La lucha de los vecinos para recuperar la flora nativa en espacios públicos

La Nación
Texto de: Clara Cogorno y Florencia Coelho

En diferentes barrios porteños y bonaerenses se suman estas especies en plazas y parques para fortalecer la biodiversidad

En diferentes barrios altamente urbanizados hay vecinos que se organizan con las comunas y municipios para diseñar espacios con plantas nativas en plazas y parques. Así, en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad se crean biocorredores en donde los insectos y polinizadores pueden encontrar refugio.

Además de ser oasis para la flora y fauna autóctona, son lugares de recreación y aprendizaje. Fabio Márquez, licenciado en diseño del paisaje y docente, señala que “los procesos públicos tienen que ser participativos para que la gente se comprometa con el lugar y aporte a mejorar la calidad del espacio público”.

Te presentamos cinco iniciativas en donde los vecinos se juntaron para diseñar espacios con plantas nativas en busca de mejorar su calidad de vida junto a la flora y fauna de la ciudad.

Parque Avellaneda


Arriba: El sendero de plantas nativas se encuentra dentro de Parque Avellaneda y cuenta con diferentes ambientes de la ecorregión pampeana. Foto por Tomás Cuesta / LA NACION. Izquierda: Hay varias especies de mariposas que se pueden encontrar en el parque, entre ellas, la Libytheana carinenta, comúnmente llamada “Picuda”. Foto por Tomás Cuesta. Derecha: La última reunión del Grupo de Arbolado de la Mesa de Trabajo y Consenso del parque. Foto por Gabriel Celedón.

El primer sendero de nativas del parque se creó en la zona que más contaminación tiene por los gases y sonidos de los autos que pasan por la autopista lindante. Con el tiempo, fueron expandiendo los espacios de nativas junto al jardín de polinizadores para proteger a la fauna de la ciudad.

El talar, el ceibal, el bosque ribereño, el pastizal y los humedales son los diferentes ambientes de la ecorregión pampeana que se pueden encontrar en el parque. “La idea es que en el barrio se vayan generando biocorredores gracias al uso de plantas nativas en veredas, bulevares, patios de las escuelas y viviendas particulares”, comenta Bárbara Pereyra, profesora de historia.

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Natalia Gonzalez, maestra de educación primaria, explica que se busca que “la belleza paisajística que generan las flores y las mariposas que son atraídas por ellas, pueda ser una puerta de entrada a la educación ambiental, tanto para el visitante en general como para las escuelas de los distritos cercanos”.

El parque es gestionado por una Mesa de Trabajo y Consenso en el que participa el gobierno de la Ciudad en conjunto con los trabajadores y vecinos agrupados en distintos grupos, entre ellos, el de arbolado y aulas a cielo abierto.

El sendero de interpretación cuenta con señalización que incluye un código QR que abre una explicación con audio de la planta que se está observando.

“Ya son más de 1500 árboles, arbustos, trepadoras y herbáceas perennes plantados por el grupo de arbolado en diferentes jornadas desde octubre de 2020 al presente”, señala Patricia Constantini, ingeniera agrónoma y paisajista.

Los vecinos del parque se reúnen los jueves a las 17.30 para realizar diferentes tareas: desmalezamiento, tutorado, colocación de protectores en los troncos y barreras antihormigas, control sanitario con productos naturales, plantación, podas de ramas quebradas, secas o dañadas y regar.

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Parque de Flora Nativa Benito Quinquela Martín



En el parque se pueden ver mariposas en estado de oruga y adultas, aves, abejas y abejorros, entre otras especies animales. Izquierda: Beatríz Giri, vecina de La Boca, riega voluntariamente con bidones y botellas luego de alternar los días con otros vecinos. Derecha: Silvana Canziani y Gustavo Valenzuela, dos de los primeros impulsores de Plaza Quinquela, comparten la pasión por cuidar el medio ambiente con Luciano Fabris y Catherine Anabella del Valle Martínez Mendez, nuevas generaciones de vecinos. Fotos por Tomás Cuesta / LA NACION

En La Boca, frente al estadio de fútbol “La Bombonera”, se encuentra el primer parque público de flora nativa del barrio que se concretó por medio del diseño participativo. El parque, inaugurado en el 2006, da sombra y una brisa fresca a las personas que pasan por los Curupíes (Sapium haematospermum), Talas (Celtis tala) y Algarrobos blancos (Prosopis alba).

Con un carrito lleno de bidones y botellas cargadas de agua, los vecinos riegan voluntariamente las plantas al menos una vez por día. Así, buscan que los nuevos ejemplares plantados no se sequen en períodos de calor.

