Autor: Daniel Kozak *
Reflección a propósito del Paseo del Bajo
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“Más unidos, de Sur a Norte” es el eslogan de la campaña de difusión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para promocionar la última versión del fatigado proyecto de la autopista ribereña, ahora renombrada Paseo del Bajo. Este cambio de nombre –que conlleva la implícita aceptación de que una autopista en ese lugar tiene connotaciones negativas–, es seguramente la mayor innovación del último proyecto. Pero, tristemente, a pesar de los esfuerzos por crear plataformas peatonales –muy destacadas en los primeros planos de las imágenes difundidas–, lo cierto es que se trata de una autopista urbana. Un término paradojal, un oxímoron, que podría expresar un cambio de sensibilidad con respecto a los parámetros que existían hace cincuenta años, pero que en la actualidad contradice muchos de los principales fundamentos y aspiraciones ambientales, espaciales y de movilidad del urbanismo contemporáneo; en las que –por otra parte y lamativamente– sí se inscribe un conjunto de iniciativas del propio Gobierno que van en el sentido de la prioridad a los peatones y al transporte público.
Figura: Imagen peatonal, proyecto Paseo del Bajo. Fuente: Estudio de Impacto Ambiental, AUSA, p. 60
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Director del Centro de Investigación Hábitat y Energía (CIHE), de la Facultad de Arquitectura de la UBA