El secretario de Desarrollo Urbano afirma que el diferencial de su gestión radica en haber dado los debates necesarios de cara a la sociedad.
05/07/2023. Clarín
Por Paula Baldo
El 17 de junio se inauguró la plaza de Las Cañitas, fruto de un Convenio Urbanístico.
El arquitecto y urbanista Álvaro García Resta desde 2019 está al frente de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la ciudad de Buenos Aires. Antes, en 2016, se desempeñó como subsecretario de Proyectos en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte. Es vehemente en sus convicciones y se enorgullece de haber llevado a la acción las ideas que los expertos solo debaten en las aulas y congresos.
Su visión sobre una ciudad deseada es aquella que pueda equilibrar lo que pareciera antagónico: una ciudad densa, verde y con espacio público, una ciudad de la vorágine y la tranquilidad barrial.
Recibe a ARQ en su despacho del piso 4 del Palacio Lezama y dedica una hora de charla en la que no esquiva el conflicto.
Para arrancar la entrevista, ofrece una visión global de las ciudades: “Estamos viviendo un momento donde las ciudades están siendo el territorio protagonista de un montón de transformaciones que van pasando, sobre todo en la vida de la gente, la ciudad es la expresión física de la vida de la gente y no al revés”, define.
“Después de que la revolución industrial le dio forma a las ciudades, a las infraestructuras asociadas a la industria del transporte fundamentalmente, la revolución tecnológica las cuestionó fuertemente”, sigue.
Para García Resta, las ciudades en general, y Buenos Aires entre ellas, “son hoy un territorio productivo, la primera motivación turística del mundo, el lugar donde uno pretende tener una calidad de vida acorde a los desafíos ambientales y sociales”.
“Las ciudades son verdes y densas, son sinónimo de la vorágine y de la quietud del barrio. Hoy son todo aquello que ambas revoluciones expresan, muchas son antagónicas”, señala.
Para definir su gestión es enfático:“Nuestro diferencial es hacernos cargo del verdadero desafío que tienen las ciudades, que es satisfacer a todas aquellas personas que quieran todo esto que acabo de decir”.
Hacerse cargo, según el funcionario, significa dar las discusiones de la agenda urbana de frente a la sociedad. “Me canso de ir a congresos y hablar de lo que todos quieren escuchar, de los puntos que son fáciles de decir pero difíciles de hacer, del llamado a la acción que todos llaman pero nadie acciona, nosotros le pusimos el cuerpo a la acción”.
En un tiempo en que el intercambio en las redes se recalienta y los posteos de los funcionarios acumulan comentarios a favor y en contra carentes de fundamentos, García Resta reconoce su molestia cuando el reclamo vecinal se tiñe de un tono político porque, considera, se aleja de la necesidad auténtica y, por lo tanto, de la solución.
Los Convenios Urbanísticos (CoUr), una herramienta que busca articular el interés público con el privado, suelen estar en el centro del debate público.
-¿Qué condiciones debería reunir un CoUr para ser una herramienta útil?
-Respecto a los CoUr, lo primero que hay que decir es que se hacen en todo el país pero se cuestionan en la ciudad de Buenos Aires.
-¿A qué lo atribuye?
-Porque Buenos Aires es la cancha 1 de Roland Garros. Mientras nosotros cuestionamos Barrio Parque, en Escobar y Tigre se celebran convenios urbanísticos que entregan parte de la costa del río. Acá tenemos 7.000 personas en la audiencia pública de Costa Salguero y allá, cero. El río es el mismo, la costa es la misma, el ambiente es el mismo.
-¿Se cuestiona más un CoUr cuando la contraprestación es económica?
-¿Qué pasa con que la prestación sea económica, cuál es la contraindicación? Bueno, habrá que ponerle un cargo a la contraprestación. De hecho, eso es lo que hicimos. La plaza de Amia, actualmente en construcción en la Costanera Norte, para el privado significó una contraprestación de 2,5 millones de dólares (Desarrollo Juana Manso 350, Dique 4 de Puerto Madero).
Podemos discutir que una contraprestación asociada a la obra de una plaza es más clara, más nítida, pero estamos dando por válida la herramienta.
-¿Qué valoración puede hacer de los CoUr presentados?
-No creo que haya sido perfecto en el 100% de los casos. De hecho, creo que hay que hacer un llamado de atención importante al sector privado porque se presentaron 112 CoUr, de los cuales solo 12 llegaron a la Legislatura. Se rechazaron 70 y otros 30 el Ejecutivo los vio bien pero quedaron a instancias del Poder Legislativo.
La articulación público privada tiene responsabilidad de ambas partes. Es un llamado de atención que haya habido 70 convenios rechazados porque urbanísticamente no tenían asidero para la ciudadanía.
-¿Cómo se evalúan los CoUr?
-El ejecutivo los evalúa en función de los parámetros urbanísticos y lo que la ciudad percibe. La excepción a la norma general está bien siempre y cuando sea para mejorar. En una ciudad consolidada y preexistente va a haber casos donde una norma nueva le aplique mal. Ahí, la excepción está bien. Si la contraprestación del privado es dinero, estoy de acuerdo en que debería tener aparejado un cargo el día que la ley se sanciona.
El 17 de junio se inauguró la plaza de Las Cañitas, construida en una de las dos manzanas en las que antiguamente funcionó la Sastrería Militar, fruto de un CoUr. El constructor pidió que, en lugar de levantar un edificio en cada manzana, se le permita congregar los metros para construir en una sola. La otra manzana quedó liberada para hacer una plaza.
“El monto que pagó el privado ajusta además la diferencia que había entre el mayor valor del m2 en los pisos inferiores y los superiores”, aclara el funcionario.
