LA NACION | SOCIEDAD | Víctor Pombinho Soares
El gobierno de la Ciudad está encarando en Once una serie de reformas que buscan que el barrio se transforme en una zona más atractiva para vivir para las familias, sin que pierda su marcada esencia comercial y multiétnica.
La intervención, llamada Once Peatonal, comenzó con la expulsión de los manteros y el arreglo de las veredas que ocupaban, a las que se les agregaron árboles y mobiliario urbano, como nuevas paradas de colectivos, luminarias y asientos. El plan se lleva adelante en el área comprendida por las avenidas Pueyrredón, Corrientes y Rivadavia y la calle Uriburu y el entorno de Plaza Miserere, un punto de conexión clave para el transporte público, donde confluyen los subtes A, B y H, numerosas líneas de colectivos y la estación de tren de la línea Sarmiento.
Las obras incluyen la nivelación de calles, el ensanche de veredas, la ampliación de las esquinas, el soterramiento de cables, el ordenamiento de las marquesinas de los negocios y la refacción e iluminación de edificios de comienzos del siglo XX de alto valor patrimonial. La mejora en las veredas y calles estará lista en un par de meses, pero las mejoras completas recién estarán finalizadas en 2019.
"Once tiene un perfil muy comercial, pero a la noche medio que se muere. El barrio tiene un stock de edificios de departamentos, entonces la idea es que sea mucho más agradable a la noche o el fin de semana para que no solo la gente venga a comprar, sino que sea agradable vivir", asegura el arquitecto Juan Vacas, director general de Regeneración Urbana de la Ciudad.
"Once es uno de los barrios mejor conectados de la Ciudad. Entonces no podés dejar que un lugar tan neurálgico se venga abajo. Y además tiene edificios patrimoniales muy importantes, sobre todo de los años 20 y 30, que estamos poniendo en valor. Creo que se va a lograr algo similar a lo que ocurrió en el Microcentro. Se van a ir generando zonas especiales. Este comercio tan intensivo que tiene está bueno, no queremos que esto sea Recoleta. Pero sí, se va a lograr mejorar la habitabilidad. La idea es que las calles sean más lindas, que a la noche te sientas seguro para caminar", señala Vacas en la terraza de la Torre Saint, uno de los edificios paradigmáticos que se están restaurando.
Otro de los cambios para que Once sea más "vivible" es la creación de espacios verdes, que no abundan en la zona. En la Manzana 66 (comprendida por las avenidas Jujuy y Belgrano, y las calles Catamarca y Moreno) habrá una plaza y una escuela. También está el proyecto del Parque de la Estación, que se va a unir con el Corredor Verde del Oeste sobre el tren Sarmiento. En la Plaza Miserere, donde ya se reforzó la iluminación, se ordenarán y unificarán estéticamente los kioscos de comida. La vieja Recova, en Pueyrredón y Rivadavia, también está siendo remozando, y cada local contará con un toldo de color bordó.
"Hoy quienes caminan por Once descubren un nuevo barrio, con edificios imponentes antes no se lucían. Estas obras van a cambiar completamente el paisaje de Once. Los miles de vecinos que caminan por acá van a sentirse más cómodos, seguros, y van poder disfrutar del espacio público. Queremos que sean muchos más los que disfruten de esta zona de la ciudad, y no sea solo un lugar de paso", Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio del gobierno de la Ciudad.
Las ventas mal, la seguridad mucho mejor
Los comerciantes del barrio coinciden en que hubo una mejora muy importante en la seguridad desde que el gobierno porteño desalojó a los manteros de las veredas, pero por ahora no ven una reactivación en las ventas.
Juan es el dueño de Mel Tex, un local de venta de ropa de confección nacional ubicado en la Valentín Gómez, una de calles que serán "prioridad peatón". El hombre, que trabaja ahí desde hace 55 años, se queja de las obras: "Por ahora está molestando mucho. No vienen los clientes porque está todo cortado. Desde principios de noviembre estamos parados y en el futuro veremos. El cliente que venía con el auto se va para otro lado, aparte que la venta está mal. Al comercio lo mató. Nos tienen acorralados con las vallas". Su hijo, Eduardo, dice que "la municipalidad deberiá bajar los impuestos, porque hay un perjuicio momentáneo; hay menos de un metro para que pase la gente; tendrían que poner más gente para hacerlo más rápido".
Javier, encargado de la casa de deportes Deporfan, en Pueyrredón entre Valentín Gómez y Sarmiento, trabaja desde hace 12 años en la zona y señala: "No aumentaron mucho las ventas, se mantuvo, pero si hay otro público, vienen familias, que antes no venían. Cambió mucho desde que levantaron a los manteros, ahora se puede caminar. Yo no quería que vinieran mi mujer con mis hijos y ahora vienen. Disminuyeron mucho los robos, porque el amontonamiento los facilitaba. Era todo una mafia. Eso cambió".
Muy parecida es la opinión de Carlos que trabaja en Súper Tienda Once, en Pueyrredón entre Mitre y Perón: "En diciembre subieron las ventas, fue un mes muy bueno, pero enero y febrero fueron malísimos, pero no es por los manteros, es porque no hay ventas. La seguridad cambió, porque no se ven pungas como antes".
