Las obras públicas y el transporte urbano: el valor de hacer

Clarín  - Federico Caeiro

17/06/2019 - Clarín.com Opinión
Transporte Público- Obras Públicas - Sustentabilidad

La necesidad de encontrar alternativas mejoradoras requiere de cuantiosas inversiones y abre interrogantes.

La segunda mitad del siglo XX generalizó un modelo de transporte urbano basado en el automóvil con múltiples inconvenientes, como el consumo excesivo de energía, la contaminación del aire, los efectos negativos sobre la salud o la saturación de las vías de circulación.

La necesidad de encontrar alternativas mejoradoras dio origen al concepto de movilidad sustentable, política decidida para la ciudad de Buenos Aires. Y que va de la mano con las implementadas en las ciudades que mejor calidad de vida poseen.

Innumerables programas, obras y acciones coherentemente diseñados apuntan a que los porteños vivan mejor. Movilidad Sustentable, sistema EcoBici (200 terminales automáticas, 5% de la gente que se traslada en la ciudad lo hace en bici), Metrobus, Paseo del Bajo (proyecto urbanístico que agrega 6 hectáreas de espacios verdes y recupera otras 12), Viaductos, Buenos Aires sin barreras (de 110 en 2008 van a quedar sólo 52 a fin de año), Centros de Transferencia, Prioridad Peatón, Conectividad Vial, tarifas diferenciadas para evitar el ingreso o egreso en horas pico, y la racional postergación por cuestiones económicas de la expansión de la red se subtes (a pesar de costar unos 100 millones de dólares el km se inaugurarán a fin de mes tres estaciones de la línea E inaugurada sin vías por la gestión anterior y la línea F está en estudio).

Todos ellos colaboran a una menor congestión vehicular, a acortar tiempos de viaje, a mejores condiciones de seguridad, a incorporar nuevos espacios verdes, a disminuir emisiones de gases de efecto invernadero y a consumir menos recursos no renovables. Y también a disfrutar la ciudad (peatonalización de la avenida Corrientes).

Una transformación de esta magnitud requiere de cuantiosas inversiones y abre interrogantes. ¿Hacer obras o encarar proyectos sociales? ¿Financiar infraestructura o tarifas? ¿Endeudarse o vender activos públicos/inmuebles ociosos para financiar las obras? ¿Qué bienes vender? ¿Qué obras hacer?

No hay una respuesta única e inequívoca y todos opinarán qué priorizar y cómo hacerlo. Tomar decisiones políticas es sumamente complejo. Peor es no tomarlas o hacerlo sin que beneficien a los ciudadanos. Más allá de diversas y atendibles opiniones, la política de transporte y movilidad que se está implementando contribuye a humanizar la ciudad y tiene al vecino como centro.

Muchos se preguntarán además, si era conveniente invertir en estas cuestiones en momentos de dificultades económicas. Otros, si era necesario asumir el riesgo político de que algunos agiten el fantasma del “negociado inmobiliario”. Una mejor calidad de vida y obtener mejoras para todos amerita no sólo esto, sino también los inconvenientes temporales que conlleve el hacer las distintas obras.

Las grandes obras de infraestructura del mundo se hacen con financiamiento de multilaterales, que exigen una contrapartida entre un 30 y un 40%. En el caso del Paseo del Bajo, fue Nación quien tomó 400 millones de la CAF. Por su parte, los viaductos son financiados con las ventas de terrenos, cuyos nuevos dueños deben destinar un 65% a espacio verde o alguna utilidad pública. En Buenos Aires, tanto las ventas de tierras como las inversiones y la toma de deuda son aprobados por la Legislatura.

La herramienta utilizada para llevar a cabo la mayoría de los proyectos es AUSA, una sociedad anónima cuyo accionista principal es el Gobierno de la Ciudad, que ha pasado de ser un mero administrador de autopistas a gerenciador de la obras.

El nuevo rol de AUSA ha implicado un notable cambio de paradigma de la obra pública: las obras se hacen en tiempo y de forma más transparente. De la patria contratista a la ciudad constructora auditada. De la recaudación de los peajes, AUSA puede destinar a mantenimiento y gastos ordinarios hasta el 40 %. Un 5 % (mas una tasa del 10 % que va a mantenimiento) va para infraestructura de SBASE y el resto se invierte en diversas obras, como 29 nuevos pasos bajos nivel, la recuperación del viejo puente Pueyrredón, la remodelación de Paseo Colón, de la avenida Patricios, o el Metrobus de la AU 25 de Mayo.

En lo referente a movilidad sustentable hubiera optado por una traza diferente y otros usos para el Paseo del Bajo, insisto en bicisendas con un único sentido circulación e invito a repensar la nueva Illia, pero no integro el gobierno. No por ello no valoro se haya abandonado la parálisis que caracterizó a gestiones anteriores y que hoy se discuta el hacer.