Infobae - Por Laura Rocha
Un informe señaló que se trata de “una zona de riesgo y en ese contexto debe hacerse un plan para el ordenamiento del territorio que asegure la protección de personas”
Las olas de calor intensas, prolongadas y repetitivas; los brotes de enfermedades como el dengue, que no son endémicas, y las sequías, no son los únicos riesgos y amenazas que la crisis climática ha instalado en la Ciudad de Buenos Aires. La suba del nivel del Río de la Plata aparece también como un potencial efecto del devenir térmico que debe ser tenido en cuenta en el diseño de las políticas públicas locales y recomiendan reevaluar y detener las construcciones en la costa.
Así lo advirtió en un documento el grupo de expertos que conforman el Consejo Asesor Externo de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad: “Las proyecciones de su ascenso en los dos escenarios extremos para el año 2100 están en el rango de 0,55 a 1,25 metros, dependiendo del nivel de las emisiones de gases de invernadero futuras. Es muy probable que el aumento del nivel medio del mar durante el siglo XXI sea más rápido que el observado durante los últimos 40 o 50 años en cualquiera de los escenarios posibles. El estuario del Plata fue llamado ‘río’ por razones geopolíticas estratégicas, pero su dinámica está determinada por la onda de marea oceánica, incluyendo el nivel medio del mar, porque en realidad es un estuario”, indica.
Proyecciones del aumento del nivel del mar para el año 2100
“El cambio climático representa una amenaza, particularmente, para las ciudades costeras. El nivel del mar está ascendiendo en forma acelerada: duplicó su tasa de ascenso en la última década en comparación con la última década del siglo XX. Las proyecciones indican que esto no se detendrá en lo que resta de este siglo. La recomendación del consejo asesor es la planificación del uso de la zona costera, teniendo en cuenta los cambios ya observados y la amenaza del ascenso del nivel del mar, que es determinante para el nivel del Río de la Plata. La costa es una zona de riesgo y en ese contexto debe hacerse un plan para el ordenamiento del territorio que asegure la protección de personas, infraestructura y no comprometa el acceso al agua del que depende de Buenos Aires”, explicó a Infobae Inés Camilloni.
El documento de los expertos desarrolla una serie de recomendaciones para este y los futuros gobiernos porteños:
● Desarrollar un plan integral para la evaluación ambiental estratégica y el ordenamiento ambiental del contorno ribereño de la Ciudad de Buenos Aires, a partir de la participación ciudadana y tomando como base el conocimiento científico disponible.
● Detener y revisar propuestas de desarrollos inmobiliarios costeros hasta tanto se cuente con un plan integral de ordenamiento ambiental del contorno ribereño.
● Incorporar grandes parques en el contorno ribereño. En el marco de un plan integral, dar respuesta a la demanda insatisfecha de espacios verdes públicos recreativos con infraestructura mínima y liviana, preservando humedales e incorporando espacios verdes flexibles que puedan actuar como áreas de retención y ralentización de agua de lluvia.
● Enlazar reservas y parques con un amplio Corredor Verde, que supere los límites de un camino de sirga, incorporando medios de acceso públicos, recorridos y sistemas de movilidad sostenibles.
En el análisis también se señala la importancia de preservar humedales ribereños como primera barrera de protección frente a tormentas e inundación. “Los continuos rellenos costeros complejizan el escurrimiento del agua de lluvia hacia el Río de la Plata y alejan las desembocaduras de arroyos, reduciendo aún más sus pendientes, afectando no solo el borde costero sino todo el territorio de la ciudad y el área metropolitana”, se señaló.
En ese sentido, la historia de la ciudad de Buenos Aires muestra el gran avance sobre el curso de agua a lo largo de su desarrollo histórico. Si se toma como punto de partida el año 1900, en la Capital se agregaron, en promedio, 26 hectáreas de terreno anuales por los rellenos que se fueron realizando en la costa del Río de la Plata. Desde entonces se sumaron más de 3000 ha.
Primero fue la zona de la Aduana, apenas a metros de la Plaza de Mayo, le siguió el malecón y los rellenos de la zona Norte. El balneario Saint Tropez y Coconor, en la Costanera Norte, de mediados de los 80, son tal vez los últimos registros de playa de la ciudad. Ya había desaparecido el balneario de la Costanera Sur y habían pasado casi 100 años desde que se construyó Puerto Madero, en 1887.
“El tema es sumamente urgente. Porque aunque hiciéramos cosas para mitigar el cambio climático, la inercia de sus consecuencias ya está entre nosotros. Entre ellos, el aumento del mar, que es imparable. La Ciudad no tiene reglamentada aún la evaluación ambiental estratégica, es por eso que advertimos que los diseños de políticas públicas tienen que tener en cuenta estos factores”, dijo Mora Arauz, de la Fundación Ciudad, que también es miembro del Consejo.
Entre las advertencias, los expertos señalan: “Futuros rellenos aproximarán más la franja de agua contaminada a la toma de agua que abastece a la ciudad y parte del Conurbano. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una reserva de agua potable de muy pocas horas”.
“Si resulta necesario densificar la construcción para una demanda de vivienda insatisfecha, no debe hacerse sobre la costa. La costa es un área de riesgo, aunque no aparezca como tal en el Mapa de Riesgo Hídrico de la Ciudad”, advirtieron.
En APRA indicaron mediante un comunicado que “la Gerencia Operativa del Cambio Climático se encuentra evaluando las recomendaciones incluidas en el documento, que fue entregado el 12/4 en la primera reunión con el Consejo del año en curso, y a partir de esta evaluación las mismas serán compartidas con las distintas áreas de Gobierno involucradas con el borde costero y tomadas en consideración para la futura actualización del Plan de Acción Climática de la Ciudad, que de acuerdo a la legislación vigente se realizará en el 2025”.
Calor extraordinario
La amenaza de avance del nivel de las aguas no es la única que afronta la ribera de la Ciudad de Buenos Aires. Hace dos semanas, un estudio publicado por Nature Communications mostró a la zona como una de las más afectadas por los golpes de calor extraordinarios y sus consecuentes riesgos.
Dann Mitchell, científico del clima en la Universidad de Bristol, en Inglaterra, y uno de los autores del estudio, comentó que justo después de una catástrofe, las personas y los encargados de formular políticas están conscientes de los riesgos y de cómo responder. “Y entonces, conforme pasan los años, de alguna manera te olvidás y ya no te molesta tanto”, afirmó a The New York Times.
Mitchell y sus colegas observaron las temperaturas máximas diarias en todo el mundo entre 1959 y 2021 y descubrieron que las regiones que cubren el 31 por ciento de la superficie terrestre de nuestro planeta experimentaron un calor tan extraordinario que, estadísticamente, no debió haber ocurrido. El estudio argumenta que estos lugares podrían estar más preparados para futuras recurrencias severas de calor.
No obstante, todavía existen muchas regiones que aún no han experimentado ese calor extremo. Así que es posible que no estén tan preparadas. Según el estudio, esas zonas incluyen lugares desarrollados económicamente, como Alemania, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, además de la región de China alrededor de Pekín. Sin embargo, también incluyen países en desarrollo, como Afganistán, Guatemala, Honduras y Papúa Nueva Guinea, que es más probable que carezcan de recursos para mantener a salvo a la gente. Otras zonas que están en riesgo incluyen al extremo oriente ruso, el noroeste de la Argentina, que como se dijo incluye a la Ciudad y al AMBA, y parte del noreste de Australia.