Ciudades Sostenibles
Blog de la División de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) del Banco Interamericano de Desarrollo. BID
mayo 11, 2020 por Felipe Vera | Dominique Mashini
Desde Chile
Alrededor de mil millones de personas en el mundo residen en asentamientos informales donde es difícil suplir sus necesidades fundamentales[1]. En este periodo de aislamiento frente a la crisis sanitaria producida por el COVID-19, los barrios informales que comúnmente tienen una mayo ocupación del espacio público —utilizado comúnmente como medio para el intercambio social y comercial— van a experimentar fuertes cambios en sus dinámicas barriales. La pandemia golpeará también con más fuerza a los barrios más vulnerables del mundo, en áreas con agua y saneamiento inadecuado, poca o ninguna gestión de residuos y acceso limitado a instalaciones formales de atención médica (UN-Habitat 2020).
En el periodo de la emergencia sanitaria, hemos visto que muchas ciudades de América Latina y el Caribe (ALC) han firmado decretos municipales para cerrar los espacios públicos y han adoptado medidas preventivas para reducir al máximo la circulación, el encuentro e intercambio. Frente a las repercusiones locales de la pandemia, cabe preguntarse no sólo sobre el rol del espacio público en el resguardo de la salud durante la etapa de la emergencia, sino también las oportunidades que se configuran en la etapa de la reactivación social, económica y cultural una vez que los barrios comiencen la transición al libre movimiento. Sin duda, este es un periodo para preparar a los espacios públicos mediante intervenciones socio-ambientales que contribuyan a la equidad, la integración y la reactivación barrial.
Las intervenciones en el espacio público son herramientas colectivas para compensar la escasez individual, ofreciendo oportunidades a diversas escalas, inspirando el intercambio comunitario, entregando mecanismos de desarrollo emocional y cognitivo, de conciencia ambiental, y de otras cuestiones relacionadas al bienestar común. Ubicar al espacio público como área de intervención estratégica para la reactivación, abre un nuevo rango de posibilidades que podrían ayudarnos a responder las siguientes preguntas:
¿Cómo podemos reactivar y mejorar la calidad de vida en los asentamientos informales mediante intervenciones en el espacio público?
¿Cómo convertimos esta crisis en una oportunidad para situar en el centro de la agenda urbana la calidad de producción del espacio social?
- Promover nuevos liderazgos para la recuperación
Frente a emergencias de gran envergadura, la resiliencia de las comunidades se determina por la capacidad de organización, de desarrollo de una visión compartida de las necesidades de los barrios y del surgimiento de liderazgos para conducir estrategias de intervención sostenibles.La densidad y complejidad de los barrios informales requiere prestar especial atención en la identificación de las necesidades específicas de la población, por ejemplo jóvenes, adultos mayores y niños. Trasladar esta información al mapa, donde muchas veces no existen datos oficiales, es fundamental para visibilizar las áreas más vulnerables en el territorio, como por ejemplo dónde se encuentra la población de mayor riesgo de mortalidad o dónde hay menor acceso a oportunidades médicas y sanitarias. En este proceso, el involucramiento temprano de las comunidades, tanto en la identificación como en la priorización de acciones críticas es una herramienta valiosa para dar respuesta a crisis inminentes como la sanitaria. Por ejemplo, el Programa de Revitalización de Barrios e Infraestructura Patrimonial Emblemática (PRBIPE) de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Chile, que ha lanzado un Fondo de Innovación para el Desarrollo Comunitario en el barrio Yungay (Municipalidad de Santiago), que financia iniciativas presentadas por vecinos con liderazgo para priorizar respuestas comunitarias a la crisis del COVID-19.Otro ejemplo interesante es el Kibera Public Space Project en Kenia. Como proyecto de desarrollo social y comunal, extiende una infraestructura que cubre educación, salud, sanidad y acceso a agua de manera equitativa. La misma funciona como catalizador de cambios culturales, a la vez que capacita vecinos para que se involucren en la comunidad mediante una serie de talleres que los entrenan para el liderazgo, emprendimiento y construcción[2].En el periodo de reactivación, después de la emergencia sanitaria, la capacitación de vecinos y la provisión de plataformas para una participación activa puede ayudar a fortalecer la capacidad de respuesta ante las crisis. Formar líderes comunitarios es indispensable para contar con voces creíbles para los residentes de los barrios. Los mismos pueden ser canales de comunicación rápida y eficaz para transmitir protocolos sanitarios de prevención, así como proveer asistencia social de emergencia y brindar apoyo psicológico.