Walter Duer. 17/12/2022. El Cronista
Más allá de estacionamientos inteligentes o tableros con información sobre transporte público, muchos municipios latinoamericanos avanzan sobre un modelo integral de smart city: los casos locales y de la región.
Las películas futuristas nos muestran desde hace años edificios curvilíneos y luminosos alrededor de los cuales vuelan vehículos individuales que no se chocan y donde todos los movimientos de las personas parecen sincronizados. Nada que una smart city no prometa. Si bien se trata de un paradigma que lleva años buscando su lugar, el avance en los últimos años de Internet de las cosas, la inteligencia artificial, blockchain, big data y la emergente tecnología de telecomunicaciones 5G, por citar algunas de las más relevantes, estarían habilitando ese pasaje sutil entre la ficción y la realidad.
La definición que entrega la consultora de mercado Gartner asegura que "una ciudad inteligente está diseñada para lograr una calidad de vida sostenible y centrada en las personas a través de la creación de un ecosistema urbano inteligente".
Denisse Garnica, directora de servicios públicos de NTT Data, sostiene que "no se trata solo de invertir e implementar tecnología: el gran movilizador hacia la ciudad inteligente es democratizar el acceso a la información".
En ese sentido, Joaquin Di Mario, CEO y cofundador de Ualabee, agrega que "un elemento clave de este tipo de ciudades es la existencia de ciudadanos comprometidos, partícipes de sus decisiones y que entreguen datos sobre situaciones o imprevistos en la vía pública, para citar un ejemplo". La compañía está especializada en integración de rutas, horarios de transporte público, micromovilidad y ride hailing (plataformas digitales que conectan pasajeros con conductores). "La información es lo que nos hace inteligentes y la tecnología es el arma con la que contamos para disponibilizarla", aporta Di Mario.
"Las ciudades inteligentes nacen como una conversación de cómo aprovechar las ventajas del siglo XXI desde el punto de vista tecnológico para mejorar la calidad de vida", dice Leonardo Maldonado, director ejecutivo de Ciudades +B. "Pero no solo consiste en sensores o de distribuir apps, sino que también incluye todo lo que permite coordinar a grandes cantidades de gente". Ciudades +B es un movimiento global diseñado para movilizar a cientos de miles de personas (ciudadanos y organizaciones) para que colaboren en pos de los ODS (objetivos de desarrollo sostenible) de la ONU a través de una gobernanza multistakeholder y descentralizada. "Las empresas B, que asumen su triple impacto, pueden tener un rol clave en el mejoramiento de la calidad de vida en las ciudades", agrega.
MICROINTELIGENCIAS
Convivimos con elementos inteligentes en nuestras ciudades: ya son muchas las que implementaron sistemas de recolección de residuos con habilidad para diferenciar reciclables, tableros electrónicos que avisan cuánto más va a tardar el colectivo con un alto nivel de precisión y herramientas de govtech para que los ciudadanos puedan completar sus trámites de manera online, esto último acelerado a la fuerza en los tiempos de pandemia.