“Es un importante banco de semillas de árboles que ya están grandes y que sirven para reproducir nativas”, comenta Luciano Fabris, licenciado en Ciencias Biológicas y docente. Al comienzo había 471 ejemplares arbóreos, en la actualidad hay 349 y 83 arbustos, herbáceas y enredaderas.

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Hoy se pueden encontrar diferentes especies arbóreas como el Espinillo (Vachellia caven), Tarumá (Citharexylum montevidensis), Timbó (Enterolobium contortisiliquum), Ceibo (Erythrina crista-galli), entre otros. Varias de ellas fueron llevadas y cultivadas por vecinos de la comuna.

“Cada tanto hay que rever las funciones del diseño, siempre con el esquema de flora nativa rioplatense de uso público e irrestricto”, comenta Silvana Canziani, socia fundadora de la Comisión de Vecinos de la calle Irala y adyacencias. La idea es generar biocorredores entre plazas y parques por donde los insectos y aves puedan movilizarse a través de la ciudad. “Se busca que cada nueva obra que se empiece incluya el pase de fauna”, presenta Canziani.

Las nuevas generaciones de vecinos siguen los pasos de los fundadores, en los últimos dos años se incorporaron cuatro nuevas especies arbóreas: Coronillo (Scutia buxifolia), Anacahuita (Blepharocalyx salicifolius), Molle (Schinus longifolius) y Chal Chal (Allophylus edulis). “Se crea un ecosistema muy interesante con oportunidades educativas porque hay insectos y aves que solo se ven en nativas de acá”, señala Fabris.

En la actualidad, los vecinos buscan que se permita plantar nativas en el estacionamiento que rodea el parque para que dé sombra y así aprovechar los espacios entre los autos. Es posible encontrar todas las iniciativas que se llevan adelante y sumarse al equipo en su Twitter, Facebook e Instagram

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Parque de la Estación


Arriba: En los espacios verdes del parque se equilibra la actividad humana con la naturaleza. Izquierda: La mariposa monarca se vio por primera vez en el parque en 2017 cuando se plantaron nativas. Derecha: Paula Peláez y Cecilia Chávez, voluntarias del parque, se juntan todos los sábados para hacer actividades de mantenimiento, recreación y educación. Fotos por Tomás Cuesta / LA NACION.

En 2017 se plantaron participativamente las primeras nativas que fueron donadas por los vecinos de Balvanera. En ese momento se empezaron a ver las primeras mariposas Monarca (Danaus erippus) y Pavo real (Junonia genoveva hilaris). “Era la novedad para un barrio urbano”, comenta Cecilia Chávez, coordinadora del grupo de Ambiente y Ecología de la Mesa de Trabajo y Consenso del parque.

En el diseño original se incluyeron algunos tipos de plantas nativas rioplatenses de distintos ambientes de la ciudad. “Un cantero de nativas es asilvestrado, las plantas se entremezclan y hay algunas especies que se refuerzan entre sí, no se puede ver todo prolijo porque eso no existe en la naturaleza”, señala Chávez.

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En algunas plantaciones se llegó a convocar hasta 50 personas no solo de Balvanera, sino también de otros barrios. “El espíritu que buscamos es que las reposiciones de plantas se hagan de manera comunitariamente entre vecinos y la Ciudad”, explica Paula Peláez, licenciada en Planificación y Diseño del Paisaje.

En el mismo terreno del parque hay una biblioteca y un vivero al que los vecinos no pueden acceder, ni siquiera para dejar las herramientas que usan para mantener el parque: “La idea es poder utilizar los espacios dentro del galpón como el vivero para tener un banco de semillas para reponer las plantas en el parque y hacer actividades educativas”.

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“Venimos los sábados a hacer mantenimiento, trabajamos para hacer recorridas con la gente y con los chicos hacemos actividades educativas para que empiecen a cuidar las plantas y el medioambiente”, remarca Peláez. El parque, además de ser un oasis para la fauna, es un espacio de recreación para los vecinos que tienen una obra de teatro llamada Las cuatro R: reducir, reutilizar, reciclar y recuperar.

Entre música, aire fresco y aves que sobrevuelan el lugar, los vecinos y vecinas invitan a todas aquellas personas que quieran sumarse a las actividades y aportar en el mantenimiento del lugar. El contacto se puede hacer por medio de Instagram y Facebook .

