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Con la presencia de 800 académicos, empresarios y representantes de organizaciones internacionales se está desarrollando en CABA el Congreso y Exposición Mundial de ISWA, la Asociación Internacional de Residuos Sólidos. Bajo el lema “Re-imaginemos los Residuos”, durante tres días hasta el 29 de octubre, especialistas de 50 países debaten en el Centro de Convenciones de la Ciudad sobre la gestión de residuos y la transición hacia una economía circular a partir del reciclaje.
Cada año se tiran en el mundo más de 2.200 millones de toneladas de residuos, una cifra que cubriría la superficie de CABA con desechos con un grosor de siete pisos de altura. Se trata de un problema global que se agrava a medida que crecen la población y el consumo. Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA), la generación de residuos sólidos urbanos alcanzará las 3.800 millones de toneladas anuales en 2050, de continuar los actuales patrones de producción y consumo mundial.
La base teórica de los debates de este congreso es el documento Perspectiva Mundial de la Gestión de Residuos 2024 (GWMO 2024) que advierte que si no se toman medidas urgentes, en 2050 los costos de la contaminación, la insalubridad y el cambio climático derivados de la deficiente gestión de residuos podrían duplicarse y alcanzar los 640.300 millones de dólares anuales. “Si queremos evitar este futuro, debemos cambiar los actuales esquemas de producción y consumo, pensando los productos para que puedan transformarse en materias primas para nuevos procesos productivos”, apunta Atilio Sabino, presidente de la Asociación de Residuos Sólidos (ARS) e integrante de la International Solid Waste Association (ISWA).
Residuos y desigualdad
El volumen y la composición de los residuos reflejan en gran medida la inequidad social. En Argentina, cada habitante genera en promedio un kilo de desechos por día, según el último Informe del Estado del Ambiente. Pero mientras un habitante de CABA produce 1,5 kg de residuos diarios, hay provincias donde el promedio es medio kilo diario.
Los residuos orgánicos (principalmente restos de comida) representan un 50% de los desechos domiciliarios en el país. Le siguen un 18% de plásticos, 17% papel y cartón, 5% vidrio, 5% pañales y un 5% de otros residuos inorgánicos. Mejorar la gestión de los residuos es crucial para reducir la inequidad social, ya que son las poblaciones más vulnerables las que sufren en mayor medida los problemas ambientales y sanitarios derivados de la contaminación en basurales. Y hacerlo desde un paradigma de economía circular con reciclado, es una oportunidad de generar empleo y valor, sobre todo en los países de América latina donde los recicladores urbanos cumplen un rol fundamental. Durante el Congreso de Residuos de ISWA se presentaron iniciativas y emprendimientos de reciclado con inclusión social.
En una sesión especial disertaron el presidente de ISWA 2025 James Law y los ex presidentes, Antonis Mavropoulos, Carlos Silva, Hakan Rylander,Christoph Scharff, y Atilio Savino. El actual presidente de ISWA, James Law, recordó los inicios de ISWA, en 1970, y señaló que “desde entonces creemos en un futuro donde los residuos no son el final, sino el principio de nuevos materiales. Para eso debemos invertir en infraestructura, tecnología y educación ambiental”, destacó. Antonis Mavropoulos se refirió a la basura como una cuestión social, remarcando que el incremento de la generación de residuos afecta en mayor medida a los países más pobres que carecen de infraestructura.
Carlos Silva, quien fuera presidente de ISWA en 2024, se refirió al futuro de la gestión de residuos 3D: “Desacoplar (el crecimiento de la economía del incremento de la generación de residuos), Descontaminar (los ecosistemas impactados por los residuos) y Descarbonizar (la economía mediante la captura de gas metano en rellenos sanitarios y su transformación en biogás). Hakan Rylander señaló que “la economía circular y la captura de metano para recuperación energética permiten enfrentar el problema de los residuos y mejorar al mismo tiempo la salud del planeta y las personas”. Christoph Scharff enfatizó: “no estamos en condiciones de seguir desechando materiales. Es preciso transicionar hacia una economía circular y en este camino instituciones como ISWA nos ofrecen una plataforma para fortalecer la cooperación y el intercambio de conocimientos”.
Atilio Savino resumió: “tenemos que crear un nuevo paradigma, para poder transformar los residuos en recursos. Y esto requiere un cambio cultural y apertura a nuevas ideas”.