Áreas de intervención: identidad, herencia, diversidad, igualdad de género, desarrollo económico, empoderamiento comunitario, violencia crónica, entre otros. Kibera Public Space Project. Crédito: Kounkuey Design Initiative - Crear sistemas barriales inteligentes
Para cerrar la brecha de desigualdad en los barrios informales es fundamental asegurar el acceso a servicios y recursos esenciales, lo que hace más vulnerables a su población. Tanto la producción y el consumo como el acceso a recursos naturales tienen un gran potencial para ser incorporados en el espacio público como reactivadores de barrios. Un ejemplo de esto es el proyecto ECOELCE (Energía Barata desde el Reciclaje) en Brasil, a partir del cual se promueve una cultura de reciclaje entre los vecinos. La cooperación comunitaria permite reducir el costo de la electricidad a partir de acuerdos de intercambio de créditos por material con empresas recicladoras. Este sistema se maneja desde puestos de recogida atractivos en los espacios públicos[3].La intervención en espacios públicos con infraestructura capaz de brindar acceso a servicios de reciclaje de materiales y recursos es fundamental durante el proceso de reactivación. Por un lado, permite generar consciencia sobre el medio ambiente, mitigar el impacto del cambio climático a largo plazo y empoderar a la comunidad con herramientas de recuperación. Por el otro, el intercambio de servicios como agua potable o electricidad por la colaboración colectiva, puede ser un paso hacia la construcción de comunidades más resilientes y preparadas para enfrentar futuras crisis.Áreas de intervención: tratamiento de residuos, reciclaje de materiales y recursos, recursos locales,
energía sostenible, acceso a agua potable, producción y consumo de alimentos, entre otros. ECOELCE. Créditos: Tomaz Silva/Agência Brasil - Ampliar los canales educativos.
El espacio público ha sido históricamente un ambiente de aprendizaje, donde confluyen distintas miradas, valores culturales e identidades comunitarias. El acceso a la educación se encuentra limitada para la población que reside en asentamientos informales. En Chile, por ejemplo alrededor de un 9% de los habitantes de barrios informales declara no haber asistido a establecimientos educacionales, mientras a escala nacional esta figura llega a un 5%[4].Las intervenciones en el espacio público tienen numerosas ventajas, entre ellas la capacidad de poner en marcha nuevas dinámicas sociales. Los asentamientos informales son lugares reconocidos por expresar la creatividad y el emprendimiento. Además, dada la alta concentración de flujos y expresiones comunitarias, el espacio público puede ser una oportunidad para promover acciones basadas en nuevas tecnologías para el desarrollo. Un ejemplo ligado al fomento educativo es el proyecto Meti Handmade School en Bangladesh. Se trata de una escuela para jóvenes y niños construida por los habitantes de la comunidad con materiales y recursos locales. El principal objetivo es proporcionar acceso a la educación alentando el uso de la creatividad para mejorar su entorno inmediato. Además, se busca transmitir conocimientos y habilidades de técnicas de construcción para que los vecinos puedan hacer mejor uso de sus recursos disponibles. A su vez, ofrecen talleres para profesiones orientados a la economía local[5].Una vez pasada la emergencia, dado que el retorno a la libre movilidad será progresivo y se verá acompañado por la reactivación económica y escolar, las plataformas de educación pueden ser una oportunidad para capacitar a las personas de los barrios y desarrollar habilidades relacionadas con las nuevas necesidades.Áreas de intervención: acciones participativas, investigación, concientización mediante la intervención en
el espacio público, intercambio de conocimiento, entre otros. Korogocho Slum Upgrading Programme. Créditos: Korogocho Streetscapes Urban Lab - Aumentar la accesibilidad mediante la movilidad segura y a escala humana
