Replicar localmente proyectos que han dado buenos frutos en otras ciudades permite acortar tiempos de evaluación en beneficio de la comunidad y del ambiente
La gran mayoría de las propuestas sobre planeamiento de la ciudad, que se repiten hace años, no han generado mejoras en cuestiones fundamentales como la calidad del ambiente, disminución en accidentes de tránsito, seguridad, inclusión integral para quienes viven en nuestras ciudades, para quienes la visitan a diario por trabajo o para simples turistas. Difícil pensar que, repitiendo las mismas propuestas, podamos modificar los resultados.
Trabajar en la imprescindible accesibilidad universal de todo el espacio público presupone llevar adelante medidas legislativas, administrativas, judiciales y presupuestarias favorables no solo para niños, sino también para jóvenes y adultos mayores.
No es necesario incurrir en gastos adicionales ni en juegos ni en animadores: los niños deberían poder desarrollarse lúdicamente en espacios públicos que hoy les son vedados
El alcalde de Pontevedra (España), Miguel Anxo Fernández Lore, médico de profesión, tomó algunas decisiones que mejoraron notablemente la calidad de vida de los habitantes de su ciudad. Fue su preocupación por las muertes en accidentes de tránsito que lo condujo a repensar el espacio público a partir de un modelo urbano participativo. Su valiente decisión y disposición “para lidiar con las tormentas que podían presentarse” fue refrendada por la mayoría.
Los cambios incluyeron mayor peatonalización, veredas más anchas, cruces de calles a nivel de las veredas, anchos reducidos para autos, y nuevas instalaciones y servicios. No hay delimitaciones de sectores de bicisendas ni de caminos seguros para niños: la ciudad toda es una bicisenda y un camino seguro. Los peatones conservan su nivel, al tiempo que hay plataformas elevadas sobre los cruces de calles que los vehículos deben sortear. La propuesta favoreció el traslado en forma autónoma de personas con discapacidad, la circulación con cochecitos de bebes y con carritos de compras, entre otros.Cerrar una calle al tránsito vehicular y destinarla a que los chicos se procuren sus propios juegos, sin temor a correr riesgos, no solo los estimula, sino que les da seguridad en sí mismos y en relación con el entorno
La mejora y transformación del transporte de público integró la propuesta que también incluyó la creación de estacionamientos en el perímetro de la ciudad.
Los resultados alcanzados no dejan de asombrar. El 70% de los traslados dentro del casco urbano se completa a pie o en bicicletas. Es así que, mientras las muertes por accidentes de tránsito en el ámbito urbano fueron 30 entre 1997 y 2006, se pasó a apenas 3 entre el 2007 a 2016. Los siniestros graves descendieron de 70 en el año 1999 a solo tres en 2016. Además, se redujeron las emisiones de CO2 en un 66%, con una notable merma en la producción de ruidos molestos.
El prestigioso pedagogo italiano Francesco Tonucci integró el equipo que trabajó en el proyecto y sus propuestas vinculadas con los consejos de niños fueron incorporadas. Tonucci propuso adaptar la experiencia de Pontevedra a más ciudades, considerando tramas que alternen calles tradicionales con calles de convivencia en las que los niños puedan jugar solos.
Para Tonucci, las ciudades actuales son ilegales, pues incumplen varios artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño, de la que nuestro país es signatario, estando por tanto obligado a cumplir con los derechos allí reconocidos con todos los medios necesarios. Nos referimos al derecho que asiste a cada niño para expresar su opinión y ser escuchado cada vez que se tome una decisión que lo afecte, incluyendo el derecho a poder decir lo que piensa, por el medio que prefiera.
Repensar el espacio público a partir de modelos urbanos participativos debería ser prioridad en las agendas de los gobiernos de centros urbanos
Hace un tiempo, la Defensoría de los derechos de las niñas, niños y adolescentes presentó junto a Tonucci y Paula Querido, coordinadora de los consejos de niños y niñas de la ciudad de Buenos Aires, un interesante pronunciamiento.
En la Capital Federal y en algunas ciudades del resto del país se han implementado políticas siguiendo las ideas de Tonucci. Una de ellas consiste en cerrar calles para permitir a los niños el uso para el juego de ese lugar “prohibido” y reservado para los autos. Si bien hasta aquí la novedosa iniciativa solo se aplica en unas pocas calles, debería contemplarse su ampliación a distintos barrios.
Permitir “vivir” las ciudades es un desafío tanto para lo urbanístico como para la calidad de vida en general
En su última visita a nuestro país, Tonucci comentaba una experiencia de la Ciudad de los Niños, en Brasil, donde el cierre de calles durante los fines de semana es legal y cuenta con la conformidad del 60% de los frentistas, para permitir el juego de los niños. En la certeza de que ellos prepararán sus propios juegos, no es necesario incurrir en gastos adicionales ni en juegos ni en animadores, mucho menos en vendedores ambulantes pues serán los propios familiares quienes, en un momento de la jornada, les acercarán, a pie o en bicicletas, una merienda.
Sería valioso que funcionarios, autoridades, docentes y padres tomaran contacto de manera directa con quienes han plasmado estas positivas propuestas. Replicar novedosas experiencias que ya se han mostrado exitosas es acortar tiempos de evaluación e implementación con beneficio para ciudades que hoy destratan a muchos de sus habitantes.