23/02/2021
Clarín.com - ARQ - Arquitectura
Por Inés Álvarez
Playón Colegiales. Los vecinos proponen que se cree un parque cultural. Foto Mario Rafael Quinteros.
Mientras dos desarrolladoras están comercializando sus proyectos, una agrupación de vecinos pide cambiar el destino del predio ferroviario.
Un conflicto atraviesa a los vecinos de la Comuna 13, que comprende los barrios de Belgrano, Núñez y Colegiales. El foco del problema es el Playón Colegiales, ubicado entre las avenidas Lacroze y Cramer y las calles Moldes y Virrey Avilés y perteneciente históricamente al ferrocarril.
La disputa comenzó en 2016, cuando la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) decidió darle un destino al terreno a partir de un concurso nacional de ideas. Convocó a la SCA, quien dispuso la reglamentación, y a los meses resultó ganador el proyecto de los arquitectos Marcelo D’Andreas y Oliverio Najmías.
En principio, su propuesta conquistó a todos: habría edificios de usos mixtos y áreas verdes públicas, incluso más del 65% de la superficie que exige la Ciudad.
El playón ocupa 7 hectáreas y contiene galpones ferroviarios. Foto Mario Rafael Quinteros.
Sin embargo, por la misma época, un grupo de vecinos se expresó en contra “no del progreso”, como aclara Adriana Fernández -una de las involucradas- sino a favor de que el Playón se convierta exclusivamente en un parque cultural. “ Nos pusimos a pensar que es un pulmón verde, que son casi 7 hectáreas y que el barrio necesita un parque porque es una zona que creció mucho en edificios. En cada cuadra hay por lo menos dos edificios en construcción. Colegiales tiene 0,7 m2 de espacio verde por habitante cuando lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud son entre 10 y 15 m2”, aclara.
Luego del concurso, la Legislatura porteña le dio normas al terreno en un proceso que llevó dos lecturas y del que participaron los vecinos, aunque Fernández recuerda que no fueron escuchados.
Por el momento, solo dos proyectos avanzaron en su comercialización. Foto Mario Rafael Quinteros.
El resultado le permitió a la AABE fraccionar el predio en 9 lotes y subastar cinco de ellos entre 2017 y 2019. Cuatro fueron comprados por Grupo Sancor, que a su vez vendió dos a G&D Developers y a Fernández Prieto & Asociados, quienes se unieron para llevar adelante un proyecto de usos mixtos.
Por su parte, el Grupo Uno en Uno obtuvo su terreno de Vidal y Olaguer y Feliú en el último remate.
Quedaron sin subastarse 4 lotes que están en disputa (el actual Gobierno nacional decidió frenar su cesión a la Ciudad). En los 5 vendidos se anuncia la construcción de los desarrollos Distrito Colegiales (G& D + Fernández Prieto) y Depart (Grupo Uno en Uno). El más avanzado es el primero, con plano aprobado de un proyecto que prevé dos torres de 9 pisos (el máximo permitido sobre Moldes) y un basamento que une ambos volúmenes.
Distrito Colegiales. El proyecto de G&D + Fernández Prieto.
En diálogo con ARQ, el Arq. Daniel Mintzer, uno de los desarrolladores, aclara: “No necesitamos ninguna excepción e hicimos exactamente lo que pide el Código. La volumetría permitida surgió de un concurso organizado por la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) que nadie objetó y los planes salieron por trámite normal. Tampoco hizo falta una evaluación de impacto ambiental, porque la obra no supera los 20.000 m2”.
Sin embargo, Mintzer reconoce la inquietud de los vecinos. “Yo también quisiera un parque frente a mi casa, pero nosotros compramos algo legal, de buena fe. Incluso teníamos dos opciones de diseño y elegimos el que le permite un mayor ingreso de luz natural a los edificios de enfrente. Creo que el reclamo debió hacerse antes de que se subastaran los lotes”, asegura. El arquitecto también responde a un temor de los vecinos: “El proyecto que vamos a hacer es el que está aprobado y estamos comercializando y para el que no fue necesario ningún convenio urbanístico. En el futuro no pondremos, ni queremos poner, una reja que limite el acceso a los espacios públicos”.
Depart. La propuesta de Grupo Uno en Uno en Vidal y Olaguer y Feliú.
En el mismo sentido se expresa Diego Rybka, socio de Grupo Uno en Uno. “Compramos el lote en una subasta de la AABE en 2019 y tenemos la escritura y todos los papeles en regla. En el camino, nos enteramos que había vecinos descontentos. Por mi parte estoy tranquilo porque sé qué clase de arquitectura hacemos. Como Mintzer, también nosotros desarrollamos en Donado Holmberg y respetamos los espacios públicos correspondientes, algo que se puede comprobar aún hoy. Hacemos edificios amigables con el entorno, incluso en uno logramos que cada usuario pueda llegar a su departamento en altura con su bicicleta. Nuestro proyecto no requirió ni informe de impacto ambiental ni convenio urbanístico, nos ajustamos a lo que recomendó la SCA y reguló la Legislatura”, afirma.
Mientras tanto, algunos ciudadanos se movilizaron y elaboraron un proyecto para que sea derogada la ley 5875, una acción que comparten con vecinos de otros playones como Palermo, Villa Urquiza y Caballito.
Fernández explica su postura: “Pensamos que cuando un gobierno quiere hacer un desarrollo de un barrio tiene que consultar con los vecinos previamente. El ejecutivo porteño siempre negó la venta del Playón porque son tierras nacionales. Pero cuando nos reunieron después de la primera lectura (por las presiones que hicimos), el 100% de los vecinos dijimos que necesitábamos todo un parque. Los terrenos públicos son un banco de tierra, es un bien finito, no hay necesidad de venderla a los privados porque ellos tienen la opción de comprar lotes con casas viejas y demolerlas”. La propuesta de los particulares agrupados es la de crear un parque cultural y reutilizar algunos galpones en desuso para cumplir con las necesidades del barrio: centros culturales, escuelas de oficios, centros deportivos para las escuelas de la zona y hasta, tal vez, un anexo del museo ferroviario, situado en Retiro.
“Está en juego la identidad del barrio”, advierte Fernández, “pero también la infraestructura y la absorción del suelo, que se verían afectados por la llegada de más gente y cemento”.
Los desarrolladores cuentan que otros vecinos están conformes con sus proyectos t afirman que después de décadas de abandono, la revitalización del área generaría más empleos, seguridad y dinamismo.