Clarín
Silvia Gómez
Ya tiene diseño el nuevo parque público de 50 hectáreas que se desprende del predio privado más grande de la Ciudad, que es propiedad de la empresa IRSA. Se trata de un espacio verde que funcionará como un fuelle entre el nuevo barrio que se construirá en el borde ribereño más al sur de la Ciudad -que se llamará Costa Urbana-, y el Barrio Rodrigo Bueno. El parque estará ubicado además a metros de la Reserva Ecológica Costanera Sur y el proyecto prevé que ambos se puedan vincular a través de un puente.
Tiene unas dimensiones inusuales para lo que habitualmente se dispone en territorio porteño para este tipo de obras; para tener como referencia, el parque tendrá la misma extensión que los parques Centenario, Chacabuco, Las Heras y las Barrancas de Belgrano juntos juntos.
El año pasado la Ciudad convocó a un concurso nacional, del que participaron 19 estudios de arquitectos. Los estudios ganadores fueron Palo Arquitectura y West 8.
Originalmente el predio tiene 71,61 hectáreas. Se trata de las tierras en donde funcionó la Ciudad Deportiva de Boca. Desde 1997 le pertenecen a la empresa IRSA que obtuvo -en la Legislatura porteña- la rezonificación para la construcción en altura y cedió, a través de un convenio urbanístico, el 70,97% de la superficie para la construcción del parque público.
El proyecto del arquitecto Emiliano Espasadin (Palo Arquitectura) y la arquitecta y paisajista Sofía Charro (West 8) propone una sucesión de cambios a medida que el terreno -una franja de tierra de forma rectangular, ganada al Río de la Plata- se mete hacia el agua y se aleja de las calles y avenidas. En una primera zona, a la que se accede desde la Avenida España, habrá usos deportivos, con infraestructura; también un área de juegos y un puente que conecta el parque con el barrio Rodrigo Bueno. Además un bosque de árboles nativos y un jardín también con plantas nativas, para atraer mariposas. Y se conservará una especie típica de la ribera, muy pintoresca y de un verde vivaz, los repollitos de agua.
En esta primera zona se conservan aún construcciones que pertenecen a lo que fue la Ciudad Deportiva de Boca. Por ejemplo, la confitería, una fuente de aguas danzantes (ambas se pueden ver desde la vereda de Avenida España) y una piscina con trampolines. Los arquitectos proponen que estas estructuras permanezcan: que se restauren la fuente, la confitería -que podría ser el corazón de un mercado gastronómico- y la piscina, que podrá ser un estanque.
"Nos pareció importante preservar estos espacios para recuperar la memoria colectiva de lo que significó esta zona de la Costanera Sur", le dijo a Clarín Espasandin. Entiende que "de alguna forma es un homenaje a los grandes parques que supo tener la Ciudad. Es una oportunidad para consolidar una pieza urbana de un gran porte y hacer la transición entre lo que sería la Ciudad y el río", explicó.
La segunda etapa fue bautizada con el nombre "Península". Aquí Espasandin y Charro proyectaron un mirador y un muelle ecológico, que da hacia un área de fitorremediación y un espejo de agua; habrá también un pabellón para la observación de aves y una plataforma flotante, una suerte de pasarela que permite caminar sobre el agua.
En esta zona buscan que se genere un espacio de mejoramiento del entorno: "Estas plantas y sus microorganismos asociados son especiales para el tratamiento de problemas ambientales. Es una solución ecológica ya que se trata el problema in situ y de un modo natural", detalló Espasandín.
El último tramo del parque tendrá un mirador que permitirá apreciar la Reserva Ecológica Costanera Sur desde un punto de vista inusual; un sitio desde el que hoy es imposible verla. En esta zona los arquitectos plantean la conexión de este parque con la reserva, a través de un puente.
Habrá un segundo mirador que permitirá vistas directas y abiertas hacia el Río de la Plata. También áreas de juegos, pastizales pampeanos, un bosque de coronillos, senderos, un anfiteatro al aire libre y finalmente, una obra de arte. Los profesionales a cargo del diseño del parque imaginaron una suerte de faro, que pueda transformarse además en un ícono de esta zona de la Ciudad.
"Dentro del proyecto, el faro no es un tema menor. Es muy elocuente, fue pensado a propósito, con la idea de que el parque reivindique su condición en el sur de la Ciudad, que siempre ha sido la zona más descuidada. Es el faro del parque, sí, pero es también el faro de la Ciudad", concluyó el arquitecto. Lamentó que el concurso no sea vinculante, pero espera que "haya espacio para colaborar en el desarrollo".
Este gran predio de 50 hectáreas tiene una historia sinuosa. En 1964 una ley del Congreso de la Nación le otorgó a Boca la posibilidad de realizar rellenos sobre el Río de la Plata y allí construir un complejo deportivo y su nuevo estadio. Iba a ser el más grande del mundo, con capacidad para 140.000 espectadores. Se llegó a a levantar incluso parte de una tribuna como una suerte de piedra basal. Pero la misma ley le impedía vender los terrenos que se ganaran al río.
El proyecto principal, el estadio, quedó trunco. Y el lugar se convirtió en un gran parque de diversiones y de recreación, con piletas enormes y un famoso acuario con forma de pez; además tenía una gran confitería y una fuente de aguas danzantes que se iluminaba por las noches (ambas construcciones subsisten).
Así permaneció en uso durante la década del 70. En 1982, Boca obtuvo la posesión definitiva del predio, pero sin opción a venta. En 1989 se votó nuevamente una ley que permitió sumar usos -náuticos, comerciales, hoteleros- y vender las tierras. Cosa que sucedió en 1992. Primero se vendió a la sociedad Santa María del Plata y en 1997 fue adquirida por IRSA, dueño actual.
Luego devino otra parte de la historia: la necesidad de la empresa de obtener una rezonificación de estos terrenos, que le permitiera construir en altura. En 2010 el Ejecutivo porteño hizo el primer intento en la Legislatura porteña, pero el proyecto de ley fue rechazado. En 2016 hubo un segundo intento, mismo resultado.
En agosto de 2021, un nuevo proyecto logro el voto positivo de la Legislatura. Entre otras cosas, el convenio que firmaron la empresa y la Ciudad determina que el 70,97% del predio debe ser destinado a espacios públicos (50,8 hectáreas) y que la altura máxima a construir será de 145 metros (48 pisos, aproximadamente). Habrá otras dos alturas permitidas: 17,2 metros y 31,2 metros (entre 7 y 10 pisos).
La Ciudad obtuvo el dominio público de estas 50,8 hectáreas para la construcción de calles, bulevares, parques, plazas y plazoletas. Además se quedó con el dominio de tres lotes con diferentes capacidades constructivas (el rédito debe ser destinado al Fondo de Desarrollo Urbano y al Fideicomiso para Innovación, Ciencia y Tecnología).
Las obras y mantenimiento del parque corren por cuenta de IRSA: debe destinar 40 millones de dólares a la construcción del parque y mantenerlo durante 10 años (o hasta completar la suma de 10 millones de dólares). Además, hay una compensación monetaria y la entrega de bonos soberanos.
Sobre el concurso nacional de proyectos, fue organizado por la Ciudad de Buenos Aires. Colaboró la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) y contó con el auspicio de la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FAdEA). Entre otros profesionales, el jurado estuvo compuesto por el secretario de Desarrollo Urbano porteño, el arquitecto Alvaro García Resta, y la presidenta de la SCA, la arquitecta Rita Comando.