
Cenital
Las ciudades sin baños públicos en parques y plazas son peores lugares para vivir. Qué se hizo en otros lados y cómo hacerlo funcionar acá.
Por Federico Poore
9 de mayo de 2025
El olor a pis en la Ciudad de Buenos Aires se volvió, insólitamente, uno de los temas centrales en la campaña para las elecciones legislativas del 18 de mayo. Si bien el fenómeno responde en parte a un deterioro social general, también expone fallas concretas en la infraestructura urbana. Una de ellas es la falta de baños públicos.
En la capital, la Ley N° 6.107 dispone la creación de baños de acceso público en todos los parques porteños de más de tres hectáreas de extensión. A pesar de haber sido sancionada por unanimidad en 2018, hoy no se cumple.
“El Estado está en condiciones de ponerlo en práctica, lo que no hay es voluntad política”, dice a Cenital María Rosa Muiños, autora del proyecto y legisladora porteña entre 2013 y 2021.
Muiños, que hoy es Defensora del Pueblo de la Ciudad, recuerda que la ley incluso le otorgó el Ejecutivo porteño la posibilidad de definir el esquema de mantenimiento de estos baños en parques (si va a estar a cargo de una entidad municipal o de una empresa tercerizada, si el servicio va a requerir algún tipo de contribución del usuario). Y que para facilitar los apoyos al proyecto de ley, se propuso que la obligatoriedad de la provisión del servicio estuviera limitada a los grandes parques, como Avellaneda, Centenario, Chacabuco, Indoamericano, Lezama, Rivadavia, Saavedra, Sarmiento, Costanera Sur, Palermo y Agronomía.
“Con todo esto en mente, no hay ningún argumento de peso para justificar que no lo hayan hecho”, dice. Según un relevamiento que hizo hace poco la periodista Karina Niebla, hoy apenas hay algunos en Parque Sarmiento y Parque Centenario.
El fenómeno no se limita a la capital argentina. En Córdoba, ciudad que hace varios años había aprobado una ordenanza que mandaba a construir baños públicos en espacios verdes, pasó algo parecido. Para 2016 solo funcionaban dos y desde 2022 solo los de Parque Sarmiento. Un relevamiento reciente de La Voz del Interior, además, evidenció la falta de mantenimiento en bebederos y fuentes en el casco céntrico.
El sentido común de la época nos acostumbró a la idea de que debemos convertirnos en clientes hasta para las cosas más básicas (como encontrar refugio o ir al baño) y esto nos impide pensar en qué tipo de personas sufren por la ausencia de sanitarios.
La respuesta es más abarcativa de lo que parece. Si se me permite el juego de palabras, personas en situación de calle somos todos, cada vez más. Trabajamos más y ganamos menos, por lo que tenemos que salir a buscar más trabajos, viajando de una punta a la otra de la ciudad. Es por eso que se observan más freelancers, más repartidores de delivery, más cartoneros, más personas que suman un ingreso extra haciendo viajes para Uber o Cabify. Y no todos pueden pagar una consumición cada vez que quieren pasar al baño (es ilegal que los comercios se nieguen, pero sabemos que ocurre). Todo esto sin contar el especial impacto que la ausencia de estas infraestructuras genera en mujeres, personas a cargo de niños pequeños, adultos mayores y personas con movilidad reducida.
Es por eso que las ciudades con mejor calidad de vida instalan y mantienen una red de baños públicos de calidad.
Catálogo de soluciones
El año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un catálogo de buenas prácticas para la prestación de servicios de baños en espacios públicos urbanos.
“La atención por parte de los gobiernos se ha concentrado en la conexión de los servicios de agua y saneamiento en los domicilios y establecimientos comerciales, dejando de lado las necesidades del ciudadano en el espacio público”, dice el informe, que lleva las firmas de las investigadoras Laura Vargas, Florencia Rieiro, Alejandro Jiménez y Pilar Avello. “En este contexto, los colectivos más vulnerables se ven especialmente afectados, en especial individuos en situación de calle, vendedores ambulantes, recolectores de material reciclable, mujeres embarazadas, y personas con discapacidad y enfermedades crónicas”.
En respuesta, el catálogo del BID repasa los casos de éxito de casi veinte países y explica cómo se podrían implementar en aquellas ciudades que hayan decidido a abordar el problema.
