Graciela Baduel. 03/08/2021. Clarín
Clarín.com -ARQ - Urbano
Qué dice el documento final del Congreso Mundial de Arquitectura UIA2021RIO. La pandemia y la búsqueda de la igualdad.
No son pocos los que se aventuran a comparar las consecuencias de la pandemia con las de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez suene exagerado. Repasemos: además de los 50 (o quizás 60) millones de muertos y los daños materiales, atravesamos el Holocausto y se detonaron bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. Hasta hoy, el Covid se cargó “apenas” unos 4 millones y medio de vidas. Pero nadie sabe cuándo ni cómo terminará.
La Unión Internacional de Arquitectos (UIA por sus siglas en francés) es una asociación internacional democrática, no gubernamental, cuyo objetivo es reunir a las federaciones nacionales de profesionales de la disciplina sin distinción racista, idiomática, sexual ni educativa.
Todos los arquitectos colegiados de un país miembro son parte de la entidad que se fundó en 1948 en Lausana, Suiza, después del final de la Segunda Guerra, cuando fue necesario reunir esfuerzos para reconstruir ciudades arruinadas, propugnar la tolerancia hacia un propósito común que trascendiera las fronteras e impulsar el progreso por medio del conocimiento, utilizando la ciencia y la tecnología para remediar las necesidades humanas.
Vista aérea de la favela Mare, en Río de Janeiiro, Brasil. Foto REUTERS/Ricardo Moraes
La "Carta de Río"
El documento final del 27° Congreso Mundial de la UIA que terminó hace unos días en Río de Janeiro (pospuesto y virtual, como se acostumbra en estas épocas, seguido por 88 mil personas desde 188 países) volvió sobre esas premisas.
“Convocamos a todos aquellos que desean fortalecer los lazos de ciudadanía para que contribuyan a construir ciudades acogedoras y saludables, donde pueblos y culturas diversas puedan convivir en paz y en armonía”, dice la Carta de Río, plagada de buenas intenciones.
Los “considerandos” son un largo rosario que describe el estado de las ciudades y pueblos estragados por la pandemia, donde, como siempre, la peor parte la llevan los más vulnerables.
Viviendas precarias en un complejo de la favela Mare, en Río de Janeiro. Foto AP/Bruna Prado
Pero también apuntan contra “la creciente hegemonía del capitalismo financiero” que deshizo la base del bienestar social y “su carácter autoritario y predatorio” que ha preponderado sobre las formas de organización social, en especial de las ciudades.
Así “se precarizaron las relaciones de trabajo y las condiciones de vida, debido a la sumisión de los medios científicos y tecnológicos al interés de las corporaciones, en la obtención de elevados rendimientos, contribuyendo a la reducción de empleos y la extinción de profesiones”. Nada que no se sepa, pero pucha que impacta así, puesto en palabras, una frase detrás de la otra.
Pero al diagnóstico le sigue la acción. A partir de las directrices de la ONU, la ONU-Hábitat y la Unesco, expresadas en la Agenda 2030 y sus Objetivos del Desarrollo Sostenible y en la Nueva Agenda Urbana, UIA2021RIO presentó sus “Propuestas para la Ciudad 21”, sistematizadas en las cuatro líneas temáticas con las que organizaron el debate.
Diversidad y mezcla
El racismo, la misoginia, la homofobia y la xenofobia son incompatibles con la reducción de las desigualdades y con la construcción de ciudades justas y saludables. Por eso, no existe una única forma urbana: es necesario incluir a las favelas y las periferias e integrar cuestiones de género, sexualidad, raza, origen y cultura.
Día Internacional del Orgullo LGBTI+ en Buenos Aires. Nuevas ciudades por la inclusión. Foto Rafael Mario Quinteros
Los centros de las ciudades son símbolos del espacio democrático y lugar de expresión de la diversidad, por lo tanto deben ser cuidados a fin de evitar el vaciamiento simbólico, económico, político y social.
