18 de diciembre de 2020 | La Nación
Cintia Jaime
LA NACION | OPINIÓN | CRISIS POR LA PANDEMIA
Hoy es el día internacional del migrante. Pero no es un día de festejos. El 70% de la migración mundial en las últimas décadas ha sido forzada por causas económicas. La migración siempre existió. En Occidente las hubo de varios siglos. Como legado han dejado apellidos europeos en cada continente. Pero las olas migratorias de las últimas décadas han impactado en la balanza territorial y la han desequilibrado, de una manera inédita en la historia de la humanidad. En 2009, las Naciones Unidas computaron que, globalmente, 3 millones de personas migraban hacia las ciudades, semanalmente.
Desde hace décadas, la migración interna dentro de los países ha sido caótica y se ha evidenciado en ciudades colapsadas con espacios indignos, que concentran la mayor cantidad de pobreza en la menor superficie del planeta, apenas un 2%. Esta migración ha generado además los peores impactos a nuestro hábitat: las ciudades consumen el 80% de la energía global, generan el 70% de los residuos y emiten el 60% de gases de efecto invernadero. En los pueblos, como contracara, la emigración ha dejado un devastador vacío y muchos han caído en el olvido, luego de intentos vanos para detener el exilio. Hoy, la mayor parte de los pueblos rurales sufre grandes carencias sin poder identificar en dichas faltantes las oportunidades de desarrollo.
Las ciudades consumen el 80% de la energía global, generan el 70% de los residuos y emiten el 60% de gases de efecto invernadero
Se habla desde hace algunos años de esta crisis migratoria y se impulsaron lineamientos internacionales para generar ciudades resilientes, inteligentes, inclusivas. También se crearon argumentos descontextualizados a favor de la migración, que se aplican de forma generalizada como "la migración es impulsora del desarrollo". Y cuesta creer que sea así cuando lo que se observa es caos, exclusiones que denigran al ser humano y que deshumanizan a todos de uno y otro lado del muro. ¿Es posible una vida saludable en hacinamiento y exclusión social? ¿Es inteligente vivir en espacios reducidos y caros?
Hoy que el velo de las ciudades ha caído gracias a la pandemia, y que ha dejado expuesta su fragilidad cabe interpelar estos conceptos absolutos y preguntarse cuál es el crecimiento sostenible y el tamaño que una ciudad debe tener para ser "vivible".
En la pandemia, el cambio de paradigma ha sido la revelación. El haber apostado a las ciudades con cuantiosas inversiones en urbanización hoy resulta cuestionable, como también las razones dadas por Organización de Naciones Unidas para el Hábitat, en la Agenda Quito 2016: "Las ciudades generan mayor desarrollo para la humanidad".
En la Fundación ES VICIS analizamos las causas de la migración económica forzada, sin hacer distinción a categorías de migrantes internos o internacionales. Observamos que hay tres condiciones importantes que definen el arraigo o generan la expulsión: la bienvenida, el trabajo y la vivienda, esta última entendida como hábitat y extensiva a la infraestructura de salud, educación, caminos o Internet. Estos son los pilares que guían nuestro programa de repoblación de localidades rurales, "Bienvenidos a mi Pueblo".
Hay tres condiciones importantes que definen el arraigo o generan la expulsión: la bienvenida, el trabajo y la vivienda, esta última entendida como hábitat y extensiva a la infraestructura de salud, educación, caminos o Internet
En consecuencia, para revertir esta tendencia de urbanización desmedida e insostenible, es necesario invertir en el origen del problema migratorio, trabajando en positivo. Es decir, destrabando las oportunidades latentes en los pueblos y regiones rurales, sin dejar fuera ninguna posibilidad productiva, con la ventaja que ofrece Internet.
Internacionalmente, hemos percibido una total ausencia en el debate de los efectos provocados por la concentración urbana y la incesante migración de áreas rurales hacia las ciudades. La única migración que es contemplada por la agenda mundial es la migración proveniente de países en conflicto. Por eso creemos que en pos del desarrollo sostenible, la agenda internacional también debe contemplar guías para promover planes de repoblación de pueblos rurales y esto es realizando inversiones tan postergadas en la ruralidad.
La única migración que es contemplada por la agenda mundial es la migración proveniente de países en conflicto
La Agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ODS 2030) -cada vez más lejana a lograrse- debe enmendarse y considerar la balanza territorial cómo una piedra angular. En la planificación de una "migración sostenible" se realizarán por sí solos la mayoría de los restantes objetivos. Pero sin este propósito, que podría ser el ODS 18 la migración seguirá generando los impactos que ya conocemos.
Hoy, en los organismos internacionales y de cooperación no hay iniciativas -ni fondos de inversión- para la descentralización de ciudades o la repoblación de pueblos rurales, para devolver al mundo una balanza más equilibrada en armonía con el ambiente. Quedan solo 10 años para cumplir la agenda 2030. Y desde ES VICIS, seguiremos trabajando en redes para impulsar esta agenda internacional y local y poder algún día celebrar el Día del Migrante.
Fundadora y directora de la Fundación ES VICIS y del programa "Bienvenidos a mi pueblo"