En el marco de las acciones emprendidas desde el CPAU frente a la crisis sanitaria generada por el COVID-19, compartimos unas primeras reflexiones del equipo del Observatorio Metropolitano, como invitación a iniciar un debate colectivo.
Esta pandemia aparece como un escenario de crisis y emergencia que abre reflexiones en cuanto a la prevención y la vulnerabilidad, pero es también una oportunidad de repensar el funcionamiento del territorio metropolitano y de definir algunos puntos claves para el después.
En primer lugar, surge la necesidad de revisar la mirada sobre la Ciudad Autónoma, como un territorio puertas adentro, para examinar la estructura urbana metropolitana, sus centralidades secundarias, la distribución de las actividades y los servicios a escala regional (elementos ya planteados en el PUA). En este contexto es necesario poner en tela de juicio las prioridades en cuanto a los debates normativos de la morfología y el paisaje urbano.
También es fundamental replantear la capacidad de reacción y la adaptabilidad social e institucional para enfrentar escenarios no previstos, de adecuarse con flexibilidad para atender las emergencias y evaluar alternativas en base al aprovechamiento de lo existente (equipamiento, infraestructuras y servicios sociales). La importancia de la articulación para la toma de decisiones quedó reflejada en esta coyuntura.
Esperamos que esta crisis dinamice un compromiso profundo de todos los sectores por atender las diversas situaciones de vulnerabilidad. Recordamos que en 2013, con las inundaciones en la ciudad de La Plata, no se generaron ni políticas ni un plan de manejo sostenido en el tiempo para las cuencas hídricas metropolitanas. En este sentido, durante los últimos años se ha discutido mucho globalmente sobre la capacidad de resiliencia de las ciudades para pensar nuevos modelos de producción urbana, aunque ha sido un tema menor en el ámbito local. Este escenario abre una nueva ventana para repensar “la ciudad del mañana” o “la ciudad del futuro”.
Las posibilidades de hoy en día en relación al manejo de la información, de contar con big data georreferenciada y conceptualizar indicadores dinámicos, como instrumentos útiles para los diagnósticos y la gestión, también aparecen como un reto de la modernidad y nos instan a renovar debates metodológicos y técnicos.
Consideramos que la construcción constituye un sector estratégico que, históricamente, ha contribuido a motorizar la economía en los momentos de crisis, tanto por su capacidad de generar trabajo como por la de dinamizar inversiones. Posiblemente, vuelva a cumplir un rol central y será necesario definir obras prioritarias, revisar qué tenemos y cómo es adecuado reforzar nuestra metrópolis para mejorar la calidad de vida urbana. Este es también un interesante desafío profesional, entre otros, para arquitectos y planificadores.
Sin dudas, este escenario de incertidumbre estimula preguntas sobre lo que dejará la pandemia y sobre los conflictos futuros: la falta de trabajo, el reordenamiento de los recursos físicos y humanos, los nuevos hábitos de cuidado y de intercambio social. Todos ellos, elementos que inciden en la manera en la que nos relacionamos, usamos y habitamos las ciudades.
Boletín Abril
http://www.observatorioamba.org/pdf/01__boleti__n_abril_2020.pdf