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En Rosario, casi no tiene visitantes y muchos de sus comercios están cerrado Foto: Marcelo Manera
Marcelo Manera
Quedarse en casa, ese slogan que comenzó a difundirse a fines de marzo pasado cuando se impuso la primera cuarentena total para prevenir contagios de coronavirus, terminó teniendo consecuencias muy duras para muchas actividades económicas y hasta cambió la fisonomía y los hábitos de distintos microcentros urbanos, usualmente ocupados con oficinistas de paso apurado, puestos de venta callejera de rubros variados, bares, restaurantes y otros servicios que funcionaban sin descanso los días hábiles. Los cambios en las rutinas y las costumbres parecen haberle asestado un golpe mortal a esos ámbitos de las ciudades, que se convirtieron en microcentros fantasmas a toda hora.
El cierre definitivo de locales, incluidos bares tradicionales, los carteles de venta o alquiler de inmuebles y la casi nula circulación de personas son comunes a los microcentros de Rosario, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata y La Plata. En algunos casos, la situación es fluctuante porque depende de la flexibilización de las medidas sanitarias según la situación epidemiológica.
Repoblar el centro con gente joven, la apuesta de Rosario
En Rosario las consecuencias fueron duras: cerraron más de 300 locales por la caída de la demanda, conjugada con los altos precios de los alquileres. La gente transita menos por esa zona; desapareció el hábito de pasear. Las rutinas pasaron a ser funcionales. Cuando empieza a caer la tarde las calles quedan casi desiertas y el centro de Rosario, que históricamente tuvo una vida cultural y comercial muy activa, se apaga.
El desafío de los sectores público y privado es cómo encenderlo. Desde el municipio impulsan proyectos para reactivar la zona céntrica también golpeada por la inseguridad. “Una de las apuestas que tenemos es generar las condiciones para que vengan a vivir los jóvenes al centro de la ciudad, porque la pandemia hizo crujir el concepto clásico y comercial de downtown”, explicó a LA NACIÓN el intendente Pablo Javkin. Esa estrategia va atada a cambios en el código urbano, al incentivar la construcción de edificios y permitir pasar de 23 a 30 metros en cuatro corredores, como Maipú, San Juan y las peatonales Córdoba y San Martín.
Esta tendencia va a profundizar las políticas para alejar a los autos de esta trama urbana y generar un circuito cultural, que conecte los teatros El Círculo, La Comedia, Astengo y Lavardén.
Fabio Acosta, presidente de la Asociación Casco Histórico de Rosario, consideró que “se necesita una política de shock para que veamos un cambio significativo y no es todo dinero, como que el espacio público esté limpio, ordenado, que el arbolado esté podado, que esté cuidado de día y noche, para que vuelva la gastronomía”.
El microcentro cordobés, el gran perdedor de la pandemia
El microcentro de la ciudad de Córdoba es el gran perdedor en términos de mercado inmobiliario del año de pandemia. Aunque en otros corredores comerciales de los barrios también hay locales vacíos, en ningún lado –coinciden las fuentes consultadas- hay tantos espacios sin ocupar como en el corazón de la capital. El Covid-19, coinciden varios especialistas, fue el tiro de gracia para un área que ya venía a los tumbos.
Desde la Cámara de Comercio de Córdoba indican que la vacancia de locales ronda el 18% del total en el microcentro y las galerías –las más golpeadas- tienen hasta el 37% de sus espacios desocupados. José Viale, presidente de la entidad, precisa que hay unos 4043 locales en la zona de los que 750 están sin alquilar.
Desde la Red de Comerciantes Unidos, Tamara Sternberg, reconoce que se pronunció una “caída” que ya venía. Apunta que coinciden otros factores como las manifestaciones permanentes; el hecho de que la Municipalidad “no hace nada para cambiarle la cara” (apunta falta de higiene y problemas para la carga y descarga) y a la extensión de la inseguridad.
Desde la gestión municipal se realizaron tareas “de embellecimiento” en determinadas manzanas del centro (en la zona de la Plaza San Martín); Nueva Córdoba y Mercado Norte, con acciones de puesta en valor y más áreas peatonales. El mayor problema que apuntan los comerciantes es que los cambios de recorrido del transporte deja a la gente a unas seis cuadras del sector céntrico.
En Mar del Plata, el impacto no solo es para el turismo
En Mar del Plata todavía hay vidrieras pintadas de blanco con el mensaje de despedida. “Nos vamos”, se lee. En otra, con carteles en letras rojas, se avisa sobre la pronta partida: “Liquidación por cierre”, promociona. “Remato todo”, se advierte en un local donde el mensaje expone aún más la desesperación de comerciantes que sintieron cada vez más pesadas las persianas de locales que tuvieron que cerrar de manera obligada, desde que en febrero del año pasado el gobierno dispuso el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO). Tanto que cientos de ellos las levantaron nunca más.
Los relevamientos periódicos de la Unión del Comercio, Industria y Producción (UCIP) realizados durante los últimos doce meses son lapidarios desde los indicadores de caída de ventas, empujados por una crisis económica original y disparados por la pandemia que les arrebató clientes durante varios meses.
En el microcentro el shock es importante. Tramos de calles Rivadavia y Belgrano, así como de Buenos Aires en cercanía de Playa Bristol, tienen decenas de persianas metálicas bajas a tiempo completo. Y carteles de alquiler que los ofrecen. Marcas históricas, con décadas de vigencia en Peatonal San Martín, apagaron las luces y también se rindieron ante una crisis inédita.
Mendoza, dinámica de bajas y altas de comercios
Uno comercio cerrado, otro abierto. Así lucen las principales calles del microcentro de la capital de Mendoza, donde el efecto de la pandemia fue contundente, pero muy dinámico. Según los datos a los que accedió LA NACIÓN, hubo un gran movimiento de bajas. Los informes de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza dan cuenta de 480 cierres de locales, con un pico de clausura de persianas en junio y julio pasados y con un repunte en los meses de noviembre y diciembre. En la actualidad, en base a los últimos registros de este mes, la tendencia positiva comenzó a reforzarse de manera notoria. Incluso, se definen acciones oficiales con los propietarios de los negocios para sostener el horario corrido, de 10 a 19, dejando de lado la tradicional “siesta mendocina”.
La Plata, la crisis a pasos de la gobernación
La crisis en los comercios bonaerenses se siente de modo particular en La Plata, su capital. Los locales cerrados y en alquiler circundan a la gobernación, el Ministerio de Hacienda y Finanzas y a la Agencia Federal de Impuestos (AFIP). Justo en frente al Ministerio de Hacienda y Finanzas, el panorama es desolador: sobre la calle ocho, arteria céntrica de la ciudad, entre 46 y diagonal 74, hay siete comercios cerrados con enormes carteles de alquiler.
En la calle seis, en la vereda opuesta a la gobernación, hay dos grandes locales vacíos. También está cerrado un histórico bar en 6 y 53. A tres cuadras de la gobernación, en 49 entre 5 y 6 hay otros seis locales cerrados. La misma situación se repite en 50 entre 5 y 6, en los alrededores de la AFIP, donde hay al menos tres comercios con persianas bajas.
Los alquileres comerciales en la provincia de Buenos Aires bajaron un treinta por ciento en el último año, según informó Juan Carlos Donsanto, presidente del Colegio de Martilleros de este territorio. En La Plata cerraron entre 1500 y 2000 locales en el último año, según la Confederación Económica de la provincia de Buenos Aires.
Cerró la confitería París, en el emblemático Pasaje Dardo Rocha, en el corazón de la ciudad. Había estado abierta desde 1969.