Por lo general, la población asentada en barrios informales se encuentra en áreas de mayor segregación socio-espacial, tanto en lo que se refiere a distancias de transporte como en accesibilidad a servicios. En muchos de estos barrios identificamos un bajo acceso a medios de transporte y mayores dificultades de transporte público. De acuerdo con un reporte de UN Habitat, las personas que viven en la periferia de la ciudad formal pueden invertir hasta el 30 % de sus ingresos en transporte, o caminar entre tres y cuatro horas al día hacia y desde el trabajo o escuela[6].Para responder adecuadamente a estas brechas, es necesario contar con información de base para formular políticas que permitan proveer accesibilidad y proyectar espacios públicos con patrones de movilidad segura. Un caso interesante en relación con el relevamiento de datos y el fomento en la comunicación de los mismos es la iniciativa DATUM, enfocada en el mapeo de transporte semiformal en LAC. El objetivo es mejorar el acceso y la movilidad para los ciudadanos a través del potencial de los datos abiertos. A partir de DATUM se genera una red de conocimiento para el aprendizaje colaborativo, que permite el intercambio de herramientas aplicables a datos, movilidad y políticas públicas. La meta es generar información estadística para identificar patrones de desplazamiento y distribución espacial de la población en la ciudad[7].Tanto en el periodo de emergencia como de recuperación, la calidad de la circulación en los espacios públicos y el establecimiento de estándares de acceso espacial a oportunidades es clave. Un ejemplo de esto es el proyecto para Calle 107 en Colombia. Se trata de una intervención cuyo diseño incluye un paseo peatonal y mejoras a los espacios públicos existentes asociados a un nuevo parque. El nuevo diseño apunta a consolidar el papel de la calle al reconocer su naturaleza como eje peatonal y al fortalecer los negocios ubicados a lo largo de la misma[8].Durante el transcurso de la reactivación va a ser fundamental trabajar con mapas y datos relacionados a patrones de movilidad, de manera que se puedan localizar puntos de información, prestación de servicios sociales y acceso a recursos en ubicaciones estratégicas. Pensar en la calidad de la movilidad de las personas con protocolos adecuados de distanciamiento social es crucial para ofrecer un hábitat de calidad y adecuado ante la crisis sanitaria. Esto implicaría la implementación de señales urbanas para reforzar las pautas de comportamiento seguro o con información sobre los servicios y apoyos disponibles para la comunidad.Áreas de intervención: conectividad, transporte público, medios alternativos de movilidad, acceso universal, acceso a servicios públicos, entre otros. CALLE 107. Créditos: Alejandro Echeverri + Valencia Arq. - Proyectar infraestructuras inteligentes para la resiliencia
Las áreas verdes suelen tener indicadores que revelan las profundas desigualdades al interior de las ciudades de LAC. Por ejemplo, en el Gran Santiago este valor oscila desde comunas con 1,2 a 18,9 m2 de área verde por habitante (INE & CNDU 2019). Para que los barrios informales puedan desarrollarse a pesar de las disrupciones socio-ambientales y las vulnerabilidades existentes, deben crearse marcos de trabajo para fomentar la resiliencia.En áreas con una alta concentración demográfica y fragmentación ecológica y social, las infraestructuras verdes tienen el potencial de configurar espacios multifuncionales en corredores verdes que conserven valores ecológicos y provean espacios de recreación y bienestar social. Un ejemplo de esto es el proyecto Parque Hídrico La Quebradora en México. Se trata de un diseño para recolectar y filtrar el agua de lluvia a fin de evitar las inundaciones urbanas. A su vez, funciona como sistema para distribuir el agua entre los barrios que no tienen acceso al recurso[9].Los sistemas digitales también pueden propiciar mayor flexibilidad y adaptabilidad, ya sea para responder a los efectos del cambio climático o hacer frente a las desventajas de su entorno urbano. Por ejemplo, una iniciativa interesante es el Mapeo Liderado por Jóvenes impulsada desde UNICEF (2012). El proyecto convocó a jóvenes provenientes de asentamientos en Brasil, Haití, Argentina y Kosovo, con el objetivo de