Las decisiones arquitectónicas y urbanísticas deben tener en cuenta estrategias de enfrentamiento de las desigualdades, la reducción de la pobreza y el fortalecimiento de la gestión democrática del territorio.
Fragilidades y desigualdades
La ciudad contemporánea debe tener por principio la construcción de un espacio urbano colectivo, planificado y administrado como función de Estado por medio de políticas públicas democráticas e inclusivas, con su foco en el combate a las desigualdades socioespaciales.
Urbanización de Villa Fraga, Chacarita, Buenos Aires. Foto: Luciano Thieberger.
Para esto es indispensable fortalecer las economías locales, apoyando iniciativas comunitarias. La vivienda digna es una cuestión de justicia social y de salud pública, mientras que la universalización de los servicios de infraestructura, saneamiento, transporte y seguridad son esenciales para promover ciudades sostenibles.
El conocimiento técnico de los arquitectos debe dialogar y compartir con el saber popular de los agentes que actúan en el territorio.
Cambios y emergencias
La ciudad contemporánea debe ser entendida como aliada del esfuerzo mundial de atención al clima y al planeta. Es necesario promover políticas públicas que eviten la expansión de la ocupación urbana y amplíen la resiliencia y la adaptabilidad del ambiente construido,
También, que estimulen la movilidad no contaminante, la recuperación de los recursos hídricos, la rehabilitación de ecosistemas y biodiversidad y la reducción de los efectos adversos del cambio climático, de forma armónica con los ciclos naturales de cada lugar.
Un caballo en Villa Azul, provincia de Buenos Aires, el primer barrio castigado por el coronavirus. Foto: Luciano Thieberger
La arquitectura debe ser provista a partir de materiales locales, evitando desperdicios de recursos, valorizando la cualificación de la mano de obra local, los saberes, las costumbres y la cultura de las comunidades y las diversidades climáticas.
Transitoriedad y flujos
La ciudad inclusiva y sostenible brinda espacios y medios de desplazamientos eficientes y con calidad, para atender satisfactoriamente las necesidades de las personas, los flujos de materiales e informaciones que la contemporaneidad exige.
La multiplicidad de modos de transporte, con énfasis en el transporte público y en los medios de transporte activos –peatonal, bicicleta, entre otros-, es condición para la promoción de la movilidad urbana, con miras a la equidad social y a la promoción de ciudades saludables y sostenibles. El peatón es el protagonista principal de la ciudad.
En Villa Azul, un chico juega con escudo del "Capitán América". Foto REUTERS/Agustin Marcarian
Los espacios de los flujos deben ser diseñados como espacios de lo cotidiano del peatón y de inclusión de personas con movilidad reducida, rangos de edad y clases sociales distintas. Los espacios de transición deben ser planificados y proyectados integrados al paisaje urbano y cultural, ampliando el acceso a la ciudad y a sus equipamientos, sin priorizar soluciones absolutas.
El espacio público es el lugar del encuentro, de las prácticas de ciudadanía y por lo tanto el diseño urbano debe pensar soluciones democráticas e inclusivas.
Cancha de fútbol en el Barrio 31, de la Ciudad de Buenos Aires. Foto Juan Manuel Foglia.
Todos los mundos, un mundo
Angélica Benatti Alvim, Elisabete França, Luiz Fernando Janot, Igor Vetyemy, Maria Elisa Baptista, Nivaldo Andrade y Sérgio Ferraz Magalhães son quienes figuran como la “comisión responsable” del documento, apenas algunos de los nombres de más de 1,2 millones de arquitectos miembros.
Bajo uno de los lemas del congreso, "Todos los mundos, un mundo", ellos esperan que la “Carta de Río” tenga una fuerza similar a la “Carta de Atenas” (1933), que influyó en el desarrollo de las ciudades europeas tras la gripe española. Que así sea.