Mauricio Giambartolomei
LA NACION
El proyecto forma parte del plan para generar 65 nuevas manzanas verdes; se espera que la primera etapa de la obra finalice en mayo
Los adoquines que se sacaron del piso fueron apilados hasta formar una montaña al lado de los durmientes que eran partes de las vías. Allí están a la espera de volver a ser reutilizados, pero en otras funciones: conformarán parte de los senderos que se integrarán a la superficie verde, entre plantas y árboles nuevos, y también del mobiliario urbano que acompañará el cambio en el viejo playón ferroviario de Colegiales donde, en pocos meses, un nuevo parque reemplazará a viejas y obsoletas construcciones en desuso.
El predio donde se instalará el Parque Ferroviario está en pleno proceso de transformación. Son casi dos manzanas y media entre las calles Virrey Olaguer y Feliú, Moldes, la avenida Federico Lacroze y las vías del ferrocarril Mitre, donde se generarán 18.000 metros cuadrados de espacio verde, según la promesa del Gobierno porteño. El proyecto se encuadra en el plan de inyección de nuevo espacio verde y público que se irá sumando en los próximos meses.
Las viejas vías ferroviarias se mantendrán y se integrarán al diseño de senderos y parquizaciónEnrique García MedinaAunque los primeros trabajos comenzaron en noviembre pasado, por estos días se aceleraron para poder cumplir con la meta de entregarlo entre mayo y junio. Por eso, entre máquinas excavadoras que van removiendo la tierra, varios operarios realizan tareas manuales y preparan el terreno. Las vías por donde antes se movían las formaciones ferroviarias quedan expuestas a cielo a abierto y así estarán hasta que sean incorporadas al diseño del lugar. ¿El objetivo? Que el nuevo parque conserve la impronta ferroviaria y que no pierda identidad.
Según explican los responsables de la obra, los paredones que cierran el predio por la calle Moldes serán derribados para que el nuevo espacio sea abierto por ese sector, aunque la entrada principal será en la equina de Federico Lacroze donde hoy funciona el Centro de Jubilados, Pensionados y Adherentes. Concurren unos 50 jubilados a buscar su vianda o a almorzar allí; también a jugar al burako, a descansar o, simplemente, pasar el rato entre clases de yoga, folclore, tango y salsa, entre otras actividades.
La sede será demolida y trasladada a uno de los dos galpones históricos y ferroviarios que serán restaurados (en el otro se proyecta instalar un emprendimiento gastronómico). También desaparecerán los locales que estaban por delante de los galpones para darle más aire al terreno; en cambio se conservará una casita, donde funcionaba una balanza, que le dará su aporte a la identidad buscada, pero como una oficina de informes o un funcionamiento similar.
“Hace muchos años vivía acá y veía como estaba todo abandonado, oscuro y generaba un ambiente raro. En la pandemia fue peor porque no había nadie en la calle y los que sí veníamos a laburar, como nosotros, estábamos con más dudas. Un espacio verde y abierto es mejor que algo cerrado y abandonado, no hay mucho que decir sobre eso”, admite Carlos Javier Ramos, quien gestiona el Centro de Jubilados donde las personas asisten y reciben su comida gratis.
Se espera que el parque genere nuevos usos de espacio público, con más circulación peatonal y zonas de conexión con la plaza Juan José Paso, a partir de un diseño urbano que enlaza ambos espacios creando un corredor verde. “Habrá árboles trasplantados, otros que se retirarán porque están secos o con riesgo de caída y se sumarán especies nativas como Canelón [según el nombre popular, o Myrsine laetevirens]. Esta primera etapa se unirá con una segunda que irá desde la calle Zabala y Virrey Arredondo integrándose por detrás de los dos edificios nuevos”, explicó la arquitecta Amelia Agüero, inspectora de la obra de la Dirección de Obras de Regeneración Urbana.
Los vecinos de la zona o las personas que la frecuentan a diario muestran conformidad con el proyecto, aunque la construcción de esos dos edificios, con locales comerciales, marca un punto de disconformidad para algunos. “Fue una lucha perdida de los vecinos que durante años intentamos que no hagan torres en el predio y, finalmente, construyeron dos. Claro que estamos a favor del parque, aunque no en estos términos”, argumentó Belén, que no quiso dar su apellido, mientras paseaba con su perro sobre la vereda de Moldes.
“Da un poco de bronca que haya habido especulación inmobiliaria, pero somos rehenes de la clase política que nunca escucha del todo a los vecinos y siempre termina haciendo su juego”, agregó antes de seguir su camino.
Distinta es la opinión de Alberto Josse que mira con atención lo que pasa del otro lado del muro, se para, espía por algún agujero que encuentra, saca fotos con su teléfono y se para a analizar. “Todo parece estar más iluminado, hay más sensación de seguridad porque esto era abandono puro. Hay que esperar que avance rápido y bien, que no sea un proyecto más que quede descartado”, pide el hombre.
“Al barrio le vendrá bien una plaza, un parque. Tenemos un espacio donde querían poner una sucursal del Mercado Central, por fortuna eso se convirtió en una biblioteca y un parque, pero no mucho más. En este caso, los vecinos del frente son los que más beneficiados, pero en general será mejor para todos nosotros”, agregó el vecino.
Sandro Gómez y Gustavo Igarzábal coinciden que el predio era un símbolo de abandono, un espacio muerto que solo podía generar desolación, basura y un posible objetivo de ocupaciones ilegales. “Que se abra a la gente, que haya más árboles y más parque siempre será mejor”, sostuvo Gómez.
“Sirve mucho, pero que lo equipen con baños, con agua, que se cuiden los canteros, los árboles, las plantas porque si no, será todo un descontrol como ocurre con todas las plazas y parques de la zona. La gente suelta a sus perros que andan por todos lados, rompen todo, es una pena que pase eso”, pidió Igarzábal mientras miraba a los perros que pasea.
El proyecto, en números: serán 23.800 m² en trabajos que se dividirán en dos etapas (6175 m² en el polígono de Federico Lacroze, Moldes, Palpa, Teodoro García y el borde de la estación; y 15.621 m² en el polígono de la calle Moldes, Zabala, la plaza Juan José Paso, la proyección de Virrey Olaguer y Feliú y las vías del Mitre); habrá 259 árboles totales y vegetación nueva (peral de flor, roble piramidal, liquidámbar, lapacho, jacarandá, chañar, entre otros); 61 bancos nuevos, 79 luminarias 100% LED, entre otras características. El polígono Lacroze debería estar terminado en mayo y el polígono Virreyes, en agosto.
Para la Ciudad se trata de uno de los proyectos transformadores en el plan de generar 65 nuevas manzanas de espacio público y verde. De hecho ayer el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta visitó la obra junto a parte de su gabinete para conocer el avance de los trabajos. La ministra de Espacio Público e Higiene Urbana, Clara Muzzio, sostiene que este proyecto impactará en más de 80.000 personas. “Trabajamos todos los días para lograr una Ciudad que vuelva a mirar al río, con nuevos parques y plazas en todos sus barrios, con calles en las que se reemplaza cemento por superficie absorbente”, sostuvo Muzzio.