recolectar información sobre los riesgos de desastres donde se asientan los barrios informales. Se capacitó a los jóvenes para generar un mapeo en tiempo real a través de la web y de aplicaciones para teléfonos móviles, ampliando las herramientas digitales disponibles a la comunidad y potenciando su capacidad organizativa[10]. Asimismo, la plataforma Qué Pasa Riachuelo en Argentina, busca medir en tiempo real la situación de la cuenca y denunciar los riesgos a los que se encuentra expuesta. La plataforma cuenta con el aporte de datos públicos provenientes de ACUMAR, de las empresas y de la participación activa de los vecinos, lo cual permite acceder a un mapeo con información ambiental georreferenciada e identificar industrias declaradas agentes contaminantes, basurales a cielo abierto y población en riesgo[11].En el periodo de reactivación frente a la crisis sanitaria, nos encontraremos con los espacios de oportunidad que ofrecen las infraestructuras verdes para que sus territorios y comunidades sean mas resilientes. Es necesario que las áreas de mayor densidad demográfica puedan contar con espacios abiertos y de bienestar. Al mismo tiempo, el uso de nuevas tecnologías y la participación ciudadana permiten generar un ecosistema de cuidado ante las crisis y los inminentes desastres socio-naturales.Áreas de intervención: resiliencia equitativa, justicia ambiental, cambio climático, adaptación y mitigación climática, hidrología, infraestructura social, autosuficiencia, entre otros. Parque Hídrico La Quebradora. Créditos: Loreta Castro, Rizoma - Generar y clasificar datos sociales para la gobernanza
La implementación de proyectos en contexto de emergencia y recuperación requiere sistemas de levantamiento de datos actualizados con foco en las necesidades de urgencia. En contextos informales, muchas veces se requiere adoptar variables proxy para identificar información específica y dinámica, además de clasificar datos que no existen en el tejido urbano formal. No se debe minimizar la importancia de la transparencia durante la crisis, en relación con los gastos, las contrataciones y la capacidad de investigar abusos[12].Actualmente, durante la crisis del Nuevo Coronavirus, el manejo de datos es una herramienta útil para informar a ciertos sectores que requieren de respuestas urgentes. Para la posterior recuperación, la generación de datos desde los vecinos y la ciudadanía, junto con la digitalización de ciertos procesos se podrán generar respuestas locales inmediatas en los espacios comunes. Un ejemplo interesante es el Korogocho Slum Upgrading Programme en Kenia, un programa que a partir del análisis de información (estadísticas y mapeos situacionales del barrio) prepara un Plan Integrado Sostenible con mecanismos de gestión ad hoc, dónde el espacio público funciona como una infraestructura de acceso a servicios básicos (cloacas, agua, alumbrado público), así como un lugar de apropiación y participación de la comunidad. Otro ejemplo de administración e implementación de proyectos, tanto en emergencia como en recuperación, es el proyecto Violence Prevention through Urban Upgrading en Sudáfrica. Entre las múltiples acciones que coordina el programa, se llevan “registros comunitarios” para ayudar a los vecinos a inscribir sus propiedades legalmente; por medio de una aplicación para que los vecinos puedan reportar fallos en los sistemas de agua. De esta manera, se genera conciencia a nivel comunidad de igualdad de condiciones al acceso de servicios; además que se asegura la continuidad de las mejoras en el tiempo[13].
Es importante definir tres aspectos esenciales a la hora de desarrollar el diseño y planificación del espacio público: área de impacto (qué), estrategias (cómo) y partes involucradas (quiénes). Las intervenciones que integran en su propuesta múltiples dimensiones, como las presentadas, favorecen el grado de involucramiento de la comunidad, el acceso equitativo a recursos, la consolidación de una identidad local y la conciencia sobre el cambio climático.
Los barrios informales suelen concentrar diversidad y saberes que no han sido reconocidos en los procesos formales de diseño de políticas de intervención. En la etapa de recuperación, los espacios públicos tienen que modelarse desde el fortalecimiento de los liderazgos y capacidades comunitarias, la principal herramienta para alcanzar una mayor resiliencia en los barrios.