El dilema de los plásticos
Dentro de los residuos, los plásticos son uno de los mayores problemas a escala global. Cada año, ocho millones de toneladas de plástico terminan en el mar, lo que equivale a vaciar un camión de basura por minuto. El problema es que -si bien es reciclable-, sólo un 10% de todo el plástico que circula en el mundo es reciclado. A tal punto, que ya se descubrieron cinco islas de plástico: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico, y otras tantas están en formación, según un reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El plástico es, junto con las colillas de cigarrillos, el principal factor de mortalidad de peces y mamíferos acuáticos, que al ingerirlas mueren asfixiados. Y también es un problema para la salud humana. De acuerdo al informe “Plásticos, Salud y Perturbadores Endocrinos”, elaborado por la Sociedad Mundial de Endocrinología, muchos aditivos plásticos de uso cotidiano interfieren en el funcionamiento hormonal. Estos compuestos “contribuyen a la aparición de cáncer, diabetes, daños en los riñones, el hígado y la tiroides, desórdenes metabólicos, impactos neurológicos, inflamación y alteraciones en la fertilidad”, advierte el trabajo.
Estamos en una encrucijada porque se trata de un material útil para la industria y masivamente utilizado en la vida cotidiana, cuya deficiente gestión provoca daños económicos, ambientales y sociales. En este sentido, “prevenir la generación de residuos plásticos debe priorizarse sobre su gestión”, sostienen desde ISWA. La entidad aboga por un acuerdo global vinculante que minimice los plásticos desechables de corta duración y elimine aquellos que contienen sustancias químicas preocupantes. Y propone establecer objetivos de reducción de plástico per cápita, limitando la diversidad de polímeros en los plásticos para facilitar su clasificación, tratamiento y reciclado.
En un panel centrado en Economía circular -“Hacia un futuro sin desperdicios o hacia un planeta de desperdicios”-, moderado por Antonis Mavropoulos, los disertantes señalaron que no se deben copiar recetas sino tomar las mejores prácticas y desarrollar soluciones adaptadas a cada localidad y circunstancia y coincidieron en la importancia de contar con leyes de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que establezcan responsabilidades a lo largo de la cadena de valor. En cuanto al futuro de los residuos y la economía circular, advirtieron que un escenario “business as usual” no es una opción ya que de continuar con los actuales modelos de producción y consumo, generaremos más de 3000 millones de toneladas anuales de residuos en 2050 y si insistimos en llegar a una meta de basura cero que no se logra, las personas van a dejar de confiar y creer que todo es “greenwashing”.

Residuos y cambio climático
Además de contaminar los ecosistemas, la deficiente gestión de los residuos libera metano (CH4) a la atmósfera, un gas de efecto invernadero con un poder de calentamiento global 20 veces superior al dióxido de carbono (CO2). Esto ocurre porque al desechar comida junto con otros residuos en vertederos o rellenos sanitarios, éstos se descomponen liberando gas de vertedero (GRS), una combinación de metano y dióxido de carbono. Si bien existen tecnologías para capturar los GRS y convertirlos en energía -se evita su liberación a la atmósfera y se genera energía limpia-, estas requieren considerables inversiones.
El sector de residuos es hoy responsable de un 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Sin embargo, su potencial para la descarbonización es grande ya que --a diferencia del dióxido de carbono, que permanece durante miles de años en la atmósfera-- el metano tiene una duración de apenas una década. Por este motivo, reducir las emisiones actuales de metano tendría un efecto rápido en la mitigación del calentamiento global. Para esto, una de las medidas más importantes es minimizar el ingreso de residuos biodegradables a los rellenos sanitarios, dado que la descomposición anaeróbica de los desechos orgánicos mezclados con otros tipos de desechos es lo que produce gas metano.
Soluciones en debate
Actualmente existen iniciativas como “To Good to Waste” (demasiado bueno para ser desechado), un programa del Banco Interamericano de Desarrollo que provee financiación y capacitación para la implementación de proyectos de gestión de residuos sólidos para mitigar las emisiones de metano. Este programa será presentado durante el Congreso Mundial de Residuos de ISWA.
Argentina, junto con otros 150 países ratificó el Methane Pledge que establece la reducción de un 30% de las emisiones de metano el 2030. Esto genera beneficios paralelos como el aprovechamiento energético a través de la captación del biogás de los rellenos sanitarios y su transformación en energía. Se trata de un enorme desafío y a la vez una gran oportunidad en un país donde persisten -según estimaciones del ex ministerio de Ambiente- más de 5.000 basurales a cielo abierto, y la mayor parte del gas metano que se emite a la atmósfera no es capturado ni revalorizado.
“El mundo enfrenta hoy una triple crisis ambiental, en la que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad se ven agravadas por la creciente generación de desechos”, señala Savino, de ISWA. Para evitar este futuro, “es urgente encontrar el camino de transición hacia una economía circular que permita reimaginar los residuos, para transformarlos en recursos”, concluye.