El Cronista | Mariana Brizi | 9 de enero de 2019
La Argentina asumió la meta de reducir las emisiones contaminantes de los vehículos de la red pública. Desde el Gobierno, esto implica inversiones en infraestructura e incorporación de nuevas tecnologías. Desde las empresas, un fomento a la innovación. Los pasos dados y el camino a recorrer.
Los buses y vehículos de transporte público liberan contaminaciones al aire y generan emisiones sonoras que superan los niveles permitidos, generando perjuicios para la salud y el medioambiente. Para contribuir con el objetivo de mitigar el cambio climático, la Argentina asumió la meta de reducir las emisiones gases de efecto invernadero (GEI, entre los que se encuentra el dióxido de carbono) del Mejoras en trenes, colectivos y transportes de carga, la reactivación del Belgrano Cargas, la RER, la incorporación de buses eléctricos y el Metrobús, son las alternativas de transporte menos contaminantes que ya están en acción, detallan desde el Ministerio de Transporte que conduce Guillermo Dietrich.
Además, con la creación del Gabinete Nacional de Cambio Climático en 2016, 12 ministerios acordaron iniciar planes en materia de transporte, energía y medioambiente, entre otros, que harán posible que la Argentina reduzca sus emisiones de dióxido de carbono hacia 2030.
El transporte local está atravesando un proceso de cambio en vías de adaptarse a las necesidades de un contexto con una elevada cantidad de vehículos y diversas complicaciones. Este proceso, que ya está en marcha, debe profundizarse aún más, generando un mayor compromiso ambiental y mejores condiciones de movilidad. En líneas generales, reducir la contaminación que involucra al transporte requiere impulsar los vehículos eléctricos y el consumo de gas licuado. Esta es la base de un cambio que ya es realidad en las principales ciudades del mundo y, lentamente, se amplía en la Argentina. Para lograr seguir avanzando, la inversión en infraestructura es fundamental.
Movilidad en transformación
A nivel mundial, se está reformulando el funcionamiento de los servicios de transporte público y
fomentando un nuevo tipo de movilidad. En este sentido, el gas líquido es uno de los reemplazos al
combustible tradicional que más viene avanzando. Scania una de las empresas con mayor cantidad de
productos capaces de funcionar con combustibles alternativos (principalmente biodiésel, bioetanol, gas y
biogás) introdujo, en agosto último, los primeros seis camiones propulsados a gas natural licuado (GNL),
para llevar adelante una operación de transporte en Vaca Muerta. Esta tecnología que ingresa por primera
vez al país es una solución sumamente eficiente, ya que reduce los costos operativos del transportista,
disminuye considerablemente las emisiones de CO2 y también el nivel de ruido, explica directivos de la
firma.
Por otro lado, junto con la empresa de higiene urbana Cliba, Scania llevó adelante una prueba durante un
año con un camión de recolección de residuos que funcionó en su totalidad con biodiésel. Los resultados
fueron muy positivos: la emisión de gases contaminantes se limitó en un 80% y la de dióxido de azufre se
redujo a cero, al tiempo que se evidenció un menor desgaste del motor sin perder la potencia y el
rendimiento de los vehículos de la marca. En los próximos meses, además, comenzaremos una serie de
ensayos en el uso de biodiésel y GNC con la línea 132 de colectivos, que opera en la Ciudad de Buenos
Aires. Este proyecto es un trabajo conjunto entre nuestra empresa, el operador de los buses y el Gobierno
porteño, y nos permitirá estudiar la performance de ambas unidades en un recorrido 100% urbano y Actualmente, en la Ciudad de Buenos Aires, hay alrededor de 15.000 buses urbanos circulando, que
recorren unos 250 kilómetros por día y, en general, son de tecnología Euro 3. Si todos ellos fueran
reemplazados por vehículos a gas, además del impacto económico favorable en el costo de operación
(una reducción de entre 15 y 20%), se obtendría un gran beneficio para el medioambiente. Al hablar de un
menor nivel de emisión de dióxido de carbono, estamos haciendo referencia a que es posible mejorar el
perjuicio ambiental de las 1700 millones de toneladas anuales que producen estos 15.000 vehículos que
circulan por Buenos Aires. Si se implementan esos vehículos a gas o biogás, sería posible prácticamente
eliminar la emisión de dióxido de carbono, señalan desde Scani. Y agregan que, en materia de
contaminación sonora, la legislación nacional estipula un máximo de 80 decibeles, mientras que los
vehículos a gas llegan solo a los 74.
