Perfil | OPINIÓN
15-04-2019
Si la situación actual no se modifica el aire seguirá contaminado, aunque la gente que ha naturalizado los olores no lo advierta.
Raúl A. Estrada Oyuela*
En Buenos Aires, el viernes 12 de abril del 2019 por la mañana, el aire era más frío a la altura del suelo que en las capas superiores. Ese fenómeno que se conoce como inversión térmica, hizo que cerca del Riachuelo y en zonas próximas, se percibiera el olor nauseabundo de las emisiones industriales contaminantes.Inicialmente se dijo que provenía de una planta de cebos en Lanús. Más tarde la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) sostuvo que se originaba en una curtiembre de Lanús.
Puede haberse originado en esas o en muchas otras plantas porque ACUMAR no ha establecido límites en las emisiones de gases y partículas.
El 8 de julio de 2008, la Corte Suprema le ordenó mejorar la calidad de vida de las personas, recomponer el aire, el agua y los suelos, y prevenir daños futuros. Más allá de algunas mejoras cosméticas, ese mandato se encuentra incumplido. Las medidas sobre la calidad de las aguas y al aire, simplemente mantienen regulaciones anteriores que desde el siglo XIX toleran la contaminación.
Por qué se produce el fuerte olor que afecta al sur de Buenos Aires
Los vecinos del Riachuelo han naturalizado los malos olores del aire que perciben desde siempre. La inversión térmica es poco frecuente en nuestra ciudad, pero es causa habitual de la contaminación atmosférica de Santiago de Chile: el viernes 12 concentró los gases en Buenos Aires y despertó preocupación.
En junio de 2006 la Corte ordenó a la Nación, a la provincia y a la CABA que presentaran un plan integrado de saneamiento ambiental de la cuenca. Por ley 21.168, ese mismo año crearon ACUMAR, con facultades para realizar el plan, cuyos objetivos precisó la Corte en un nuevo fallo de julio de 2008. La Autoridad de la Cuenca es así una persona interpuesta entre el tribunal y los gobiernos condenados.
ACUMAR mejoró el aspecto del Riachuelo retirando cascos abandonados, desalojando y limpiando parcialmente las riberas y retirando parte de los desperdicios flotantes, pero no ha ejercido su autoridad para reducir la descarga de efluentes líquidos ni las emisiones de gases y partículas. No controla las descargas cloacales de AySA, y los efluentes industriales tienen permitidos los mismos niveles de contaminantes que estaban autorizados el siglo pasado . ACUMAR hoy presencia la construcción del colector de la margen izquierda que debió haberse terminado en el 2016 pero recién se concluiría en el 2023. Esa obra es insuficiente porque descargará en el Río de la Plata, a 7 km de la costa, aguas cloacales crudas con gran parte de los coliformes fecales y la escherichia coli que hoy están en el Riachuelo .
En 2007 ACUMAR aprobó una lista insuficiente de 3 materiales particulados y 5 gases cuya presencia en el aire debe ser monitoreada. Estableció parámetros máximos para cada uno, menos para el benceno, cancerígeno ampliamente reconocido. El límite para el benceno debía fijarse en dos años, pero hasta hoy está pendiente.
Ante la falla en la regulación para las emisiones, el 5 de octubre último nuevamente el Juzgado Federal a cargo de ejecutar la sentencia, ordenó a ACUMAR que establezca los límites requeridos. Para hacerlo la Autoridad de la Cuenca convocó para el 11 de noviembre a una reunión con la provincia y la CABA, pero la provincia no concurrió. Convocó otras el 4 y el 18 de diciembre, el 19 de febrero y el 23 de marzo último. Las actas muestran que en ninguna de ellas se avanzó .
La Corte ha dispuesto la publicación por internet de estos procesos judiciales. Allí puede conocerlos el público. Si la situación actual no se modifica el aire seguirá contaminado, aunque la gente que ha naturalizado los olores no lo advierta. El problema es grave porque mientras el agua contaminada puede reemplazarse comprando agua pura para beber, el aire para respirar no se puede reemplazar de la misma forma.
(*) Academia Argentina de Ciencias del Ambiente. Apoderado de la Asociación de Vecinos La Boca