Distintas organizaciones de la sociedad civil coordinan esfuerzos para ayudar a miles de personas sin techo ante la llegada del invierno
La crisis socioeconómica plantea numerosas y dolorosas aristas. En la ciudad de Buenos Aires, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño reportó que hacia abril último había 3511 personas sin techo, registrándose un aumento del 34% respecto de 2022. No podía ser de otra forma cuando los índices de indigencia y pobreza continúan en alza.
El informe describe una presencia mayoritaria de hombres (75%), con edades de entre 19 y 59 años (60%), y solo un 43% de ellos son nacidos en CABA. También contabilizaron la presencia de 34 menores de 14 años. La situación es muy dinámica y demanda urgente atención.
Luego de la pandemia, entre muchos de quienes se ven condenados a las calles, se registra un aumento de las adicciones asociado a problemas de salud mental.
Desafortunadamente, en consonancia con una tendencia mundial, también un espacio público como el aeroparque Jorge Newbery de la ciudad de Buenos Aires ve cada noche instalarse a unas 100 personas en sus corredores. Volverán a la calle por la mañana. Muchas llevan años así. Con el descenso de las temperaturas, la calle se vuelve aún más amenazante, por lo que debería despabilarnos la indiferencia.
La campaña #FríoCero, a cargo de la Red Solidaria, ya va por su undécima temporada
En esta ciudad hay 44 centros de inclusión social (CIS), entre espacios propios y de gestión asociada, que albergan al 65% de las personas en situación de calle. En ellos también se registró un aumento del 41%, pasando de 1011 a 1243 personas, pues 8 de cada 10 acceden a pernoctar allí. Sin embargo muchos prefieren la calle porque no pueden prescindir del consumo adictivo o aceptar un tratamiento; también para evitar situaciones de robos o poco propicias cuando además hay criaturas. Con el flamante Dispositivo de Primer Acercamiento (DiPas), el gobierno porteño busca vencer estas resistencias, ofreciendo duchas, comida y atención médica. Desde abril hasta hoy, más de mil personas, en su mayoría hombres, pasaron por allí y un promedio de 25 por día accedieron a ser derivados a los CIS.
Los CIS promueven cursos y capacitaciones de inserción laboral para que la permanencia máxima no supere los seis meses. Entre enero y abril, 168 personas pudieron modificar su situación, sea porque consiguieron un empleo, una solución habitacional o ayuda familiar. Lo importante es lograr que esos egresos sean “positivos, duraderos y sostenidos”, según Rosario Angelillo, directora general de Desarrollo e Inclusión.
Todos podemos hacer algo para aliviar las penurias de quienes no tienen techo. Fundación LA NACION preparó una valiosa guía para encarar una situación difícil.
Lumen Cor, Fundación Sí o Amigos en el Camino (@amigosenelcamino) son solo algunas de las organizaciones que suman voluntarios y que necesitan recursos para sus recorridas.
En una Argentina empobrecida, todos debemos ser conscientes de cuántos la pasan peor que nosotros podemos cuando el Estado es incapaz de asegurar un techo y, con él, un mínimo de dignidad
Juan Carr vuelve periódicamente a ser blanco de infundadas críticas, propias de quienes hablan desde la comodidad de un sillón mientras muchos como él ponen el alma y el cuerpo. La campaña #FríoCero que lidera con la Red Solidaria ya va por su undécima temporada.
En el club River Plate se recibió hasta anteayer ropa de abrigo, frazadas, lana e insumos para tejer. Además, se comparte la cena con personas en situación de calle, de lunes a domingo en la Plaza de Mayo.
El Observatorio Nacional de Políticas Públicas sobre Personas en Situación de Calle recolecta información sobre espacios que dependen de organizaciones sociales y asisten a quienes se encuentran en extrema vulnerabilidad. En la ciudad de Buenos Aires se puede dar aviso sobre personas que duermen en la calle llamando al 108 y, en la provincia de Buenos Aires, al 0800-666-7232.
En una Argentina empobrecida, todos debemos ser conscientes de cuántos la pasan peor que nosotros cuando el Estado es incapaz de asegurar un techo y, con él, un mínimo de dignidad. Si no podemos destinar algo tan valioso como nuestro tiempo, al menos sepamos que nuestra contribución económica serviría para que alguien tome una sopa caliente o cuente con elementos de higiene para un baño ocasional. No es suficiente. Pero es mucho más de lo que podrán conseguir por las suyas quienes hoy están condenados al desamparo de la calle.