Dentro del Parque 3 de Febrero, en Palermo, se encuentra el Rosedal, con una colección de más de 18.000 rosas y un lago que lo rodea. Ocupa un espacio que le perteneció a la quinta de Juan Manuel de Rosas, hasta que fue derrotado el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros. Comenzó la obra con el paisajista Carlos Thays, el mismo que construyó el Jardín Botánico, el Parque Avellaneda y el Parque Lezama, entre otros. Luego, lo terminó su discípulo Benito Carrasco en 1914. Palermo Online
Dentro del Parque 3 de Febrero, en Palermo, se encuentra el Rosedal, con una colección de más de 18.000 rosas y un lago que lo rodea. Ocupa un espacio que le perteneció a la quinta de Juan Manuel de Rosas, hasta que fue derrotado el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros. Comenzó la obra con el paisajista Carlos Thays, el mismo que construyó el Jardín Botánico, el Parque Avellaneda y el Parque Lezama, entre otros. Luego, lo terminó su discípulo Benito Carrasco en 1914.
Con 370 hectáreas, el Parque 3 de febrero integra el espacio verde más grande de la Ciudad.
Benito Carrasco el verdadero diseñador del Paseo «El Rosedal».
Dentro del predio se distinguen áreas de acceso libre y gratuito que ocupan la mayor porción del Parque, como las plazas, los paseos y el Rosedal. Otras, son de uso restringido, como el campo de golf, el Jardín Japonés, el Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori” o el Planetario “Galileo Galilei”.
Todos los meses de julio cuando empieza la época de la poda, los vecinos y turistas se acercan a los jardineros para recibir flores o los esquejes a partir de los cuales se pueden reproducir nuevas especies. De esta manera, en invierno los rosales florecen sanos y fuertes para alcanzar el máximo punto de desarrollo en octubre.
En sus 3,4 hectáreas que ocupa, también cuenta con un puente griego que cruza el lago, un anfiteatro, un patio andaluz y el Jardín de los Poetas. En este último espacio, 26 bustos recuerdan a personajes célebres como Alfonsina Storni, Dante Alighieri, William Shakespeare y Jorge Luis Borges, entre otros.
El Ing. Agr. Benito Carrasco, una de las máximas glorias del paisajismo argentino, estuvo al frente de la Dirección de Paseos de la Capital entre 1914 y 1918.Las plazas y los parques deben ser analizados desde una perspectiva totalizadora del ser humano ya que en ellos confluyen casi todas las actividades de los habitantes de las ciudades, y adquieren una importancia
mayor aquellas intangibles: deseos, sentimientos, vivencias, recuerdos.
Fue el creador de la Escuela de Jardineros hoy denominada «Cristóbal M. Hickens», ubicada dentro del Jardín Botánico; diseñador del rosedal, de la plaza Jardines de Invierno (hoy denominada Plaza Holanda) y de la Plaza Intendente Seeber dentro del Parque 3 de Febrero. Intervino además, en el diseño o rediseño de numerosos espacios verdes de la Ciudad de Buenos Aires, como por ejemplo: Parque Lezama, Plaza San Martín, Parque Colón, Plaza 11 de Septiembre (Plaza Once), Parque Avellaneda, etc.
En el trabajo de su autoría «Memoria de los trabajos realizados en los parques y paseos públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Años 14, 15 y 16» (Benito Javier Carrasco: sus textos – Compilación de la Dra Sonia Berjman), Benito Carrasco escribe un informe sobre los «Principales trabajos efectuados en los parques y paseos – Parque 3 de Febrero: …La ‘roseraie’ tiene una extensión de 34.040 metros superficiales.
«El Rosedal».
De composición decorativa moderna, es una creación no solamente ornamental sino también útil e instructiva. Los rosales, que existen en un número de 14.650, fueron distribuidos de acuerdo con la armonía y contraste de los colores, que sobre el fondo verde del césped dan relieve a los tonos….
Los trabajos de formación del Jardín de las Rosas fueron comenzados el 5 de mayo de 1914 y terminados el 22 de noviembre. En el espacio de seis meses y medio se transformó, pues, por completo esa parte, incluyéndose en las obras la demolición del Pabellón de la Provincia de Mendoza, que allí existía».
