Cristian Sirouyan. 29/11/2022. Clarín
Está sobre la avenida Rivadavia, en Floresta. Hay caos de tránsito y bajó el valor de las propiedades. Además, aumentaron los casos de inseguridad.
La suspensión de los trabajos para soterrar el tren Sarmiento fue anunciada hace casi cuatro años. Sin embargo, pese a la paralización total de los trabajos, las instalaciones levantadas para llevar adelante esa megaobra siguen haciendo estragos en distintos puntos de la ciudad y el oeste del conurbano. Son obstáculos abandonados, que ponen a prueba a automovilistas y peatones, y hacen crecer el riesgo de eventuales accidentes.
En Rivadavia al 8600 y 8700, en Floresta, las consecuencias que provoca el obrador instalado en medio de la avenida van más allá de las dificultades para transitar y afectan de lleno a los frentistas. Las quejas de los comerciantes y los residentes coinciden en resaltar una larga serie de perjuicios que sufren desde el momento que una muralla de placas de aluminio de una cuadra de largo y tres metros de altura se interpuso en su campo visual.
"Mucha menos gente camina por esta vereda, los negocios no se ven, bajaron notablemente las ventas, es imposible estacionar -por la reducción de carriles- y creció mucho la inseguridad, especialmente después de las 6 de la tarde", describe el decadente cuadro de situación plantado ante sus ojos Alfonso Fezzuoglio, propietario desde 2003 de la zapatería de Rivadavia 8706.
Fezzuoglio aseguró haber descendido más de 40 metros por el túnel perforado en medio de la calle, donde se topó con "la nueva estación Floresta del tren, tapada de agua". La obra inconclusa lo impulsó a reclamar la liberación del espacio público en la Sede Comunal 10 y allí recibió como respuesta que la cuestión está en manos del Gobierno nacional. También se enteró que un eventual retiro de los chapones podría afectar negativamente las nuevas instalaciones, por las constantes vibraciones generadas por el tránsito de vehículos.
Desde la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad señalaron que "en numerosas reuniones de coordinación por distintos temas con el Gobierno nacional se consultó respecto de la continuidad de la obra, pero no ha habido resolución. Esta afectación, hasta tanto haya una decisión sobre la obra original, está siendo monitoreada y señalizada para el correcto funcionamiento de la avenida, a pesar de las restricciones".
A su vez, el Ministerio de Transporte de la Nación aduce: "La obra se encuentra parada desde el cambio de UTE que hizo el Gobierno anterior y quitó el financiamiento internacional". De todas maneras, la cartera que encabeza Alexis Guerrera dejó trascender alguna posibilidad de reinicio, al informar que la Universidad Nacional de San Martín realizó una auditoría completa, con el propósito de que el cuadro de situación sea evaluado por empresas especializadas.
En contraste con los primeros anuncios sobre el soterramiento -difundidos en 2006- y la promesa de inauguración para 2022, la obra está paralizada desde fines de enero de 2019. Un financiamiento de 3 mil millones de dólares otorgado en 2012 por el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES) de Brasil permitió que una máquina importada de Alemania llegara a cavar el tramo del doble túnel comprendido entre Haedo y Villa Luro, poco más de la mitad del recorrido de 17 kilómetros proyectado hasta Caballito.
"Ojalá se hubiera concretado esa obra. Pero, hasta el momento, acá en Floresta no hizo más que arruinar este tramo de Rivadavia entre Goya y Carrasco, que era un muy activo paseo de compras. Unos diez locales comerciales cerraron sus puertas y a nosotros nos perjudicó un montón. Sufrimos contaminación visual y sonora, por el ruido constante de las mamparas de chapa. Además, aumentó la inseguridad. A mí ya me robaron tres veces", resume Pablo Vallini, de la casa de electricidad de Rivadavia 8684.
En la inmobiliaria ubicada en la vereda opuesta, en el 8671 de la avenida, Liliana Bariain, da cuenta del cuadro poco auspicioso que atraviesa la oferta de propiedades puestas en venta o alquiler por la desvalorización y el deterioro de la calidad de vida a causa del obrador.
"No se mueve nada. Incluso están por cerrar la sucursal del Banco Santander Río de acá al lado porque recibe a muy pocos clientes. La inauguraron en 2015 y muchos ni se enteran de su existencia porque casi no se ve", dice .
En 2018, entusiasmada por la recuperación del histórico cine teatro Gran Rivadavia (reabierto casi enfrente de su oficina) gracias a una iniciativa comunitaria, Bariain se sumó al grupo de vecinos que juntaron firmas y presentaron una nota ante la Comuna para reclamar la eliminación de la estructura montada en medio de la avenida. Pero se volvieron sin haber obtenido una respuesta.
Cansado de renovar la vidriera para una clientela que ve reducirse día a día desde la paralización de la obra, en su perfumería de Rivadavia 8716, Fabián "Tito" Romero terminó de dar forma a su propio proyecto, que considera "chiquito y fácil de implementar". "Propongo que pongan rejas en lugar de la actual pared de chapas. Con eso sólo ganás un carril por mano y mucha más visibilidad", plantea.
La mirada del comerciante se posa sobre una mujer y sus hijos, que lleva largo rato intentando cruzar la avenida por un paso peatonal mínimo, improvisado junto al portón del obrador. Del lado de enfrente, la familia entera se asoma para saber si tienen paso, pero una y otra vez vuelven al angosto bulevar, intimidados por el tránsito incesante.
Las voces se pierden bajo el estruendo de los motores de motos, autos, camionetas y trece líneas de colectivos, que, invariablemente, caen en el embudo de la calzada reducida y ensayan maniobras milimétricas para evitar los roces. La situación se complica más en los dos carriles que apuntan hacia el centro de la Ciudad, por la larga caravana que impone el giro a la izquierda del semáforo de Goya, para cruzar la vía por la barrera.
El caos de vehículos y peatones sometidos a una carrera de obstáculos por el soterramiento que quedó a mitad de camino -enmarcado por imágenes de basura acumulada en el espacio público, inseguridad, viviendas y comercios devaluados- se replica en la avenida Rivadavia a la altura de las estaciones de Ciudadela y Ramos Mejía. Solamente en Haedo (partido de Morón), las instalaciones ociosas que dejó la obra fallida fueron reasignadas, aunque bien lejos del proyecto original: allí funciona ahora una base de la División Unidad de Despliegue Móvil de la Policía Federal.
En Floresta, los tentáculos de la obra sin terminar se extienden hasta Venancio Flores al 4000, entre Segurola y Goya, a dos cuadras de la estructura montada en Rivadavia al 8700. Allí, la angosta franja verde pegada a la vía quedó a expensas de otras máquinas perforadoras y el lugar -delimitado por paneles de aluminio y cemento- se transformó en una suerte de "boca de lobo", donde reinan la marginalidad, los asaltos, la suciedad y una constante pérdida de agua que causó más de un problema a los vecinos.
"Muchos ya no viven en estas dos cuadras. Prefirieron poner en venta sus casas y mudarse a lugares más tranquilos, como era acá hasta que, a principios de 2018, nos metieron este mamotreto. Ahora no sé qué esperan para sacarlo y volver a completar el paseo verde del lado de enfrente de Venancio Flores. Si quisiera vender mi casa tengo que pensar en que se desvalorizó en un 50 por ciento", se queja el vecino Ramiro.
Por ahora, la imagen de modernidad que prometía el sistema de transporte en materia ferroviaria no se alcanza a distinguir en el horizonte. La cuestión no parece sencilla de resolver y son los propios ciudadanos porteños y bonaerenses los que se llevan la peor parte.
SC