Revista ARQ. - Debatir el CUR
26 de noviembre 2024
La autora considera que debe darse un debate que incluya la voz de los vecinos, los políticos y los especialistas en desarrollo de ciudades. La importancia del modelo de manzana para definir tipologías.
El debate actual sobre los ajustes al Código de Planeamiento Urbano invita a un desafío teórico de poner en diálogo las visiones desde lo vecinal, lo político, lo técnico. Interpela profundamente el rol de los saberes. Lo complejo de lograr objetividad en el análisis sin reconocer que en el desarrollo de la ciudad,como proceso social, cada uno está inmerso en tensiones, desde el habitar y transitar la ciudad.
En este marco, hay un glosario conceptual a revisar, como ejercicio asociado a los cambios que representó pasar del Código de Planeamiento Urbano (CPU) al Código Urbanístico (CUR). Algo así como pasar del siglo XX al siglo XXI, que lleva marcas de época, de coyunturas y reconceptualizaciones que forman parte de la propuesta de repensar ajustes sobre cómo queremos construir futuro y proyectar la ciudad.
El carácter morfológico del nuevo CUR es central para entender el debate en torno a sus impactos. También la identidad, que aparece como palabra ineludible entre quienes expresan su disconformidad con el nuevo código. La mixtura de usos es un nuevo criterio de regulación aún por explorar. Y por último, la forma de abordar el equilibrio (o desequilibrio) norte-sur es la novedad que el ejecutivo pone en la mesa para debatir el proyecto de ley de ajustes 2024, que hoy está en tratamiento legislativo. Para iniciar este desafío conceptual, hay un elemento que suele pasar desapercibido: el CPU promovía un modelo de manzanas con esquinas bajas, para garantizar condiciones de ventilación y asoleamiento para un corazón de manzana enorme. Si bien este modelo teórico no se verifica porque las torres de perímetro libre resultaron la impronta que dejó en el tejido de la ciudad ese código, eso que promovía hizo que se mantuvieran bajas miles de esquinas de la ciudad con sus antiguas edificaciones. De manera contraria, el CUR aprobado en 2018 impulsa un modelo de manzana con alturas fijas (dejando atrás al FOT y FOS).
Es decir, propicia macizos consolidados como bloque, y que si bien muchos interpretaron que para fijar las alturas de cada manzana se retomaría lo existente, la definición morfológica es por áreas o corredores. Se busca lograr un paisaje homogéneo, que con el paso del tiempo elimine la desprolijidad de las medianeras dispares (de las existentes, y las que también provocan las obras actuales). Entonces, se promueve una ciudad con perfiles más sólidos, pesados y contundentes; y con mayor constructibilidad. El código morfológico amplió la carpa en todo el tejido de la ciudad.
Si bien el impulso a la renovación fue generalizado, el carácter del nuevo código impactó de forma contundente en las esquinas porque permite construir mucha más altura que antes, estimulando la demolición de los bares, pinturerías, maxikioscos, farmacias, almacenes. Entonces, hay algo del reclamo de los vecinos que se expresa como la pérdida de identidad, que puede llevar a una dimensión de análisis de las esquinas como cruce, lugar de encuentro, de compartir o chocar, de chisme y debate. Hay un espacio que se abre en las esquinas, que amplía la visión.¿hay algo más barrio que la esquina? Son lugares de encuentro, como el club, la escuela, la plaza, y algo sensorial de lo cotidiano, de lo que no se puede explicar,como cae el sol por tal o cual eje. Y desde esa interpelación podemos saltar de escala porque las esquinas son el mascarón de proa de una cuadra, le dan carácter y definen paisaje identitario (además de pensar que mayores alturas sacan sol y viento, y agregan cemento).
En algunas esquinas eso lo dan las cúpulas, por lo que parece un reduccionismo interpretar la identidad como un debate de alturas edificables.
Frente a la renovación, pareciera que los vecinos quieren catalogar todo como protegido, pero hay un debate válido para repensar colectivamente qué es la identidad, que resulta un desafío de diseño y un desafío cultural sobre cómo definir pautas de desarrollo porteño. Porque nadie quiere un no lugar, y no tantos se quieren ir, vender, valorizar, irse a otro lado. Repasando los trabajos de Fernando Diez sobre la importancia del modelo de manzana para definir tipologías arquitectónicas, estas definiciones llevan implícito un tipo de producto, un modelo de negocio y un volumen de inversión, además de un paisaje urbano.