Para quienes claramente mejoró la situación es para los peatones. Mientras espera el 64 en la vereda de la estación Once, Antonella (26 años, vendedora) comenta: "Hay más espacio, menos gente, más seguridad. Yo esperaba el colectivo en la calle, era más peligroso. Antes, al haber tanto apretujamiento de gente te terminaban robando".
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08/02/2018 - Clarin.com Ciudades
En Balvanera
La plaza que lograron los vecinos sumará espacios verdes y un jardín de infantes
La Ciudad llamó a licitación para renovar la manzana de Jujuy, Belgrano, Catamarca y Moreno. La gente del barrio consiguió una ley para armar el espacio público tras resistir la construcción de un microestadio.
La lucha parece estar llegando a su fin y los vecinos del barrio de Balvanera están ansiosos. La plaza pública por la que bregaron tantos años, en contra de la construcción de un estadio para 18.000 personas primero, y de un emprendimiento inmobiliario después, comenzará a materializarse en unos dos meses y estaría terminada a fin de este año o principios del próximo.
El Ministerio de Desarrollo Urbano convocó para el 26 de febrero a la licitación pública para las empresas interesadas en realizar las obras del espacio recreativo y el jardín de infantes que se construirán en el predio comprendido por las calles Jujuy, Belgrano, Catamarca y Moreno, y que tendrán que estar concluidas en el plazo de diez meses, según la resolución 9 publicada en el Boletín Oficial porteño.
El proyecto "Manzana 66", como se hizo conocido, tiene un presupuesto oficial de casi 59,4 millones de pesos y fue tomando forma a partir de las conversaciones entre los profesionales de Antropología Urbana y los vecinos que peleaban por revertir el déficit de espacios verdes que tiene la Comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal), una de las más desfavorecidas de la Ciudad.
La nueva plaza incluirá áreas de estar con bancos de descanso y mesitas de pic-nic, postas aeróbicas, mesas de ping pong, juegos inclusivos, transitabilidad para sillas de ruedas y un sendero especial con arbustos, árboles y plantas aromáticas para atraer aves y mariposas. La escuela de nivel inicial tendrá una capacidad promedio de 400 alumnos y también incluiría un salón de usos múltiples, con acceso independiente, para que los fines de semana se puedan hacer festivales y encuentros barriales.
"Va a ser muy linda y por suerte pudimos participar en el diseño. La plaza está dedicada a los adultos mayores y a personas con discapacidad. En los alrededores tenemos muchos hospitales, una biblioteca para ciegos... Balvanera estaba muy abandonada, se sentía la carencia de espacios verdes", dice Alberto Aguilera, uno de los referentes de los vecinos que impulsaron el proyecto.
El espacio también tendrá su toque artístico, con la intervención del reconocido plástico Pablo Siquier, y está previsto que se ensanchen las veredas y se redistribuyan las paradas de las líneas de colectivos que pasan por las calles Jujuy y Catamarca.
Por ahora la manzana que fue eje de la lucha vecinal sigue adelante con su espacio deportivo que funciona en el lugar desde que se cayó el proyecto del estadio para 18.000 personas y se montaron allí once canchas de fútbol de césped sintético, que están abiertas de 9 a 24 cada día. ¿La mudanza? "Puede ser de un momento para otro, pero todavía no sabemos cuándo", se limita a decir uno de los encargados del lugar.
En realidad, la construcción del nuevo espacio verde viene un poco retrasado porque depende de la preparación del predio de San Isidro Labrador 1802, en Saavedra, donde funcionó una terminal de colectivos, y que el dueño del terreno de Balvanera recibirá a modo de permuta, tras la sanción por parte de la Legislatura porteña de la ley 5.800 en abril del año pasado. Allí ya arrancaron los trabajos de acondicionamiento, aclararon desde el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño.
"Calculo que en uno o dos meses empiezan las obras. Nos dijeron que estarán terminadas para fin de año o principio del año que viene. Los vecinos vamos a tener un doble festejo: cuando cierren las canchas de fútbol, porque molesta la luz intensa y el griterío, y luego el más importante cuando se inauguren la plaza y la escuela", anticipa Aguilera.
Tirso Brizuela, un venezolano que atiende el kiosko que está sobre Moreno casi esquina Catamarca, se entusiasma con el cambio del paisaje que visualizará desde su local. Hoy sólo ve paredones semidestruidos y veredas bastantes rotas: "Va a ser un mejor ambiente, una mejor vista. Va a ser lindo con el movimiento de las familias en las tardes y las actividades de los fines de semana", imagina.
Más cauto se muestra Andy Forino porque todavía espera saber qué pasará con su tienda de libros, discos, coleccionables y objetos antiguos que tiene sobre avenida Belgrano cuando comiencen las obras del nuevo espacio verde. "Me interesa que se levante el barrio", asegura y cuenta que tiene en mente muchas ideas culturales para proponerle a las autoridades para desarrollar en el lugar, mientras muestra el mural que gestionó con el actual dueño de la manzana 66 en una porción del actual paredón.
Aún gris, poco atractiva y hasta insegura para los transeúntes nocturnos, la manzana 66 espera pronto la llegada de las grúas que indiquen que el barrio comenzará a dejar atrás su vieja fisonomía para ganar en calidad ambiental.