En este sentido, desde el Ministerio de Transporte explican que se viene trabajando en conjunto con otros
organismos para impulsar acciones concretas que impliquen un cambio sustancial en materia de cuidado
ambiental, Desde 2016, a raíz de un cambio normativo, se comenzó la renovación de colectivos de
jurisdicción nacional, de unidades Euro IV a Euro V, que reducen emisiones, explican, y destacan, entre
otros de los focos de trabajo más importantes, al Plan de Movilidad Limpia, que tiene como objetivos
reducir un 50% de las emisiones de dióxido de carbono y agentes contaminantes del sector transporte
para 2035. Para lograrlo, actualmente se encuentra en proceso una prueba piloto con nuevas tecnologías:
buses eléctricos, a GNC y biocombustibles. Estas pruebas apuntan a relevar la viabilidad de una aplicación
a mayor escala de este tipo de tecnologías y combustibles más limpios.
Se está trabajando en dos ejes: la desaceleración del crecimiento del parque automotor, mejorando el
transporte público y promoviendo la movilidad compartida; y la incorporación de tecnologías y
combustibles limpios en vehículos que tienen un alto grado de utilización, como colectivos, utilitarios
livianos y taxis. En colectivos, ya está en marcha una primera prueba con ocho eléctricos, dos a GNC y uno
100% a biodiésel, que se pondrán en funcionamiento durante el primer trimestre de 2019, apuntan desde
el Ministerio.
Desafío global
Naciones Unidas promueve una agenda de cambio climático con grandes retos para 2030. El transporte
tiene un rol importante en esta agenda, ya que, en 2014, el sector fue responsable de la emisión de 54
millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que representa un 15% de las emisiones totales de GEI de
ese año. La tecnología para seguir avanzando existe y las posibilidades de activar el cambio son muchas.
El tema central es la viabilidad económica a la hora de llevar esto a la práctica. La colaboración entre el
sector público y el privado es una de las claves para activar el engranaje, y el foco está puesto en
profundizar el diálogo y evaluar los objetivos y las necesidades de todos los actores que forman parte del
sistema. Generar alianzas estratégicas permitirá avanzar hacia la reducción de la huella de carbono y
seguir transformando el transporte nacional. El consumo y la eficiencia, dicen desde Scania, es un factor
central que influye a la hora de decidir la compra de un camión o un bus. Con la disminución del consumo
de combustible, los costos y las emisiones de dióxido de carbono, se genera una situación de equilibrio
donde la rentabilidad y sustentabilidad van de la mano, cierran.
Se calcula que, para 2050, 80% de las personas en el mundo vivirán en las grandes ciudades. Teniendo en cuenta este dato, la planificación de una estrategia que contenga a este gran crecimiento es lo que permitirá optimizar el uso de los recursos y los espacios públicos. Se espera que el transporte del futuro sea compartido, limpio y autónomo. Y, para lograrlo, se necesita, antes que nada, un cambio y una toma de conciencia cultural. Restringir las zonas de circulación vehicular y ampliar la utilización de bicicletas y senderos peatonales, es uno de los pasos. El transporte público gratuito, implementado en Europa y próximamente en Chile, es otra de las alternativas creadas para residentes que, en varios países, ya se sustenta a través de un impuesto anual. En Chile, aún está en proceso de evaluación, pero se prevé su pronta aplicación. En Medellín, otra ciudad donde se implementó la iniciativa, el sistema de transporte eléctrico cambió el paradigma local, y se logró integrar y complementar a los circuitos del transporte tradicional. Lo más destacable del caso es que se solventa a través de una fuente de financiación alternativa, creada para que la inversión necesaria en infraestructura y mantenimiento no recaiga exclusivamente en el municipio.
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