Clarín.com ARQ Arquitectura
por Graciela Baduel
El gran arquitecto mexicano reflexiona sobre la disciplina en tiempos de coronavirus.
Enrique Norten. Cetnro de Transferencia Modal (CETRAM) Observatorio, en CDMX.
Desde su departamento frente al parque España, en Ciudad de México (CDMX), Enrique Norten habla con ARQ gracias a la plataforma Zoom. En una mañana soleada, aquí y allá, con el Covid-19 azotando, aquí y allá, la banda sonora de la videoconferencia es el canto de los pájaros. “Siempre los hemos escuchado, pero desde la pandemia se han vuelto muy notorios, los tenemos las 24 horas. Sé que cantan diferente según sea el atardecer o el amanecer”, se deleita este hombre que ha hecho una carrera brillante, no solo en su país sino también en los Estados Unidos.Nacido en 1954, Norten se reconoce como un hijo del Movimiento Moderno . “El lenguaje de la arquitectura, que sigue siendo usado por mi generación y por las posteriores, es todavía una derivación o transformación de lo propuesto en las primeras modernidades. Evidentemente, hemos adaptado nuevas tecnologías que nos han permitido seguir puliendo este lenguaje moderno”, afirma.
-No puedo dejar de preguntarle qué va a pasar con la arquitectura en esta “nueva normalidad” que estamos enfrentando.
-Hemos estado reflexionando mucho, he estado platicando con colegas. No creo que vaya a cambiar radicalmente la arquitectura, pero son momentos que nos permiten valorar y poner en su lugar algunas consideraciones. Tendremos que ser más cuidadosos, o participar de una manera distinta en el quehacer de la arquitectura, o del hacer ciudad. Lo hemos visto al final del siglo XIX y principios del siglo XX: cuando suceden crisis sanitarias de manera casi inmediata se culpa a la ciudad, por el hacinamiento y la insalubridad. Algo un poco similar está pasando ahora, la densidad se ha convertido en el chivo expiatorio de este gran discurso. Yo creo que es un error, yo digo que la ciudad sigue siendo nuestra mejor opción. Solo la urbanización nos permitirá construir ciudades más equitativas, más igualitarias.
-Tal vez sea necesario hacer más hincapié en la responsabilidad de la planificación urbana en cuanto a los barrios vulnerables...
-Hay que entender qué es lo que hemos hecho bien con las ciudades y qué es lo que no. Dónde se requieren ajustes. No es culpa de la densidad, ni culpa de la ciudad, lo que estamos viviendo. La opción contraria, la expansión o la dispersión, traería consecuencias mucho más graves para el desarrollo de las comunidades que la propia ciudad.
-La ciudad extendida es mucho menos eficiente.
- Es mucho menos eficiente en todos los aspectos, la sociabilidad, la idea de comunidad, de progreso. Entonces, el gran reto es tener una ciudad que tenga la suficiente masa crítica, pero que al mismo tiempo, considere opciones de igualdad, de equidad, de integración, de diversidad, que permita mejorar la calidad de vida de todos. No podemos seguir contando con ciudades fragmentarias, divididas, que han creado cinturones de miseria, favelas, y que han, de alguna manera, fragmentado la vida. Son características que, por supuesto, ahora estamos sufriendo, no sólo por las contingencias, sino por muchas razones y de muchas maneras. El reto es grande: las ciudades deben permitir la cercanía social que necesitamos y, al mismo tiempo, permitir el distanciamiento físico que se requiere ahora, de una manera bien estructurada y bien articulada.
-¿En qué lugar va a quedar la “arquitectura del espectáculo” en esta “nueva normalidad”?
-Esa arquitectura que se ha dado en una situación de abundancia y de excesos, creo que ha recibido ahora la estocada de muerte. Vamos a apreciar cada vez más una arquitectura de mayor humildad, de mayor responsabilidad social, de mayor compromiso, menos dedicada a lo espectacular. Esa competencia de las ciudades, de a ver quién tiene el edificio más guau, o el más alto, creo que casi de manera automática se vuelve sin sentido.
Enrique Norten. Rutgers Business School, en Nueva Jersey, Estados Unidos. Foto: Peter Aaron
-Dada su experiencia, ¿diría que hay una forma distinta de hacer arquitectura en Estados Unidos que en Latinoamérica?
-La arquitectura es un fenómeno universal. Hacer arquitectura es hacer arquitectura. Evidentemente hay tonos y matices diferentes en todos los lugares, no porque sea Estados Unidos o porque sea Latinoamérica. Inclusive dentro de diferentes ciudades o regiones de un mismo país, hay distintas maneras de entender la arquitectura y de activarla. Al final, la arquitectura es la expresión de una cultura, de formas de vida, de un lugar, de un clima, de una economía, de condiciones políticas. Son muchas capas de información que, evidentemente, hacen único a cada uno de esos lugares donde tenemos esas oportunidades. Ahí es donde están las diferencias. Yo siempre he creído en una arquitectura, digamos, moderna, contemporánea, que al mismo tiempo es global y al mismo tiempo reconoce las condiciones únicas y particulares de cada sitio. La arquitectura de mi generación se encuentra en esta intersección entre lo universal y lo particular, entre lo global y lo único.
