Ámbito por Por Emiliano Galli
La decisión beneficiaría tanto a la Ciudad como a la Provincia, pero encarecería automáticamente a todo el comercio exterior.
El Puerto Buenos Aires reingresó en el debate político luego de resolver, en mayo pasado, el fin de las concesiones con una prórroga por dos años.
Pero esa extensión sólo aplica a 2 de los 3 actores: Terminales Río de la Plata (TRP) y APM Terminals. El contrato de Bactssa, en cambio, sólo prevé un año de prórroga, que transcurre en 2020 y vence el 15 de mayo de 2021.
No obstante, Bactssa pidió quedarse también hasta 2022. La Administración General de Puertos (AGP) le recordó la limitación legal y rechazó el planteo. Agotada la vía administrativa, Bactssa se reservó el derecho de recurrir a sede judicial.
La situación intranquiliza a los gremios, sobre todo a los delegados de la Bactssa, presionados por las bases que se ven sin trabajo dentro de 6 meses.
Para evitar un conflicto, la AGP apeló al consenso: firmó un acta con TRP y APM por la que se comprometen a tomar a los trabajadores de Bactssa, una vez desvinculados por ésta tras el fin de su contrato con el Estado.
El Gobierno se asegura así una doble continuidad -de las fuentes de trabajo y de la operación del puerto- mientras arma una transición para un futuro con dos operadores en 2022.
Sin embargo, las movilizaciones y paros de esta semana en el puerto evidencian que para los gremios ese compromiso no es garantía suficiente. Esto, a pesar de haber sido convocados a una mesa para decidir sobre el pase de los trabajadores.
Provincia y Ciudad
Lejos de estar encapsulado, el conflicto es seguido de cerca por el gobernador Axel Kicillof y el jefe de Gobierno de la ciudad Horacio Rodríguez Larreta.
Kicillof trabaja para activar TecPlata, la terminal de contenedores latente de Berisso, porque se convenció de que las infraestructuras portuarias son un vector de desarrollo económico.
Larreta busca todo terreno que pueda permitirle administrar nuevas áreas verdes o concesionar nuevos desarrollos. Oportunamente, Macri rechazó cederle el puerto.
La Provincia y la Ciudad aspiran a que el desenlace del puerto sea un doblete “gana-gana” para ambos.
El que decide es Alberto Fernández, porque el Puerto Buenos Aires está bajo la órbita federal. Es alta la tentación de ayudar al bastión bonaerense, por un lado, y calmar la tensión por la coparticipación con la Ciudad, por el otro, con sólo una firma.
En teoría, un reparto salomónico de porciones de torta. En la práctica, una tortura por desmembramiento para la logística del comercio exterior.
Lo que la política se resiste a entender es que son las navieras quienes deciden en qué puerto operar. En una reunión con Kicillof, anteayer, los máximos ejecutivos de las marítimas le explicaron por qué no fueron ni van a La Plata. Y por qué probablemente nunca irán.
El tamaño de los buques que hoy entran a Buenos Aires encuentran un acceso náutico muy estrecho en TecPlata.
Con el Paseo del Bajo, en Buenos Aires “desaparecieron” los camiones, mientras que en La Plata brotarán como nuevo problema al no contar con accesos listos. Como Scioli primero y Dietrich después, Kicillof prometió resolverlo.
La conectividad ferroviaria con todo el país está operativa en Buenos Aires, mientras que a Berisso no llegan los trenes.
Los muelles en Buenos Aires más que triplican a los de TecPlata, lo que limita la cantidad de buques en simultáneo que se pueden operar allí. Así, el traspaso inmediato es inviable.
Además, las cargas están concentradas en polos productivos localizados en un 80% al norte de Buenos Aires, y deberán pagar más caro el transporte terrestre para llegar a la La Plata.
La decisión política de convertir al Puerto Buenos Aires en un Central Park o en un Puerto Madero II debe resultar en una transición planificada de al menos una década. Si es automática, el comercio exterior se encarecerá de un día para el otro.
Porque sin Buenos Aires como opción, las navieras tienen más alternativas que TecPlata: pueden dejar o retirar los contenedores en Montevideo. O en el sur de Brasil. Costos de importación que se trasladarán al consumo, o a la merma de rentabilidad de la exportación.