Muy posteriormente, la Ordenanza Municipal Nº 28.840 (BM Nº 14.713) denominó Plaza Holanda al Jardín de las Rosas. La placa de bronce conmemorativa, instalada sobre la Av. Infanta Isabel, estuvo en su sitio hasta aproximadamente fines del año 2003 en que desapareció como lo han hecho cientos de placas de bronce de las plazas de Buenos Aires.
La Ordenanza Municipal Nº 42.883 (BM Nº 18.288), modificó la OM Nº 28.840 y trasladó el nombre de Plaza Holanda a la denominada por su creador como Jardines de Invierno, dejando desde entonces sin denominación oficial al Jardín de las Rosas.
Es deber rescatar y conservar la memoria histórica de nuestros hombres de valor, en este caso el Ing. Agr. Benito Javier Carrasco y su memorable tarea al frente de la Dirección de Paseos de la Capital (como se la llamaba entonces a la Dirección General de Espacios Verdes).
Benito Carrasco nació y falleció en Buenos Aires (3/12/1877 – 15/10/1958); constituye, junto con Carlos Thays de quien fuera su alumno predilecto, el exponente más alto como paisajista y como funcionario público de esta Ciudad de Buenos Aires.
Benito Carrasco introdujo el concepto de que la Dirección de Paseos tenía una misión social que cumplir, por lo que se preocupó por organizar la práctica de deportes en los paseos públicos, construyendo facilidades para ello como canchas de tenis y de fútbol; fundó el teatro infantil que efectuaba funciones en distintas plazas; organizó junto a Clemente Onelli, Director del Zoológico, la producción en los paseos públicos: se cosechaban aceitunas y se hacía aceite, se producía leche en las cabrerías y vaquerías
municipales, todos estos productos se distribuían en los hospitales públicos. En el aspecto científico creó el Museo, la Biblioteca y el Gabinete Fotográfico del Jardín Botánico así como la Escuela de Jardineros en la que los alumnos estaban becados y tenían asegurado un puesto de trabajo al finalizar sus estudios de cuatro años. Sus principales obras paisajísticas que hoy sobreviven son el Rosedal, la plaza Seeber, la Costanera Sur.
Los rosedales
Los rosedales, rosaledas o jardines de rosas, tuvieron importante presencia en los diseños de jardines a partir del siglo XIX. La rosa, como especie, ha sido una flor con amplios significados y asociaciones a lo largo de la historia.
El Rosedal forma parte del circuito de Palermo, sitio ideal para los deportes y las actividades al aire libre. En el embarcadero se pueden alquilar botes para pasear por el lago y también bicicletas para recorrer los parques. Saliendo del Rosedal por el puente, se llega al Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, que posee una muy importante colección de arte argentino. Su agradable confitería es un lugar ideal para una pausa en el paseo. Cruzando la Av. del Libertador se encuentra la residencia Bosch Alvear, obra de René Sergent, actual Embajada de los Estados Unidos.
Benito Carrasco, uno de los grandes paisajistas argentinos, realizó este proyecto simultáneamente con su designación como Director de Parques y Paseos de la Municipalidad de Buenos Aires. El cargo había sido ocupado hasta ese momento por el, sin duda, más importante especialista en jardines del país, el francés Carlos Thays, quien además había sido su maestro y el autor del proyecto del Parque 3 de Febrero, dentro del cual se emplaza este nuevo fragmento verde.
El jardín se organizó a partir de una rigurosa geometría, con un eje central de orientación Norte-Sur, que asume la forma de una proa o abanico. Juegos con ejes menores rectos y curvos definen los parterres, en los cuales se ubicaron las distintos tipos de rosales: originalmente más de 14.000 ejemplares de 1200 especies, cantidad superada en la actualidad.
Esta estricta regularidad se va desdibujando hacia los bordes del lago que lo rodea por el Norte y el Este, donde suelen nadar numerosos patos.
Una serie de elementos complementarios enriquecen el paseo. Además de los copones, vasos, bancos y fuentes, encontramos el “Puente helénico” -llamado así por la estructura de madera que arma sus barandas y la pérgola que lo cubre- que cruza sobre el lago en el sector norte del Rosedal y lo vincula con la Av, Infanta Isabel. Es uno de los lugares desde donde, por la altura, se puede apreciar mejor la organización del conjunto.
