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Por Miguel Jurado
Veredas más anchas, colas para subir al subte, señales en el piso para mantener la distancia, negocios que atienden en la puerta, más espacio para las bicis. Los cambios que se esperan en el uso del transporte público y los negocios.
Se preparan señalizaciones en los pisos de estaciones de trenes y subtes para mantener las separación sanitaria aconsejable. ( Foto Lucia Merle)
Después de la cuarentena, la ciudad no será igual a la que abandonamos obligatoriamente cuarenta día antes. Los resabios de la Covid-19 afectarán por largo tiempo la vida cotidiana y, sobre todo, la manera de movernos en el espacio público. Caminar, andar en bici, usar transportes masivos de pasajeros y hasta hacer la cola en negocios o en veredas será una experiencia enteramente nueva. El Gobierno de la Ciudad ya prepara medidas para ordenar las filas del transporte y hasta las de los comercios.
El plan del Gobierno de la Ciudad se basa en tomar medidas para que se respeten las distancias mínimas y tener variantes para viajar. “La ciudades que salen de la cuarentena se ven obligadas a ofrecer alternativas al auto particular, para eso están las bicis, normales o eléctricas, y hasta los monopatines”, explica Méndez. “El sistema de bicisendas de Buenos Aires es bueno, hoy permite 310 mil viajes diarios, pero podría requerir el triple para compensar al transporte público”, dice.
Pero la mayoría de los especialistas están preocupados porque las condiciones de salubridad hacen más inseguro el transporte público y no todo el mundo puede darse el lujo de dejar de usarlo.
El cambio en la modalidad de transporte y cómo afrontar el desafío que plantean medios de transporte público atestados de pasajeros está creando preocupación en todo el mundo. La semana pasada, el urbanista colombiano Carlos Pardo, mostró una encuesta local que exhibe la manera que la gente podría cambiar de modo de transporte después de la cuarentena.
El estudio, que solo establece parámetros de tipo indicativo, describe una migración futura de los pasajeros desde el transporte público (Metrobús, trenes, subtes y colectivos) a los medios activos (bicicleta, monopatines y patinetas). Perdiendo, los sistemas masivos, casi un 56 por ciento de los caudales anteriores a la cuarentena, mientras que los sistemas activos podrían crecer un 60%.Según el estudio, el uso de autos y motos seguiría relativamente estable antes y después de la pandemia, mientras que el empleo de taxis y autos de alquiler por app se podría incrementar en un 30%.
A pesar de lo que se podría pensar, el estudio establece que, ante un hipotético fin de la pandemia, ya sea por el descubrimiento de una vacuna o por su atenuación, el uso del transporte público apenas podría recuperar los valores anteriores a la crisis; y el empleo de bicis y taxis se mantendría en niveles altos. Estos datos muestran que los cambios en la movilidad urbana actuales podrían ser permanentes.
Ya se señalizaron 500 paradas de colectivos, Metrobús y estaciones de subte para que los pasajeros respeten la distancia mínima preventiva. Quedan 6.800 paradas de colectivo por marcar.
En Buenos Aires, hasta que se decretó la cuarentena, los medios públicos transportaban el 47,2 % de los pasajeros, el automóvil particular y las motos un 27,7%, caminaba y andaba en bicicleta el 23,6% de la gente y usaba el auto y tomaba taxi un 27,8%.
No son pocas las ciudades americanas que ya están incrementando la superficie para bicicletas y monopatines, tomando un carril de los destinados para los automóviles.
Méndez piensa que en la situación sanitaria actual, la alta densidad es el Talón de Aquiles de las ciudades, pero confía en que será una situación pasajera. “Hoy, una estación ferroviaria como la de Retiro, recibe 2.500 personas por hora de sus trenes, y cada formación de subte sólo puede recibir 250 pasajeros sentados (el 16% de la capacidad que tiene en condiciones normales), lo que ya produce enormes colas que tiene que mantener una separación adecuada”, explica.
Un instructivo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le sugiere a los comerciantes las maneras de marcar el distanciamiento en las colas dentro y fuera del local.
A su vez, el funcionario detalla el plan de distanciamiento basado en señalización horizontal: “Intervinimos más de 500 paradas de colectivos, Metrobús y estaciones de subte, entre otros, con gráficas y señales para que los pasajeros respeten la distancia mínima preventiva de 1 metro y medio entre persona”. El plan contempla alcanzar 6.800 paradas de colectivo de la ciudad, pero también las veredas y negocios en los que hoy se forman largas colas.
Las autoridades de la Ciudad comenzaron a distribuir un instructivo para promover la distancia personal en las colas de los comercios. El manual le muestra a los comerciantes como señalar la separación recomendada en el piso con con elementos cotidianos, como cinta aislante, stickers y trincheta, o materiales similares.
El distanciamiento social reclama más espacio en veredas para las colas de los comercios, los peatones y la espera de colectivos.
Méndez sabe que el uso de los espacios públicos demandará un nuevo entendimiento público privado porque el distanciamiento demanda más espacio entre personas y las veredas deberán ser más amplias. Además, la atención de muchos comercios se está realizando puertas afuera del local. “Vamos a diseñar nuevas reglas de uso de las aceras que permitan el paso de los peatones y, tomando algunos lugares de la calzada, donde estacionaban autos, generar lugar para las colas de los negocios”, explica.
Varias ciudades de todo el mundo están trabajando en reformas de sus espacio públicos ante las nuevas normas sanitarias. Sin ir más lejos, Washington DC, la capital de los EE.UU, planea ampliar algunas veredas para hacer posible el distanciamiento social, sobre todo frente a supermercados y otros comercios de afluencia masiva como farmacias y ferreterías.