El concepto es simple: vivir en barrios donde todo lo que necesitamos —vivienda, trabajo, educación, salud, ocio y servicios— esté a una distancia de 15 minutos a pie o en bicicleta. Ámbito
El concepto es simple: vivir en barrios donde todo lo que necesitamos —vivienda, trabajo, educación, salud, ocio y servicios— esté a una distancia de 15 minutos a pie o en bicicleta.
Carlos Moreno, urbanista y científico francocolombiano.
En el contexto de un mundo cada vez más urbano y acelerado, la necesidad de replantear nuestras ciudades se vuelve imperativa. Como urbanista, he dedicado gran parte de mi carrera a explorar cómo podemos transformar nuestras metrópolis en espacios que no solo sean más sostenibles, sino también más humanos. Es así como nace la idea de la "ciudad de los 15 minutos", un concepto que he desarrollado con el objetivo de acercar a los ciudadanos a sus necesidades esenciales y, al mismo tiempo, reducir la huella de carbono.
Durante mi reciente visita a Argentina, donde fui honrado de liderar la Cátedra Franco-Argentina de Urbanismo y Sociedad, tuve la oportunidad de reflexionar sobre la arquitectura moderna y la importancia de iniciativas que promuevan la construcción sustentable. En un encuentro en la Embajada de Francia, compartí con colegas y líderes locales cómo la "ciudad de los 15 minutos" no solo mejora la calidad de vida, sino que también impulsa la economía local y genera más empleo.
El concepto es simple: vivir en barrios donde todo lo que necesitamos —vivienda, trabajo, educación, salud, ocio y servicios— esté a una distancia de 15 minutos a pie o en bicicleta. Este modelo no solo reduce la necesidad de transporte motorizado, sino que también promueve un estilo de vida más saludable y conectado con la comunidad. La adopción de este enfoque ha cobrado relevancia en ciudades como París, donde la alcaldesa Anne Hidalgo ha sido una firme defensora de esta visión, especialmente durante los desafíos impuestos por la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, la implementación de este modelo no está exenta de desafíos. El urbanismo moderno se enfrenta a tres grandes retos: el ecológico, el económico y el social. ¿Cómo reducimos nuestra huella de carbono y mitigamos el impacto climático? ¿Cómo generamos empleo de manera equitativa? ¿Cómo disminuimos las tensiones sociales que muchas veces dividen nuestras ciudades? Estos son los interrogantes que debemos abordar si queremos construir ciudades más inclusivas y resilientes.
En este camino, las alianzas son fundamentales. En este sentido, quiero destacar el compromiso de Saint-Gobain con la sostenibilidad urbana, reflejado en su apoyo a la Cátedra Franco-Argentina de Urbanismo y Sociedad y en iniciativas como el Premio ADUS LATAM, que buscan fomentar una arquitectura a escala humana, responsable y orientada hacia el futuro. Crear una comunidad de arquitectos comprometidos con una ecología responsable no es solo un desafío, sino una necesidad urgente.
La cooperación entre Argentina y Francia en este campo es un ejemplo de cómo el intercambio de conocimientos y experiencias puede contribuir a hacer del mundo un lugar mejor para todos. Ahora, más que nunca, es momento de repensar nuestras ciudades y apostar por un urbanismo que priorice la vida, la proximidad y la sostenibilidad.