Logística para la competitividad del AMBA

INFOBAE | Rubén Guillén  |  6 de junio de 2018
OPINIÓN
El transporte de cargas y la logística, componentes indispensables de toda economía, son los responsables de movilizar y distribuir materias primas, insumos y productos terminados. Productores, consumidores y bienes son conectados de alguna manera por la circulación de cargas a nivel local, regional y global.

En el mundo contemporáneo, urbano y globalizado, signado por la competencia económica, quienes rigen la política y la economía global operan en megaciudades, donde se asienta en gran medida dicho poder. Cada ciudad es diferente y compite, a su vez, para diferenciarse y ofrecer buenas condiciones y calidad de vida, con el fin de atraer inversiones e incrementar su potencial económico y financiero. Para ello, acentúa sus rasgos distintivos y sus ventajas, entre ellas, la eficacia y la eficiencia de sus sistemas logísticos.

Las megaciudades son también la piedra angular de la competitividad de los países. Más allá de dónde se realiza la producción, son los grandes centros comerciales y financieros los grandes centros de entrada y salida de los países, y de circulación hacia el interior de estos.

En Argentina, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es la principal economía regional, porque genera cerca de la mitad del producto bruto interno, contiene alrededor del 35% de la población, la cabecera de la red vial nacional y la de todas las líneas férreas, los dos principales aeropuertos, y un sistema de puertos que va desde Zárate y Campana hasta La Plata.

A la complejidad de sus distintos componentes territoriales se suma la complejidad institucional del AMBA, donde conviven el Gobierno nacional, el de la provincia de Buenos Aires, el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 40 gobiernos municipales.

Desde el punto de vista de la competitividad, la movilidad de carga es aquí una cuestión fundamental. Estamos parados en un escenario enmarañado en el que la complejidad y la pluralidad de actores, los intereses que están en juego (existe una competencia por el uso de la vía y por el uso de los espacios) y la ausencia de coordinaciones efectivas y de una mirada estratégica que aglutine el AMBA reclaman un nuevo enfoque.

Problematizar las exigencias que debe enfrentar la sobrecarga del sistema de transporte, la escasez de superficies disponibles para nuevas infraestructuras, y de espacios donde albergar las actividades de transferencia, estacionamiento, carga y descarga operacional en el AMBA es clave, porque repercute en la economía nacional.

El principal problema que identificamos a nivel regional es la multiplicidad de jurisdicciones, lo que deriva en la necesidad de unificar normativas y tasas, e incluso el criterio de abastecimiento de centros urbanos. En lo cotidiano también aparecen otros problemas, como la velocidad de circulación, la dificultad en cuanto a la maniobrabilidad, la falta de reserva de espacios o de dársenas de estacionamiento y de pernocte para carga y descarga, la falta de capacidad de carga de empresas receptoras, los problemas para el manejo de cargas indivisibles, la falta de respeto de los espacios reservados para carga y descarga y de los horarios de dichos espacios.

La experiencia brasileña nos muestra la formulación un modelo de simulación que contempla cientos de variables, que permite prever qué puede suceder en el conjunto a partir del movimiento de alguna o algunas de ellas. Así, pueden "ver" cuál será el efecto de los cambios previsibles en las variables, cómo se moverá el tablero económico y cuáles van a ser las necesidades de transporte que demande ese movimiento. Este ejemplo de un país vecino nos marca el camino a recorrer.

Es necesario trabajar metodológicamente a partir del planeamiento participativo, tomando decisiones consensuadas con todos los actores que poseen intereses y saberes en juego, ya sean del sector privado, del público, de las ONG o de la academia. Con ese método de trabajo, no solo en el AMBA, sino también en los principales nodos regionales, podremos diferenciar zonas de estudio y de intervención, utilizar abordajes interdisciplinarios, planificar el todo y crear consensos para mejorar nuestra competitividad como nación.

El autor es especialista de la Fundación Metropolitana. Ex director nacional de Planificación y Coordinación del Transporte.