En otro sector, Carrasco colocó una estructura apergolada de planta cuadrada, denominada “El templete”. Tenía en su interior un estanque y en 1928 se le agregó la escultura Flor de Juventud, de Pedro Zonza.
Finalmente, una glorieta de amplio desarrollo y recorrido irregular, bordea el lago por el Este. Cerca de allí se encuentra también el embarcadero.
El conjunto se completó en 1920 cuando Eugenio Carrasco, hermano de Benito, proyectó en concordancia con el eje del Rosedal y hacia el Sur, el denominado Jardín Español. Este, que a su vez le sirve de ingreso, está conformado básicamente por dos grandes estanques con surtidores de agua y parterres con glorietas. Desde 1921 comenzaron a emplazarse allí bustos de escritores, poetas y artistas, que en la actualidad llegan a 23. Esto hace que actualmente también se denomine a este sector, el Jardín de los Poetas.
En 1929, el Ayuntamiento de la ciudad española de Sevilla donó el llamado Patio Glorieta Andaluz, que está ubicado cerca del acceso sur, una construcción que por sus características y materiales refieren a “lo español”.
Premiado Garden Excellent Award
Si bien El Rosedal es uno de los paseos favoritos de los porteños, es durante la época de floración de las rosas, en setiembre y octubre, cuando el parque adquiere todo su esplendor, casi al mismo tiempo que los numerosos ejemplares de jacarandás que existen en los alrededores.
El paseo fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 2011. En 2012 y 2014 recibió el premio internacional Garden Excellent Award.
BIOGRAFIA
Benito Javier Carrasco
Benito Javier Carrasco (Buenos Aires, 3 de diciembre de 1877 – 15 de octubre de 1958) fue un ingeniero agrónomo y paisajista argentino, Director de Parques y Paseos de la ciudad de Buenos Aires, el iniciador en su país de los estudios sobre los espacios verdes y el creador de la primera Cátedra de Parques y Jardines de Argentina (hoy, Cátedra de Planificación de los Espacios Verdes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires). También fue el primero en realizar investigaciones relativas al paisajismo con criterio estrictamente científico.
Sus obras de jardinería estaban basadas en la armonía y el buen gusto. Las más destacadas son las de El Rosedal y la Costanera Sur.
Su vocación se orientó al urbanismo, una disciplina que contaba con pocos especialistas en su país. Cursó estudios de ingeniería agronómica en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires (luego, de La Plata), graduándose en 1900 con una tesis sobre «Fitogeografía de varios árboles indígenas cultivados en el Jardín Botánico Municipal». Su director de tesis fue el francés Carlos Thays, famoso urbanista y planificador de numerosos parques de la ciudad de Buenos Aires. Con esta tesis evaluó el escaso desarrollo de los estudios paisajísticos y urbanísticos en el país y dio inicio a su una labor y prédica por el impulso de los estudios académicos y teóricos sobre la materia.
El 30 de agosto de 1906 fundó en La Plata el Centro Nacional de Ingenieros Agrónomos (actual Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos). A comienzos de 1908, de regreso al país luego de un viaje de estudios por los Estados Unidos y Europa que se extendió por dos años, publicó «La ciudad del porvenir», en «Caras y Caretas», donde proponía descentralizar la ciudad de Buenos Aires construyendo obras más allá del eje de Callao-Entre Ríos, propugnando la creación de cuatro grandes parques, una red de avenidas sobre caminos ya existentes, numerosos espacios verdes de posesión municipal, etc. Además se oponía tanto a los megaproyectos de urbanización (por ser irrealizables), como a la contratación de especialistas extranjeros para la planificación de los desarrollos urbanísticos, dado que en el país había buenos profesionales y de gran capacidad.
