Por Matías Alonso |17 dic 2020
La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) identificó a 18 empresas recuperadas que deben modificar sus procesos productivos por su condición de agentes contaminantes. Una de ellas es la Cooperativa Aceitera La Matanza, que a partir de la asistencia del Ministerio de Desarrollo Social y de un convenio con la Universidad Nacional de La Plata encaró su readecuación ambiental.
Agencia TSS – La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) tiene un registro especial para las empresas recuperadas por sus trabajadores que se encuentran en la cuenca. De las alrededor de 400 empresas recuperadas que hay en la Argentina, unas 100 están emplazadas en la cuenca Matanza Riachuelo, de las cuales 18 deben modificar sus procesos productivos por su condición de agentes contaminantes. Los rubros más complejos para esta reconversión son los frigoríficos, curtiembres, alimentarias, metalúrgicas y galvanoplastías.
Gracias a este registro especial se están pudiendo adecuar los medios de producción de estas empresas con la ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. La ayuda consisten en recursos humanos, técnicos y financieros para que las empresas recuperadas puedan llevar a cabo el Plan de Reconversión Industrial (PRI). El proyecto surgió del diálogo con la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas del Ministerio de Desarrollo Social.
Maximiliano “Fino” Correa es el secretario general de la Cooperativa Aceitera La Matanza, ubicada en San Justo, una empresa recuperada por sus trabajadores que empezó a funcionar en el año 2016. Correa le dijo a TSS: “Acumar hoy está tratando de ayudar a las cooperativas porque en realidad muchas no tenemos las suficientes herramientas para estos proyectos. No es que no queremos hacerlos, sino que nos cuesta más que a una empresa privada”.
Aceitera La Matanza fue creada tras la quiebra de Agroindustrias Madero, en 2016. En ese año pudieron recuperar su puesto de trabajo 100 personas que pasaron a ser cooperativistas.Ricardo Petit, cooperativista de Aceitera La Matanza y encargado de tratamiento de efluentes de esta empresa recuperada, explicó: “Nosotros no teníamos mucha idea de cómo hacer la readecuación ambiental. Todos los compañeros que estamos en producción, los técnicos y la administración, éramos todos trabajadores de planta que no sabíamos nada del tema. Fue un proceso de cambio y aprendizaje en general”. Aceitera La Matanza fue creada en el año 2016 tras la quiebra de Agroindustrias Madero. En ese año pudieron recuperar su puesto de trabajo 100 personas que pasaron a ser cooperativistas.
En el plan de readecuación de la empresa también contaron con la colaboración de la Universidad Nacional de La Plata, a través de un convenio por el cual la cooperativa brindaba espacio para pasantías y trabajos de tesis de estudiantes próximos a recibirse.
Según Petit, “en un primer momento se presentó un plan de adecuación, que fue aprobado, y se presentaron los proyectos que teníamos que hacer y la modificación de la planta de tratamiento de efluentes. Trabajamos con un grupo de asesores que antes trabajaban en ACUMAR y después pasaron a trabajar de forma independiente, que nos ayudaron mucho con el tema de trámites y cuestiones burocráticas, y nos pusieron en contacto con la gente de la UNLP”.
ACUMAR es un ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional creado en 2006 debido a la situación de deterioro de la cuenca, y está integrado por los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación, Provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El vínculo de la cooperativa con la UNLP permitió que se mejoraran procesos de producción y un uso más eficiente de la maquinaria. La cooperativa logró automatizar la planta de tratado de efluentes y en este momento está en el proceso de cambio de todas las cañerías de la refinería de aceites y haciendo una separación de las cañerías de pluviales y de residuos cloacales. Así, se logró reducir en un 30% la carga contaminante y realizar una evaluación periódica de los efluentes líquidos, pero todavía sus vertidos cloacales presentan valores altos de Demanda Química de Oxígeno (parámetro muy utilizado para medir la contaminación del agua), por lo que pidieron una prórroga que fue concedida por ACUMAR. Cuando termine el proceso de cambio de cañerías deberán evaluar si necesitan ampliar su planta de tratamiento de efluentes o si pueden manejarse dentro de los valores permitidos.
En el plan de readecuación de la empresa también contaron con la colaboración de la Universidad Nacional de La Plata, a través de un convenio por el cual la cooperativa brindaba espacio para pasantías y trabajos de tesis de estudiantes próximos a recibirse.
La cooperativa pasó momentos duros en los cuatro años que lleva desde su creación. En el año 2018, las facturas de electricidad eran de un millón y medio de pesos por mes y enfrentaban un reclamo por dos millones de pesos correspondientes a un “saldo anterior”, con amenaza de corte si no pagaban.
La empresa firmó el año pasado un contrato con Molino Cañuelas, a partir del cual esta empresa les provee de semillas para su procesamiento. Ellos se llevan el aceite, por un lado. y el pelet de girasol, por el otro. “Con eso tenemos cubiertos los costos fijos y, como la empresa anterior declaró la quiebra, nosotros arrancamos la cooperativa sin deudas”, explicó Correa. La cooperativa también venden dos marcas propias de aceites: El Cortijo, que es aceite pura de girasol, y Singular, un aceite mezcla.
Actualmente, se encuentran estabilizados desde el punto de vista económico y con buenas perspectivas para el futuro. A principios de este mes se hizo la presentación de la Cámara Argentina de Productores de la Economía Popular en las instalaciones de la cooperativa. “La mayoría de nosotros estábamos en producción y mantenimiento. Estar al frente sacando esto adelante es un cambio bastante importante en lo personal. Uno está acostumbrado a trabajar bajo patrón y estar al mando de la planta es un cambio grande y a la vez muy bueno”, dijo Petit.