Por otro lado, dejar el zoning y promover la mixtura como criterio para regular la distribución de las actividades productivas requiere definiciones más ajustadas sobre los impactos en la dinámica barrial delos camiones y los bares, y sobre la persistencia de edificios industriales vacíos, la transformación de viviendas en depósitos y la degradación del Área Central. Porque hay una definición al promover obras nuevas en lugar de estimular la recuperación de edificios existentes, facilitando proyectos de reciclaje.
Por último, es ineludible revisar el novedoso instrumento que el ejecutivo propone incluir al CUR, de habilitar una Capacidad Constructiva Adicional (CCA) a proyectos situados en avenidas o áreas del norte,como compensación de impulsar paralelamente proyectos de viviendas nuevas en los barrios del sur dela ciudad. Para generar equilibrio entre el norte y el sur, espejo de una frase que se repite históricamente.
Si bien no es claro si la propuesta surge a partir del déficit habitacional y el hacinamiento que registra el sur; o si está fundada en el dato de que hay menos proyectos, permisos de obras o inversiones privadas en el sur, cuando se habla de los desequilibrios norte-sur es frecuente visualizar las diferencias entre el servicio del premetro y que la línea H del subte no llegó a Pompeya porque el Estado solo la extendió hasta Parque Patricios. También que la obra del viaducto ferroviario en Belgrano finalizó en dos años, y que en Pompeya se sigue esperando avances la obra de extensión del FFCC Belgrano Sur hasta Constitución, que sin dudas dinamizará esos barrios. Y si bien es difícil definir los desequilibrios, vale la pena preguntarse si estimular las obras nuevas puede coadyuvar al equilibrio urbano, a riesgo de tener que discutir en dos años nuevos impactos con nuevos colectivos vecinales, tal como ahora se hace con los deNúñez, Chacarita, Villa Ortúzar, Villa del Parque, Villa Devoto, etc. Porque al sur le faltan muchas cosas, pero le sobra identidad. Entonces aparece un glosario, más amplio que lo planteado en estos pocos párrafos, para asumir un desafío teórico, democrático y ciudadano implícito en el debate del código urbanístico. Porque algo de la identidad implica diversidad y distintas voces, y porque es oportuno explorar marcos de actuación sobre los desequilibrios sociales en esta coyuntura, además de la distribución de m2 adicionales. Aprovechemos la oportunidad de ajustar los diagnósticos, las conceptualizaciones y los desafíos para construir ejes de desarrollo porteño.
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Participación en audiencia pública de CABA- Paloma Garay
https://youtu.be/xl4sbBftRRY?si=53T7Wz2m71JlDFlB
Les compartimos la participación de nuestra investigadora Paloma Garay Santaló en la Audiencia Pública sobre el proyecto de ley de modificación del código urbanístico de la ciudad. La audiencia pública es una instancia en la que vecinos interesados, representantes de Instituciones, ONGs y asociaciones barriales pueden plantear su opinión ante los diputados de la Legislatura de la Ciudad.
En la Legislatura de la ciudad se está debatiendo un proyecto de ley de “ajustes” al código urbanístico. Este proyecto, impulsado por el gobierno de la ciudad, recupera algunas de las demandas de los colectivos vecinales que se organizaron para decir “no al código” colgando banderas en las ventanas de los barrios de casas bajas por el impacto que el Código, aprobado en 2018, generó en solo 6 años.
En la actualidad se debaten ajustes sobre lo habilitado a construir en los barrios que se organizaron, y la inclusión de un “incentivo” a construir en el sur, a cambio de habilitar torres de alturas extraordinarias en el norte. Nuestra colega cuestiona que se discuta solo la distribución de m2, porque esto no atiende los problemas planteados por los vecinos de la ciudad. Sostiene que se requieren buenos diagnósticos y más planificación territorial.
Paloma es investigadora en el Programa de Desarrollo Territorial y Estudios Metropolitanos (PDTEM) de nuestro instituto. Sus temas de interés son la planificación metropolitana, desde las regulaciones, la movilidad y el ambiente. Integra el Consejo del Plan Urbano Ambiental de la ciudad y también es docente en la materia geografía de la circulación en la carrera de Geografía FFyL-UBA.