto no tiene nada que ver con esas obras. Por el contrario, consiste en ejecutar un zanjón que atravesará al Parque Saavedra con pendiente nula y que será alimentado con agua de la napa y no del Arroyo Medrano. Es decir, tampoco será un arroyo porque el agua estará estancada y no fluirá (como en un arroyo). El agua no circulará de manera permanente, sólo tendrá un sistema de desborde cuando se supere un determinado tirante líquido.

Tampoco se regenerará el agua de las napas que ingrese al zanjón, que contiene aceites, fenol, arsénico, coliformes totales, escherichia coli, plomo y cobre, entre otras sustancias contaminantes. Por este motivo, el propio estudio de impacto ambiental del proyecto establece que las aguas del zanjón sólo podrán contemplarse sin ninguna posibilidad de tomar contacto.

En conclusión, el proyecto de “Regeneración del Arroyo Medrano” será un zanjón, cuyas aguas no circularán, y que no se vinculará hidráulicamente al arroyo entubado. Además, presentará elevados niveles de contaminación. La distancia entre lo que el GCBA vende del proyecto y lo que realmente será, es abismal. Tampoco este proyecto constituye la implementación de una solución de drenaje sostenible (SUDS) basada en la naturaleza para mitigar las inundaciones, como recalcan constantemente los funcionarios del gobierno.

Pasaron casi 10 años de la tragedia del 2 de abril del 2013, cuando en la ciudad fallecieron 8 personas por las inundaciones. Sin embargo, al día de hoy, no se cuenta con un Plan de Contingencia discutido y consensuado con la ciudadanía. Este proyecto será financiado con préstamos internacionales que no son necesarios para elaborar un Plan de Contingencia y democratizar los sistemas de alerta mediante los cuales el conjunto de la ciudadanía pueda tener acceso a información vital. Son políticas que las asambleas de inundados reclaman que sean implementadas por el GCBA.

El GCBA no cuenta con ninguna política integral clara en materia de Reducción del Riesgo de Inundaciones: en los últimos años ha modificado la normativa urbanística para permitir la sobre-explotación constructiva en zonas inundables, la cementación de los pulmones de manzana para ser transformados en estacionamientos de autos subterráneos, la pérdida equivalente a 75 Plazas de Mayo de superficies verdes públicas (sólo en la última década), la privatización y cementación de la Costanera y sus humedales, etc.

El lunes pasado comenzó la audiencia pública para tratar este proyecto. Como a estas alturas es insostenible continuar presentándolo como de “Regeneración del Arroyo Medrano”, los funcionarios cambiaron la estrategia y resaltan que el proyecto consiste en construir un nuevo reservorio en la cuenca del Medrano, enmarcado en la Gestión del Riesgo de Inundaciones. Partiendo de la necesidad de que se construyan reservorios en la cuenca, el estudio de impacto ambiental no realiza ningún análisis de alternativas para construir dichos reservorios y la prioridad de construcción de los mismos. Los reservorios tienen una mayor eficacia si se construyen en la cuenca alta y no en la baja, como en este caso. Las instancias de participación para decidir el lugar de los nuevos reservorios también fueron nulas. En la audiencia, uno de los principales reclamos de los habitantes del barrio es la modificación de la pendiente de un gran sector del parque que impedirá la continuación de los actuales usos sociales.

Estamos en presencia de un proyecto que va mutando con la única justificación de la pretensión del jefe de gobierno de querer mostrar gestión al resto del país a través de renders, con motivo de su carrera presidencial.

Este estudio tampoco incorpora la documentación técnica mínima para poder realizar una evaluación certera: no incorpora memoria técnica, parámetros de diseño, descripción del modelo hidrológico e hidráulico, condiciones de calibración, condiciones de borde, etc. Abordar la problemática de las inundaciones en Saavedra debería contemplar: democratizar el funcionamiento del Comité de Cuenca del Arroyo Medrano, recuperar superficies absorbentes, incorporar sistemas distribuidos de retención de aguas de lluvias en edificaciones, ampliar la capacidad de retención de los reservorios del Parque Sarmiento, comenzar inmediatamente con la remediación sanitaria y ambiental de las aguas de las napas y del entubado del arroyo Medrano, analizar alternativas para que el Parque Saavedra se inunde antes que las viviendas, por ejemplo. Hace 15 años que la ciudad aprobó su Plan Hidráulico y hace 13 años su Plan Urbano Ambiental. Ambos deberían ser actualizados con participación de la ciudadanía.

Un último dato relevante. El Parque Saavedra está bajo la jurisdicción de la Comuna 13. Su Junta Comunal, integrada por siete comuneros/as, en su mayoría oficialistas, votó rechazar este proyecto. El Poder Ejecutivo avanza como si este rechazo fatal para el proyecto no hubiera sucedido.

El cambio de paradigma a la hora de abordar la problemática de las inundaciones urbanas tiene que ver con terminar con el autoritarismo de la técnica y de los intereses electorales, para poner en valor la democracia participativa ambiental.