La Nación | Mauricio Giambartolomei
En los últimos tres años la infracción más común en la ciudad de Buenos Aires fue por mal estacionamiento. ¿La mala costumbre de no respetar las normas de tránsito?
Posiblemente allí se encuentre el argumento más sólido para explicar esta tendencia, pero también existe un contexto que no ayuda a los automovilistas.
Todos los días circulan 1.600.000 vehículos por las calles porteñas que se disputan gran parte de los 334.654 espacios disponibles en la vía pública para estacionar. La demanda es mayor en barrios con más circulación y se reduce en zonas más alejadas de los centros comerciales y financieros. Pero el problema está ahí, latente.
En este escenario, una medida que ya se implementó en el 60% de los cruces de calles apunta a dar algo más de tregua: se trata de una nueva reconfiguración de las esquinas - con los cordones pintados de amarillo-, que permitirá reducir la zona prohibida para estacionar y ganar entre uno y dos espacios nuevos. En total serán 22.000 nuevas plazas que se sumarán a las ya disponibles, lo que representa un 7% del total actual.
La nueva propuesta consiste en aplicar un criterio único para todas las 48.000 ochavas de las 12.000 manzanas porteñas. Hasta el momento los cordones amarillos tenían varias medidas de acuerdo a la esquina, desde los 11 metros a los 13,3 metros. A partir de ahora los cordones de los cruces semaforizados serán amarillos hasta un máximo de 7,5 metros y los de esquinas sin semáforos, de hasta 10 metros.
La resolución se publicó hoy en el Boletín Oficial y los principales objetivos fueron actualizar la normativa, evitar el estacionamiento indebido en las ochavas lo que dificulta el paso de los peatones y obstruye la visibilidad de los autos, optimizar el espacio disponible en la vía pública, y ordenar la movilidad vehicular.
"Cuando se ocupa indebidamente una rampa de discapacitados o se reduce la visibilidad en una intersección por estacionar sobre las ochavas se afecta no solo la convivencia sino también la seguridad física tanto de conductores como de peatones. Las nuevas ochavas pretenden hacer las normas más claras para todos", opinó el secretario de Transporte y Tránsito de la Ciudad, Juan José Méndez.
La medida impulsada busca atender la demanda creciente de espacios para estacionar y, además, pretende ser una herramienta más para evitar las faltas constantes que se observan en la calle. Autos estacionados en la vereda, vehículos que obstruyen rampas o entradas a garajes, rodados en doble y triple fila son algunas de las situaciones que se ven a diario.
El año pasado se registraron 4.239.457 de infracciones en toda la ciudad y el mal estacionamiento se ubicó al tope del listado con el 32% del total y un acumulado de 1.351.561; muy cerca de ese número quedaron las multas por exceso de velocidad, que sumaron 1.170.114 (27,6%), ubicándose en segundo lugar.
"Por supuesto que cuanto más cerca estén los vehículos de las esquinas se quitará mayor visibilidad, pero no sería un problema si se respetan la prioridad de paso, los carteles de reducción de velocidad y el resto de las normas de tránsito. No solo se deben modificar
las estructuras sino también que los conductores cumplan las normas y el gobierno, que las haga cumplir", opinó Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam).
Para el especialista en seguridad vial este cambio urbano que impactará en las esquinas porteñas debería ir acompañado de una campaña de concientización y de información en los medios porque, de otra forma, "sería como un tiro a la luna" porque se desperdiciaría la oportunidad de provocar un cambio cultural.
"Hay que machacar mucho en educación, concientización, control y sanción. El 62% de los siniestros en la ciudad de Buenos Aires son en bocacalles. Para que esto ocurra alguna de las dos personas debe haber omitido la prioridad de paso. Un sistema vial debe tener una armonía y funcionar bien. Si no se acompaña con otras medidas la ganancia de espacios se perderán en más siniestros", agregó.
Otro punto de vista aportó Andrés Borthagaray, director para América Latina del Instituto para la Ciudad en Movimiento, con la nueva disposición urbana que ya está presente en más de la mitad de las calles porteñas. "Hay que preguntarse cuál es la señal que se quiere dar. Por un lado hay un discurso oficial de desalentar el uso del automóvil con políticas como las zonas restringidas del microcentro, pero por otro lado se aumenta la cantidad de lugares para estacionar. Es una señal no muy clara", opinó.
Sin embargo Borthagaray reconoció que por la nutrida plaza de vehículos, a la que se suma unos 10.000 colectivos y 3700 taxis, es una medida acorde con la demanda. "Es una necesidad que hay que atender, más allá de la contradicción que puedan surgir. En muchas otras ciudades del mundo se ganan espacios para estacionar", agregó.
Cuando finalice la modificación de los cordones, previsto para fines de abril, las plazas disponibles superarán las 356.000. La actualización se dará meses antes de la aplicación del nuevo sistema de estacionamiento medido que llevará los parquímetros al 45% de las calles porteñas.
Por: Mauricio Giambartolomei