
La Gaceta
La Costanera Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires alberga un espacio con historia y que derriba algunos mitos para los turistas.
Cuando hablamos de Buenos Aires, no es su espacio verde lo primero que viene a nuestra mente. Quizás Semana Santa sirva para empezar a hacerlo o, al menos, tenerlo en cuenta. La Reserva Ecológica de Costanera Sur en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es uno de los principales argumentos para hacerlo y mucho más si conocemos un poco más de su historia.
Entre 1918 y 1959, esta costanera Sur albergaba el Balneario Municipal. Los habitantes de Buenos Aires de esas décadas iban hasta allá para disfrutar de un día junto al Río de la Plata casi que para disfrutar como si se tratara de un día de playa. “Se zambullían en sus aguas o disfrutaban de una cerveza en La Munich, la cervecería más destacada del paseo costanero. Sin embargo, a medida que la calidad de las aguas empeoró, los porteños abandonaron gradualmente este lugar de esparcimiento”, recuerda la prensa del Ente de Turismo de esa ciudad.
Fue allí cuando la naturaleza comenzó a ganar bastante terreno: entre agua sucia y restos de concreto, la flora silvestre se abrió paso hasta poder cubrir el relleno. Las inundaciones (muy comunes en esa parte de la ciudad) y el arribo de camalotales ayudaron a que la naturaleza conformase distintos ambientes. Éstos supieron ser aprovechados por distintas organizaciones ambientalistas que, a partir de 1985, desarrollaron allí distintas actividades con fines educativos.
Allí fue cuando los turistas pudieron volver aprovechar ese espacio de la Ciudad. Una imagen que siempre resulta interesante de ver en la Reserva es la frondosa vegetación y, de fondo, los típicos edificios de una ciudad tan grande como Buenos Aires.

En 1986 las fundaciones Vida Silvestre Argentina, Aves Argentinas y Amigos de la Tierra propusieron a la Municipalidad de Buenos Aires la creación de la Reserva Ecológica. Ese mismo año las autoridades declararon a esta zona Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica y, tres años más tarde, la declararon Área de Reserva Ecológica.
Especies nativas
Actualmente la Reserva Ecológica Costanera Sur trabaja para la conservación y la preservación de este espacio que es el hogar de aves, mamíferos, insectos y plantas. Sobre estas últimas están trabajando en pleno otoño en la Reserva. Así lo enseña Milena De Benito, bióloga, y miembro del área de conservación y manejo de los recursos naturales de la reserva. Con mucha paciencia, y haciendo las veces de guía, nos explica lo que están haciendo ahora mismo: intentar plantar especies nativas. Buena parte de la reserva tiene plantas que fueron traídas desde Europa, pero esa zona de Buenos Aires tiene su propia flora, por lo que es importante recuperarla. Un grupo de mujeres, varias de ellas voluntarias, trabajan específicamente en eso y entre todas explican cómo lo hacen y, de paso, derriban el mito: la Reserva en medio de una ciudad llena de cemento no es artificial ni mucho menos.

De Benito muestra un timbó de tamaño considerable y recuerda específicamente que son propios también de nuestra provincia.
Sobre la fauna, la bióloga asegura que otra especie que intentan recuperar es la mariposa “bandera argentina”, que había desaparecido por mucho tiempo, pero ahora habita por toda la Reserva.
Actividades
Pero el fenómeno de la Reserva no solo pasa por el espacio verde en sí, sino también por lo que los porteños y turistas hacen allí. A medida que se hace un mínimo recorrida puede verse como todo el tiempo están circulando personas haciendo ejercicio, ya sea corriendo o caminando. También son varios los que se dedican a cruzar la reserva en bicicleta o hasta en monopatines. También es habitual ver a grupos de niños liderados maestras que decidieron llevarlos hasta allí. Sobre el final del recorrido, ya sobre el río y con un paseo típico de costanera, es normal ver a personas sentadas en merenderos, simplemente disfrutando de la vista.