“Pero hay una parte importante del convenio que no se ve y es que esta plaza tiene 20mil m2 ‘arriba’. El privado no te da una plaza, te da una tierra en la que no cambió la normativa. La Ciudad podría haber vendido el terreno y con el dinero hacer dos plazas en zona Sur. Sin embargo, elegimos una contraprestación más directa”, señala.
García Resta insiste en que los CoUr son “una herramienta sofisticada, y debe serlo cada vez más porque la discusión urbana, por el tiempo que tiene, le permite ir decantando cada vez más fino”.
-¿Cuáles son las instancias de control para los CoUr?
-El hecho de que hubo más convenios rechazados que votados es una prueba de que el Ejecutivo y el Legislativo, por más que tengan mayoría, no necesariamente es garantía de que los acuerdos sucedan. Es matemática, se votó solo el 10%. Se rechazaron 70 CoUr, solo los que están bien van a pasar. Es una mirada de los convenios que nadie tuvo. El dato relevante de los convenios es que se rechazaron 70, no que se aprobaron 12.
-¿Qué cualidades tienen los 12 CoUr que se aprobaron?
-Deben pasar tres filtros. La nitidez del beneficio público, el convenio que le da los fondos a la Plaza de Amia es una prestación nítida, el privado entregó dinero que directamente estuvo asociado a ese fin. El segundo filtro es la sintonía con la norma general, es decir, cuánta dispersión tenés respecto a la visión de ciudad. Por ejemplo, no es lo mismo un enrase que 24 pisos más, si bien ambos son una excepción.
La tercera cuestión es la validación previa en la sociedad, qué tanto necesita la sociedad de 50 ha anexadas a la Reserva Ecológica, mucho. Más espacio verde público frente al río, un parque de escala metropolitana como puede ser la Ciudad deportiva. Y qué tanto necesita la ciudadanía la vuelta a Boedo de San Lorenzo… los dos convenios se votaron.
-Los CoUr están concentrados en la zona norte de la ciudad…
-Estamos en un momento de la economía argentina donde hay lugares de la Ciudad donde tenés que administrar un mercado y otras donde el mercado no existe, no hay oferta ni demanda. Entonces, en un escenario de un país sin crédito ni demanda genuina, solo se va a poder construir donde hay demanda genuina como en el corredor Norte.
-¿Cómo se puede incentivar el mercado en otras zonas de la ciudad?
-Derivando la contraprestación, no el proyecto. El urbanismo es una ciencia compleja, debatir en forma liviana es inconducente. Un ejemplo: alrededor de una plaza que la Ciudad construye con el dinero obtenido de un convenio en otra zona se genera que la gente quiera vivir allí. El incentivo es para ambas zonas, uno de manera indirecta y el otro, directa.
Por supuesto que tiene que haber una herramienta transparente como los CoUr para la articulación público/privado. Tiene que haber reglas, acá las hay y, para mi, eso es un avance enorme. He escuchado a la oposición decir que se ha llevado la discusión al lugar que corresponde que es la Legislatura y no una oficina.
La articulación público privada trabaja sobre los incentivos: “Prefiero que la conveniencia del privado sea evidente, para no crear dudas. Lo que no quiere decir que lo que le convenga al privado no le convenga al público, no es excluyente”.
-Habló de densificar la Ciudad. En algunos barrios bajos eso se resiste.
-El CUR es del año 2018 y plantea en su concepción una revisión cada cinco años, algo que yo veo muy bien. La vida de la gente cambia muy rápido y las ciudades, igual. Yo creo que el CUR tiene oportunidades de mejora y, sobre todo, respecto de los barrios. No creo que todos los problemas que hoy le otorgan al CUR le correspondan. Hay una parte del reclamo que es genuino y que yo adhiero.
En ningún caso creo que el CPU sea mejor que el CUR o le haya empeorado la situación. El modelo de barrio con vivienda unifamiliar dotado de servicios con tu propio jardín y con un auto en la puerta es lo más parecido a un barrio cerrado. Esa ciudad es exclusiva e insostenible, y nosotros no estamos a favor de esa ciudad.
Insisto, podemos discutir si la diferencia es llevar de cero a ocho pisos o de cero a cuatro. Fui muy duro hablando del populismo urbano, creo que hay mucho reclamo genuino abrazado por la política partidaria y eso le juega en contra al vecino.
-Otro reclamo es la ocupación de la ribera. El nuevo Tiro Federal, por ejemplo, se ubicó en el borde del río.
Estoy convencido de que el nuevo Tiro Federal está bien donde está. Coincido en que, si tengo una tierra frente al río, sea parque. Ahora, tengo un problema que resolver que es 16 ha de pólvora, plomo y ruido en medio de un barrio. No es perfecto. Todo ese sector va a tener sentido cuando enterremos Lugones y elevemos el tren, y la gente llegue caminando. Hasta tanto eso, prefiero que haya clubes, consolida el uso deportivo.
Para que haya ocupación diurna y nocturna en un espacio público, los usos tienen que ser variados, explica el funcionario. “A la curaduría de la mixtura de usos le ponemos mucho foco. Mucho de algo siempre está mal. Aún mucho de verde. El costo de la neutralidad ambiental es el debate entre la cantidad de gente y la de verde”, compara.
“El espacio público se mide en cantidad de gente y el verde, en cantidad de metros. A veces, mezclamos y confundimos”, señala. Un ejemplo es el Distrito Joven que se extiende sobre Costanera Norte donde el área cercana al río se destina al espacio público y del otro lado de la avenida se construyen nuevos “carritos” y usos como “atractores de gente”.