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Plaza Clemente


Arriba: Desde un principio, los vecinos diseñaron la plaza como un espacio verde inclusivo y accesible con plantas nativas. Foto por Tomás Cuesta. Izquierda: Para cuidar los ambientes de nativas del parque se necesita imitar los procesos de la naturaleza de cada ecoregión representada. Foto por Tomás Cuesta/ LA NACION. Derecha: En 2018, vecinos del barrio realizaron varios eventos de divulgación de temas ambientales en donde se recolectaron semillas de las nativas de la plaza. Crédito: Sol Bolloqui

En 2018, los vecinos de Colegiales se juntaron una vez por semana durante cinco meses con especialistas en paisaje y árboles nativos para estudiar el diseño de Plaza Clemente luego de ver varias publicaciones en las redes sociales que indicaban la construcción de un shopping en el terreno. Un año más tarde consiguieron la victoria de un espacio verde en donde decidieron representar distintas zonas geográficas de Buenos Aires: el talar, el pastizal y la selva marginal.

Adriana Fernández, vecina de Colegiales desde 1999, comenta que se definieron tres ejes irrenunciables para el diseño: “preservar la identidad barrial, la existencia de flora nativa y especies autóctonas con reproducción de diferentes zonas para atraer mariposas y aves y que sea una plaza accesible”.

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En 2020, los vecinos de Colegiales intentaron iniciar jornadas de plantación comunitarias, pero “tanto la Comuna como la empresa encargada del mantenimiento dejaron en claro que no había manera de que pudiéramos participar”, comenta Natacha, vecina impulsora por un espacio verde desde 2017.

“En períodos de mucho calor fui repetidas veces a regar plantas que necesitaban agua de manera urgente, con botellas recargadas en los bebederos. Se nota que hay problemas muy básicos en el mantenimiento que hacen que cada vez haya menos plantas y, por ende, menos comida y refugio para la fauna”, agrega.

En épocas de calor los vecinos van a regar con botellas las plantas nativas de la plaza para que no se sequen por falta de un correcto mantenimiento. Foto: Tomás Cuesta/LA NACION.

Desde el gobierno de la Ciudad señalan que “se está realizando un proceso de recuperación de suelo y de nativas”. Además, agregan que “todos los años se invita a los vecinos a participar en distintos programas cuyo eje es la plantación de árboles. Todas las plantaciones deben realizarse conforme lo establecido en el plan maestro de arbolado que define una selección de especies tanto para el arbolado viario como para el implantado en espacios verdes”. Para conocer más sobre las iniciativas de la plaza y contactarse con los vecinos por medio de Facebook

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Biocorredor Paul Groussac


Arriba: El biocorredor, además de ser un refugio para aves e insectos, es un espacio de recreación en contacto con la naturaleza. Foto por Gerardo Viercovich/ LA NACION. Izquierda: María Iantosca y María Isabel Reguero tuvieron la idea de utilizar espacios verdes públicos para mejorar la calidad de vida del barrio. Foto gentileza Marina Iantosca. Derecha: En la primera plantación de nativas se convocó a los scouts de El Talar y Pacheco, Un Árbol ONG, vecinos y familiares.Foto por Marina Iantosca

En El Talar, barrio ubicado en la zona norte del Gran Buenos Aires, Marina Iantosca, guía de turismo y María Isabel Reguero, guardaparque y guía de turismo,, crearon desde cero un corredor de biodiversidad y jardín de mariposas compuesto por árboles, arbustos y herbáceas nativas de la zona.

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Luego de idear el proyecto, junto a integrantes de la fundación ambiental Un Árbol ONG, decidieron presentarlo en el área de plantas nativas de la Municipalidad de Tigre. Así, el municipio les dio los recursos necesarios para empezar las plantaciones. Junto a las donaciones de vecinos de otros barrios y de la fundación Un Árbol, se hizo posible la idea que tuvo María al caminar por la zona.

El seis de noviembre de 2021 se realizó la primera jornada de plantación en donde se convocó a los scouts de El Talar y Pacheco, a familiares, amigos y vecinos de la zona. “Al ser un espacio muy nuevo, todavía no hemos podido generar una reunión para diseñar un cronograma de mantenimiento del espacio con los vecinos de la zona, por eso las primeras tareas de riego y mantenimiento las hicimos con María Isabel”, comenta Iantosca.

En el nuevo jardín de mariposas se observan diferentes insectos sobre la flor de la Grindelia pulchella. Foto por Gerardo Viercovich/LA NACION

“Los vecinos de la zona se benefician de estos espacios ya que pueden utilizar los mismos como lugar de esparcimiento, descanso y deportes mientras disfrutan del canto de las aves de la zona y de la belleza de los polinizadores que de otra manera no se acercarían”, agrega. Los vecinos del biocorredor invitan por medio de Instagram a todos aquellos interesados en el cuidado del medio ambiente a las jornadas de plantación de nativas y creación del jardín de mariposas al costado de las vías del tren Mitre.

Estos cinco ejemplos de articulación vecinal y municipal son de gran inspiración para que vecinos de otros barrios del país puedan atraer una vasta biodiversidad en espacios verdes por medio del cultivo de plantas nativas de las diferentes ecorregiones.