- Cómo diseñarlos: Singapur tiene una guía para el buen diseño de baños públicos con principios que van más allá de los requerimientos de espacio e integran variables psicológicas y operativas. También deja una lección para aquellos gobernantes que abandonaron la idea de instalar sanitarios de acceso público con la excusa de que al poco tiempo son vandalizados. “Ninguna instalación sin supervisión puede evitar el vandalismo. Incluso con la tecnología más resistente al vandalismo, una instalación sin supervisión acabará por deteriorarse”, dice la guía. “En la mayoría de los casos, los ingenieros de instalaciones y el personal de limpieza desempeñan un papel importante, lo que se traduce en unos aseos bien mantenidos».
- Cómo orientar al usuario: una adecuada prestación del servicio debe incluir un relevamiento de los baños con acceso al público que derive en información detallada que facilite el acceso de los usuarios. Ciudades como Montevideo o Bogotá tienen su propio mapa virtual con la ubicación de los baños, la dirección, los horarios y –en el caso de la capital colombiana– el estado (abierto o cerrado).
- Cómo escalar la red: la ciudad de Edimburgo, en Escocia, desarrolló un programa de baños comunitarios (CTS, por sus siglas en inglés) que busca aumentar el número de sanitarios disponibles en espacios públicos, incluso aquellos que no son gestionados directamente por la Municipalidad. Así se sumaron a la red bibliotecas, museos y centros comunitarios. La capital escocesa también reconoce con un pago de 500 libras esterlinas (unos 800.000 pesos) a las empresas que decidan participar y permitan a los ciudadanos usar sus instalaciones. La iniciativa fue copiada en muchas otras ciudades británicas, como Londres.
- Cómo mantenerlos en buen estado: Las ciudades que abordan este desafío suelen desarrollar sus propios planes de acción con un análisis de ciclo de vida de los baños, revisiones periódicas sobre el estado de la red y las prioridades para los próximos 10 años. Este año, Nueva York aprobó un proyecto para construir más baños públicos con el objetivo de duplicar su número para 2035.
Baños públicos
Ninguna nota sobre el aseo de calidad en espacios públicos puede omitir el caso de los baños públicos de Tokio abordados en Días perfectos, película de Wim Wenders que tuvo un buen paso por la cartelera porteña.
Muchos de los espectadores del film de Wenders –que narra la vida de un limpiador de baños públicos en la capital japonesa– se sorprendieron por su enfoque observacional, pero ese registro tiene una explicación muy sencilla. Y es que Días perfectos iba a ser un documental. Wenders había llegado a Japón invitado por Koji Yanai, el hijo del fundador de Uniqlo, para promocionar The Tokyo Toilet, un proyecto de rediseño de los baños públicos de 17 lugares de la localidad de Shibuya con el apoyo de renombrados arquitectos de todo el mundo.
El objetivo del programa –desarrollado por la Fundación Nippon, que se sostiene con los ingresos por loterías– era desmitificar la idea de que los baños públicos son lugares desagradables mediante la construcción de diseños originales permitir que “todos, independientemente de su edad, género o discapacidades, puedan usarlos cómodamente”, según la descripción de los autores del proyecto.
Documental o ficción, una de las enseñanzas de Días perfectos es que el estado de conservación y mantenimiento es también una señal de cómo quiere que se usen las instalaciones públicas. Lo deteriorado se destroza, lo bien mantenido invita a cuidarlo.

Por último, unas líneas sobre el difícil tema del cobro a usuarios. París tiene más de 750 baños públicos (muchos de ellos abiertos las 24 horas) y su acceso es gratuito. Madrid cuenta con 129 aseos públicos gratuitos distribuidos en todos los distritos de la ciudad, aunque algunos requieren el pago de una tarifa simbólica de 10 centavos de euro. Y si bien este año aparecieron instalaciones privadas orientadas a turistas que cobran 1 euro por el uso (en zonas de alta afluencia, como Plaza Mayor), en líneas generales lo que prevalece es un modelo público de bajo impacto fiscal mediante un esquema de explotación publicitaria.
Sea como fuere, todas tienen un programa en marcha que permite ir detectando desafíos y mejorar allí donde hace falta. Si Buenos Aires o Córdoba quieren estar a la altura de las grandes ciudades del mundo no pueden seguir ignorando este problema.