01/04/2020 | Clarín
Silvia Gómez
La situación social
La pandemia frenó tanto las obras como las entregas de viviendas. Buscan alternativas para que sus habitantes puedan cumplir la cuarentena y que el coronavirus no llegue a poblaciones vulnerables.
Las viviendas nuevas de Villa Fraga, al igual que las del barrio Rodrigo Bueno, están casi terminadas, pero por el coronavirus no se pueden hacer las mudanzas. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Casi con el 90% de avance en la construcción de viviendas para los habitantes de la Villa Rodrigo Bueno, en Puerto Madero, y en medio de la finalización del complejo de departamentos en Villa Fraga, en el barrio de Chacarita, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) paró las mudanzas y los trabajos. Y aunque es obvio que todas las decisiones están amparadas en el decreto de "aislamiento social, preventivo y obligatorio", y en la necesidad urgente de retrasar la llegada de la pandemia a los barrios vulnerables, nadie le quita a los vecinos la incertidumbre que se suma a todo lo que ocurre a nivel global por la pandemia de coronavirus.
En números, según informó la Ciudad a Clarín, el avance es el siguiente: en el barrio Rodrigo Bueno hay 611 viviendas nuevas disponibles y antes de la crisis por el coronavirus se habían llegado a mudar 183 familias. Mientras tanto, en la Villa Fraga, de un total de 678 viviendas nuevas, 131 ya se encontraban ocupadas por las familias que se habían mudado durante el verano.
Como es lógico, los vecinos ven con preocupación todo lo que ocurre. "No hay polémica en torno a la decisión de parar obras y detener las mudanzas, está claro lo que pasa y todos tenemos que poner el hombro. Pero no deja de preocuparnos porque antes de la pandemia, las mudanzas venían algo retrasadas. Se mudaron pocas familias y las viviendas nuevas están casi terminadas, están construidas en un 90%", se lamentó Diego Armando González, delegado de la villa Rodrigo Bueno.
El complejo de viviendas nuevas de la villa Rodrigo Bueno está terminado en un 90%, pero por el coronavirus no se puede continuar con las mudanzas. Foto: Luciano Thieberger.
En el barrio Rodrigo Bueno -que se expandió con la crisis de 2001 y tiene unos 2.700 vecinos- la vivienda nueva se construyó en terrenos aledaños. Disponer de esas tierras para levantarla permitió que la Ciudad avanzara con la obra. El proyecto original consiste en que a esas viviendas se muden los vecinos que se verán afectados por la apertura de calles y las mejoras en lo que se conoce como el "macizo histórico". Esta posibilidad se da en muy pocos asentamientos y villas, porque justamente el principal problema es no disponer de tierras.
Una política similar se lleva a cabo en Villa Fraga, en lo que se denomina también "Playón Chacarita", porque se trata de un barrio que nació en viejos galpones ferroviarios que estaban en desuso o abandonados.
Junto al IVC, distintas ONG y la Defensoría del Pueblo porteño, los delegados de ambas villas conforman mesas de gestión participativa en donde se toman decisiones que tienen que ver con la vivienda, pero también con las obras y los servicios públicos. En estas últimas semanas la atención cambió hacia el coronavirus.
"Hoy todo está centrado en la entrega de comida, básicamente porque las familias tienen una economía muy informal, sin las changas no entra plata. Y en este contexto estamos además reflotando un viejo pedido, que es tener nuestra propia sala de primeros auxilios en el Rodrigo Bueno. Hoy pasa que la gente tiene fiebre y sale corriendo al Hospital Argerich, lo que como todos sabemos no está bien porque colapsa la guardia. En el barrio se suma la problemática de que las ambulancias no entran sin custodia policial", cuenta González a Clarín.
En el barrio Rodrigo Bueno viven unos 2.700 vecinos. Foto: Germán García Adrasti
Una de las soluciones laborales que había llegado al barrio era el patio gastronómico que se construyó en su entrada. "Comenzaba a despegar y convocaba a mucha gente", se lamentó el delegado. La mitad de los puestos estaban siendo operados por los propios vecinos. Y durante los fines de semana había aún más clientes, porque se acercaba la gente que paseaba por la Costanera Sur y Puerto Madero.
Entre las nuevas urgencias y riesgos impuestos por el coronavirus, desde el IVC explicaron que de momento no se puede continuar con el proceso de adjudicaciones de viviendas. "Estamos trabajando dentro del marco de la emergencia sanitaria, donde el Gobierno nacional determinó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, y siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Para nosotros también es prioritario continuar con el plan de mudanzas a las nuevas viviendas. Vamos a avanzar en cuanto tengamos la posibilidad de hacerlo, pero garantizando la seguridad sanitaria de los vecinos y vecinas", sostuvieron. Y confirmaron que sí continúan las "obras esenciales en los barrios y la atención a cuestiones de emergencias edilicias, como las reparaciones de las cloacas, pluviales y electricidad".
En Villa Fraga, un vecino histórico del barrio consideró que las mudanzas se venían dando a un ritmo muy lento: "Esto suma preocupación. Y claro, la preocupación de ver que en la precariedad es muy complejo sostener un aislamiento. La gente se mueve bastante, los chicos también. Los que más cumplen son los mayores", describió.
Villa Fraga, en Chacarita. En los barrios vulnerables es muy complejo sostener un aislamiento. Foto: Luciano Thieberger.
Justamente, una de las preocupaciones es que el coronavirus avance en los barrios populares, en donde las poblaciones son vulnerables. Por eso se plantean diferentes maneras de implementar este aislamiento. El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en donde algunas secretarías y subsecretarías están siendo coordinadas por dirigentes de movimientos populares, entienden que una opción es el aislamiento por sectores. "Pensar el barrio como una unidad de aislamiento", propone Daniel Menéndez, histórico referente de Barrios de Pie y ahora subsecretario de Promoción de la Economía Social y el Desarrollo Local.
La Villa Fraga, en Chacarita. Foto: Luciano Thieberger.
Se estima que en el país alrededor de 4 millones de personas viven en villas y asentamientos. En territorio porteño, son entre 250 mil y 300 mil los vecinos que viven en barrios vulnerables. Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad reforzaron las campañas para informar sobre el coronavirus, y también sobre el dengue. Se hacen recorridas semanales por los barrios y se promueve que en los comedores se entreguen viandas, para que la gente no se quede a comer en el lugar. También, anticipan, se pondrá el eje en la vacunación contra la gripe.
En medio de esta pandemia, un caso de coronavirus en una favela de Río de Janeiro encendió todas las alarmas. En Brasil, comenzó un plan para reubicar temporalmente a los adultos mayores que están con más riesgo frente a esta enfermedad. Una idea que podría ser replicada aquí ,en la búsqueda de mitigar el impacto en barrios vulnerables.