Enrique Norten. El edificio de viviendas West End 37, en Washington DC. Foto: Alan Karchmer.
-¿Qué tiene en cuenta antes de aceptar el encargo de un proyecto?
-Son muchas las condiciones, o las capas de información que hay que considerar en cada proyecto. Algunas tienen que ver con la contraparte, con las personas o instituciones que nos encargarían este proyecto, otras tienen que ver con el lugar, con el programa, con las oportunidades complejas que cada uno ofrece. A partir de ahí, decidimos cuáles son los que a mí y a mi equipo nos interesan más.
-¿Cuáles son los proyectos que más placer le han dado?
-Los proyectos traen grandes satisfacciones y algunas pocas desilusiones. Cuando se ve retrospectivamente, no hay un solo proyecto que uno pudiera decir que hubiera preferido no hacerlo, a excepción de aquellos que han ido mal desde un principio y que por algún motivo, han tenido que ser abortados.
-Como el Museo Guggenheim de Guadalajara...
-Ese es uno de los momentos tristes en mi carrera; es un proyecto que a mí me hubiera gustado mucho concretar. Pero hubo un cambio de administración en el Estado de Jalisco, entró un gobernador muy de derecha, que consideró que un proyecto cultural como ese no estaba entre sus prioridades. Se creó un distanciamiento entre las autoridades del Guggenheim y las autoridades políticas y todo se fue deteriorando hasta que se perdió.
-¿Por qué aceptó hacer la torre residencial 2000 Ocean en Florida? ¿Qué fue lo que lo convenció de este proyecto?
-De manera muy simplista podemos decir que el trabajo del estudio (TEN Arquitectos) está dividido casi por mitades entre obras públicas y obras de desarrollo privado. Ese proyecto cae en la segunda categoría y las razones por las que lo acepté fueron muchas. Es un terreno muy bello frente a la playa y hay una relación con un cliente muy sofisticado. Eso fue lo que me gustó más. Es el grupo KAR, dirigido por un estadounidense de origen persa, Shahab Karmely. Muy bien educado en cuestiones de arquitectura y de hacer bien las cosas. Después se sumó Edgardo De Fortuna, argentino, que es quien comercializa el proyecto, que ha trabajado con colegas que quiero y admiro mucho, siempre con un gran compromiso por hacer, por entregar un buen producto. Y yo, de ninguna manera, estoy peleado con lo comercial; creo que se puede hacer buena arquitectura y que es necesario hacerla en todos los temas. Y como hay un mercado que va a consumir este tipo de tipo de trabajos, es mejor que se hagan buenas cosas.
Emrique Norten. Escuela Nacional de Teatro en CDMX. Foto: Dante Busquets.
-¿Utiliza herramientas tecnológicas para diseñar?
-En lo personal, todavía uso el lápiz de mina B, que es una mina suave, que me permite dibujar, pero mi oficina está completamente tecnologizada, creo que soy el único que usa esta herramienta. Tenemos todos los avances que puede tener una oficina, ordenadores, todo tipo de impresoras, de láser, 3D. Todo lo que nos ofrece la tecnología, que al final es lo que nos permite seguir participando de este tipo de discurso.
Enrique Norten. Park 420, Miami, Estados Unidos.
-¿Le diría a los estudiantes o a los arquitectos jóvenes que dibujen ?
- Para mí es fácil decirlo porque es algo que disfruto y que es natural, creo que esa relación que tengo entre la mano y el cerebro es muy importante. Ahora, los arquitectos jóvenes la tienen de otra manera, con esta interfase en la cual se convierte el propio ordenador. Es difícil decir que la única manera de hacer arquitectura es dibujando. Es algo que para mí es importante, que gozo, y me sirve. Pero no es la única manera de hacerlo y, evidentemente, las nuevas herramientas nos están dando nuevas oportunidades.
-¿En qué están trabajando en este momento?
-Tenemos proyectos urbanos muy importantes, como una zona fundamental de movilidad e interconexión, el Centro de Transferencia Modal Observatorio de CDMX, con el tren suburbano, el metro, el tren subterráneo... Es una pequeña ciudad alrededor de una nueva condición de movilidad. Estamos también haciendo prácticamente una nueva ciudad dentro de la ciudad de Mérida, de casi 60 hectáreas. Son ciudades totalmente abiertas, tejidas en la trama urbana, que pretenden reforzar esta nueva idea de una ciudad mixta, viva, activa, pública, integrada, diversa. Y dentro de la propia ciudad.
Enrique Norten. Proyecto de su estudio TEN Arquitectos para el Aeropuerto Intenacional de Ciudad de México NACIM.
-En tantos años de carrera, ¿queda alguna tipología, algún proyecto que le falte concretar?
-Tuve la mala suerte de no ganar el NACIM, el aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Ahora está suspendido, o sea que al final fue para bien haber perdido. Estamos trabajando en un nuevo aeropuerto acá en nuestro país. Son oportunidades que van y vienen. Creo que lo que define el proyecto son muchas capas de información, y cuando se alinean las estrellas es cuando tenemos la oportunidad de ser los mejores. «