Clarín ARQ | Miguel Jurado
El puente de Juan B. Justo que cruza sobre la Avenida Córdoba, en la Ciudad de Buenos Aires, llevará el mismo tiempo en ser demolido de lo que tardó en construirse.
Los seis meses de destrucción que comienzan a contarse a partir del próximo sábado serán una eternidad, mientras que el mismo tiempo en 1966 fue un récord notable.
El proyecto fue adjudicado al estudio Mario Roberto Álvarez y Asociados después de ganar el primer premio en el concurso nacional organizado ese mismo año. Álvarez es conocido como el autor del Teatro y Centro Cultural General San Martín y fue durante décadas el arquitecto más prestigioso de la Argentina.
Fallecido hace 7 años, a días de cumplir sus 99, fue un pionero incansable y uno de los más importantes personajes de la escena local.
El puente de la Avenida Juan B. Justo le llegó en el momento más productivo de su larga carrera. Fue una de la decena de obras ganadas por concurso en las décadas del 60 y 70.
La obra que está destinada a desaparecer es una de las más acabadas muestras de sinergia posible entre arquitectos e ingenieros. Además de cumplir con el difícil objetivo de sortear el enorme problema de tránsito que significaba el encuentro, en un mismo nivel, del tren del ramal San Martín, la Avenida Córdoba y Juan B. Justo, la obra fue pensada para crear espacios de recreación en sus costado sin agobiar a los edificios vecinos.
Lamentablemente, muchos de los edificios que se pensaban demoler siguieron allí y tampoco se construyó la plaza que Álvarez imaginaba en el arranque del puente. Ni hablar de la ocupación ilegal sobre terrenos del ferrocarril que terminó tapando al puente.
Como buen creativo que era, Álvarez no quería hacer un puente ingenieril y nada más. El arquitecto buscó evitar las formas rígidas y proyectó un puente de pilares esculturales y con el menor número de apoyos posibles. Para eso, recurrió a la técnica del hormigón pretensado, un sistema que permite mayor resistencia en las piezas.
Además, al tener los apoyos muy separados, estos no interfieren con el túnel subterráneo que contiene al arroyo Maldonado por debajo de Juan B. Justo.
Por otro lado, en su trazado, el puente dibuja una curva que se adapta a la traza vial y sugiere una continuidad de la avenida por sobre el puente, sin distinguir la diferencias.