20/07/2017 | Clarin.com | ARQ | Urbano | por Alfredo Garay
El arquitecto Alfredo Garay opina sobre el espíritu del anteproyecto de Código Urbanístico que en dos meses se elevará a la Legislatura Porteña. La "pieza urbana", eje de sus reflexiones.
En estos últimos meses he participado de algunas reuniones de trabajo en torno a la propuesta de un nuevo código. Creo que vale la pena plantear algunas observaciones.
Un código no es un plan urbano, es un instrumento de aplicación de la política urbana. Normalmente estos instrumentos actúan el forma combinada: un plan de obras, ciertas políticas tributarias o presupuestarias, la implementación de mecanismos de gestión, o la implementación de mecanismos de inspección monitoreo y seguimiento de los resultados. Se abre así un abanico de instrumentos, con los que se impulsa, reconduce o limita el desarrollo de algunas tendencias de desarrollo que presenta la evolución de una ciudad, intentando que la misma se oriente hacia un escenario deseable. Se considera que estos instrumentos, aplicados de manera combinada, resuelven problemas que tienen efectos negativos sobre la vida cotidiana de los habitantes.
Es una buena práctica revisar el funcionamiento de estas herramientas, y sobre todo monitorear sus efectos sobre el desarrollo de la ciudad. En la actualidad trabajamos con un código pensado durante la década del 70, que fue ajustado a fines del 80, y que desde entonces ha experimentado cambios puntuales. Uno de sus efectos más cuestionables ha sido el sistema de premios, que estimulaba la construcción de torres, y la concentración de las obras en un número reducido de empresas grandes. Si bien en la letra decía promover la densificación del sur de la ciudad, esta tendencia solo se verifico sobre la Avenida 9 de julio, y con mayor debilidad acompañando la expansión de las líneas de subterráneo.
La introducción de un capitulo que establece los mecanismos modificar el código, y las APH1, que propone delimitar recintos, catalogar edificios, y proponer cambios morfológicos a partir del respeto por el ambiente (paisaje, vegetación, y construcciones, objetos de valor patrimonial) del lugar, introdujeron la posibilidad de ir estudiando el dinamismo que atraviesa piezas urbanas concretas, y revisando las normas a partir de planes parciales o planes de sector. Esta modalidad agregativa (proyectual) que en el marco de lineamientos generales (que deberían ser de carácter metropolitano) focaliza la reflexión en una escala más comprensible (sobre piezas urbanas) suele tener mejores resultados que el pensamiento sobre la ciudad a partir de una manzana en abstracto (un módulo ideal) como fue concebido el código del 76 y se vuelve a pensar esta nueva propuesta.
El ejercicio morfológico de una manzana ideal, conformada con un perfil homogéneo y un centro de manzana libre, lleva implícita la demolición de las construcciones existentes (con las que no se integra adecuadamente) y finalmente se va ir construyendo en rodajas (parcela por parcela) dando como resultado una ciudad llena de caries, inconclusa.
La experiencia de algunas piezas urbanas, concebidas con una norma coherente y ajustadas a la particularidades del contexto en que se inscriben, como los concursos de las Playas Ferroviarias (Anses), el edificio del CONICET y su entorno, o la intervención en la AU3, parecían abrir otro camino. Creíamos que estas lecciones aprendidas no tenían vuelta atrás. Que la posibilidad de intercalar densidades y volumetrías dentro de un tejido más complejo, y respetuoso de las edificaciones y lugares existentes, lograría ir mejorando las características del tejido urbano a partir de proyectos e intervenciones más próximas a la realidad de los barrios.
Obviamente las intervenciones sobre piezas, suponen una intensa participación barrial, tanto en la gestación como en el acompañamiento de las transformaciones, y en muchos casos el tratamiento del conflicto que supone la transformación de algunas partes de la ciudad. No es esta la experiencia de las audiencias públicas, que aunque sean a dos vueltas, se desarrollan con un reglamento que las convierte en una sumatoria de alegatos, que no contribuyen al diálogo ni a la participación.
Currículum. La vasta trayectoria profesional de Fredy Garay incluye un Master en Urbanismo y Ordenación del Territorio en la Universidad de Bélgica.