
Las nuevas corrientes del paisajismo buscan ecosistemas que evolucionen
Los jardines ya no se presentan como decoración, sino como un sistema vivo. Para eso, hay que perder el control y animarse a nuevos descubrimientos.
La Nación
Los jardines ya no se presentan como decoración, sino como un sistema vivo. Para eso, hay que perder el control y animarse a nuevos descubrimientos
23 de agosto de 2025
por Valeria Burrieza
Durante décadas se nos vendió la idea del jardín como una maqueta verde perfecta: bordes nítidos, colores coordinados, especies dóciles, siluetas recortadas.
Pero en el fondo, la naturaleza no quiere obedecer. Se desborda, se mueve, se transforma. Y eso no es un problema: es un principio vital.
La jardinería contemporánea está volviendo a mirar el “error” como una parte esencial del proceso.
Ya no se trata de imponer un diseño, sino de acompañar un ecosistema: el yuyo puede ser un aliado; el caos, una forma de belleza
En la naturaleza no hay líneas rectas. El paisajismo que replica esa fluidez no solo es más bello, sino también más resiliente. Un jardín que se deja llevar por las dinámicas de suelo, sombra y viento es un jardín que evoluciona.
La botánica ya lo sabe: una planta que escapa del diseño preestablecido puede estar buscando mejores condiciones de vida.
Cambia de lugar para sobrevivir, se asocia con otras especies, negocia con el entorno. Lo mismo pasa con los jardines: cuanto más margen de maniobra les damos, más nos devuelven en biodiversidad, estructura y armonía.

En palabras de Piet Oudolf, referente a nivel internacional de la corriente del paisajismo naturalista, los beneficios no son solamente menos mantenimiento: “Crea una conexión con el entorno, suele ser más sensible y, si se hace bien, uno no tiene que reponer muchas plantas”.

Según Oudolf, existe una tendencia mundial de diseño de jardines menos decorativos: “En el contexto de los problemas ambientales, la naturaleza se ha convertido en una nueva fuente de inspiración para usar en el jardín privado”.