Cinco mitos sobre la densidad urbana que hay que desterrar

24/01/2022 
Clarín.com ARQ - Urbano -
Lorena Vecslir.  
La autora es Arquitecta, máster en Proyectación Urbana, doctora en Urbanismo e investigadora independiente del CONICET.

La vitalidad de una zona no depende de la concentración poblacional, ni la baja densidad es sinónimo de confort.

En el campo de los estudios y el planeamiento urbano, la densidad suele medirse en función de la cantidad de población por unidad de superficie o, lo que es lo mismo, el número de habitantes por hectárea. También es común calcular densidades de vivienda o de superficie construida sobre superficie total de suelo urbano.

Pero más allá de sus aspectos cuantitativos, o sin reparar demasiado en ellos, la densidad suele asociarse casi directamente con determinadas características o condicionantes de la vida en las ciudades. Algunas positivas, como la diversidad de servicios y la intensidad de la vida social, y otras negativas como el tráfico, la escasez de espacio libre y el hacinamiento.

En la actualidad, las ventajas y desventajas de la “ciudad densa” -y de la ruralidad o “neorruralidad” como su contracara- son objeto de intensos debates que exceden el ámbito disciplinar y se ven reflejados en algunas de las dinámicas metropolitanas en curso, como aquella de una creciente voluntad de “huida al campo”.

En medio de estos procesos y de las narrativas antiurbanas que los acompañan, nos parece oportuno revisar algunas afirmaciones falsas o poco matizadas acerca de la densidad urbana ya que, de acuerdo con el director del Atlas de Expansión Urbana Shlomo Angel, “la densidad como única manera de medir la compacidad urbana esconde más de lo que revela”.

Urbanizaciones informales en la Zona Sur

Urbanizaciones informales en la Zona Sur.

1. Edificios altos es igual a alta densidad

A pesar de su altura, los edificios en forma de torre pueden albergar un bajo número de habitantes o viviendas, debido a un mayor tamaño promedio de las unidades residenciales o a un alto porcentaje de viviendas vacías por especulación inmobiliaria.

En el otro extremo, un sector urbano puede alcanzar alta densidad con baja altura de edificación, como queda demostrado con los procesos de tugurización o hacinamiento en villas y barrios populares.

También puede suceder que áreas urbanas muy compactas escondan usos de oficinas y servicios que han desplazado la vivienda, reafirmando la idea de que densidad poblacional o residencial y edificios altos no necesariamente resultan equivalentes.

Los edificios altos pueden albergar un bajo nmero de habitantes

Los edificios altos pueden albergar un bajo número de habitantes.

2. La vitalidad urbana depende de la alta densidad

Otra cuestión importante es que, si bien la densidad favorece las relaciones interpersonales, con los equipamientos y servicios del entorno, la “intensidad” o vitalidad urbana depende más de una condición activa de las plantas bajas, que del número de habitantes o viviendas existente.

En este sentido, la verticalización de antiguos barrios de casas unifamiliares no es solo un problema de alturas máximas -las cuales suelen ser el centro de los reclamos vecinales-, sino también de la pérdida de vitalidad en los basamentos de la edificación (producto de los retiros de la línea de edificación y de las rejas o dispositivos de seguridad que allí se emplean).

Desde esta perspectiva, las redes de calles que albergan “fachadas activas”, con concentraciones altas y diversas de actividades, se consideran más intensas, pudiendo ofrecer un mayor volumen de interacciones socioespaciales.

Las calles que albergan fachadas activas se consideran ms intensas Foto Germn Garca Adrasti

Las calles que albergan "fachadas activas" se consideran más intensas. Foto: Germán García Adrasti.

Ya en 1961, Jane Jacobs argumentaba que la densidad ideal era aquella que permitía la diversidad, y que estos valores no se podían basar en abstracciones numéricas, sino que dependían de cada barrio o sector de la ciudad.

A su entender, la combinación de muchas calles, parques animados y usos no residenciales, junto con la variedad tipológica y de antigüedad de los edificios, estimulaban una mayor intensidad urbana que la repetición “monótona y opresiva” de bloques residenciales exentos y que, por supuesto, los barrios de vivienda individual de la periferia metropolitana.

3. La baja densidad implica mayor cuidado de la naturaleza

Los discursos unidos a la contemporánea tendencia de huida al campo identifican o asocian la vida fuera de la ciudad con un mayor contacto con la naturaleza, salud y tranquilidad, incluso con un mayor compromiso ambiental.

Más allá de la dificultad de satisfacer tales deseos, que sería objeto de otro debate, lo que sí está demostrado es que la expansión urbana por encima del incremento poblacional, con las consiguientes bajas densidades residenciales, comporta numerosas problemáticas.

La expansin urbana comporta numerosas problemticas

La expansión urbana comporta numerosas problemáticas.

Entre ellas, un mayor consumo energético, coste de las redes de servicio, dependencia del automóvil privado, disminución del suelo rural y ruptura de los sistemas naturales. El crecimiento discontinuo de la mancha urbana genera una fragmentación del espacio libre metropolitano, lo cual afecta su funcionamiento ecológico, con una progresiva reducción de la biodiversidad.

Existe, por tanto, evidencia empírica que relaciona mayor densidad con mayor sostenibilidad ambiental, social y económica.

4. Alta densidad comporta mayor tasa de contagio y mortalidad

Por otra parte, un informe reciente de la ONU Hábitat discute la directa asociación que se hizo al inicio de la pandemia entre alta densidad y Covid. Con las primeras medidas de distanciamiento social, la densidad fue atacada como un factor clave de vulnerabilidad.

Sin embargo, el informe indica que densidad es diferente del hacinamiento, una condición que sí se ha relacionado con un aumento de las tasas de infección y mortalidad. Además sugiere que existen otros factores relacionados con las desigualdades de ingresos, etnia y prestación de servicios, que pueden ser muy importantes y decisivos para determinar la propagación del virus.

La alta densidad tambin puede ocultar espacios destinados a oficinas y servicios

La alta densidad también puede ocultar espacios destinados a oficinas y servicios.

Aunque la densidad per se no es un factor protector contra la pandemia, el mejor acceso y mayor especialización de los servicios de salud que la densidad a menudo proporciona ha sido esencial en la respuesta al Covid de muchas ciudades.

Así como también suelen funcionar mejor los servicios básicos para familias vulnerables y la prestación de atención domiciliaria durante los aislamientos preventivos.

5. Alta densidad es igual a tráfico y cemento

Por último, algunos modelos urbanísticos que circulan actualmente en los ámbitos académicos y áreas de planeamiento municipal, basados en la “superilles” de Barcelona, muestran que es posible agrupar un cierto número de manzanas y reducir en su interior el tráfico motorizado y el estacionamiento en superficie, dando prioridad a los peatones y el espacio público.

Este es solo un ejemplo de la creciente valorización de la movilidad peatonal y ciclista que afortunadamente comienza a darse dentro de los tejidos consolidados de la ciudad compacta.

La posibilidad de una mayor “densidad” de árboles y suelo absorbente (para favorecer el drenaje pluvial), así como las experiencias cada vez más difundidas de “renaturalización” del espacio urbano, aparecen no solo como operaciones de embellecimiento, sino ante todo como búsquedas de integración entre densidad urbana y valores ambientales, ecológicos y paisajísticos.