Desde 1914 y hasta 1918 se hizo cargo de la Dirección de Paseos de la Municipalidad, en la que venía trabajando como simple empleado desde 1900. Bajo su dirección se realizaron importantes obras en la ciudad, como el Rosedal de Palermo y buena parte de la infraestructura del Jardín Botánico: la Escuela de Jardineros, (hoy Escuela Cristóbal M. Hicken), sobre la Avenida Las Heras, el Museo, una biblioteca con más de 700 volúmenes sobre el tema de botánica, un herbario, un taller de fotografía, los semilleros, etc. Además un proyecto integral para el tratamiento paisajístico de la Costanera Sur («Plano y Memoria descriptiva de las obras de embellecimiento de la costa»). Este proyecto se terminó de realizar inmediatamente después de su alejamiento de la Dirección de Paseos, en 1918 e incluía, originalmente, la mejora y parquización de las riberas de los partidos de Vicente López, San Fernando, San Isidro y Las Conchas. Luego de su permanencia al frente de la Dirección de Paseos, Carrasco se dedicó a la actividad privada, a la docencia universitaria y a seguir bregando por la mejora de los sitios públicos de la ciudad.
Al dejar la Dirección (fue reemplazado por su hermano Eugenio, lo que provocó un distanciamiento entre ellos) dejó editada «La memoria de los trabajos realizados en los Parques y Paseos Públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Años 1914, 15, 16». En él dejó expresadas sus principales ideas sobre los parques públicos, descripciones y estado de los mismos. Para Carrasco los espacios libres tienen importancia «para la estética y, especialmente para la salubridad de una población». y los recursos invertidos en ellos no deben se valorados en dinero, sino en «los innumerables y valiosos beneficios que los paseos públicos reportan al pueblo». En el capítulo «Breves consideraciones sobre algunos temas de carácter social y mora que se han implementado por la actual Dirección de Paseos» establecía que la tarea de la Dirección «no debe limitarse a la creación de parques y jardines, y de que tiene también una misión social que llenar…». En efecto, Carrasco le dio mucha importancia a esta misión, y por ello mientras fue el Director de Paseos construyó instalaciones deportivas en los paseos públicos en los que se organizaban competencias tanto para trabajadores como para estudiantes, y organizó el Teatro Infantil y los Juegos Infantiles de manera de promover «una obra de cultura, alejando y sustrayendo de los malos hábitos, de los juegos prohibidos, a infinidad de niños que hasta hace poco tiempo no conocían los beneficios ni las alegrías de las sanas prácticas». En los terrenos municipales se instalaron huertas y tambos en los que se elaboraban productos (miel, aceite de oliva, lana de oveja, leche bovina y caprina) que en parte se destinaban a las instituciones asistenciales.
Desde su Cátedra de Parques y Jardines de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ejerció una importante labor formativa, integrando la preparación agronómica con la cuestión artística del paisajismo. Promovió también la creación de una escuela especial de Urbanismo, a la manera de las que ya existían en Estados Unidos. Mantuvo esta idea por mucho tiempo: en 1935, en oportunidad de la realización del Primer Congreso Argentino de Urbanismo, propuso el establecimiento de un Instituto de Altos Estudios Urbanos y Administración Municipal, para estudios de posgrados.
Anteriormente, en 1925, había fundado, junto a Pedro Luro, Ernesto de la Cárcova, Luis Agote y Miguel Cané, entre otras personalidades, la asociación de «Los Amigos de la Ciudad», con la finalidad de mejorar el ambiente urbano de Buenos Aires. Fue esta una de las áreas de actividad donde Carrasco se destacó como teórico. Ya en 1915 había ganado la medalla de oro en la Exposición de Panamá con la obra «Studies of Landscape Engineering» («Estudios de Ingeniería Paisajística») y la Medalla de la Municipalidad de Mendoza por su proyecto para la ampliación y rectificación del trazado de la ciudad. Posteriormente, Carrasco elaboró diversos artículos sobre urbanismo, muchos de ellos publicados en los más importantes medios periodísticos y que se convirtieron en una referencia ineludible para todos los proyectos de reurbanización.
A mediados de la década del ’20 publicó su principal obra: «Parques y Jardines», que se convirtió en un clásico en la historiografía paisajística de la Argentina. En esa época, la Municipalidad porteña decidió encarar un plan de mejoramiento urbano integral. Los candidatos para la ejecución del proyecto fueron Carrasco y el paisajista francés J. Forestier. «Los Amigos de la Ciudad», con Carrasco como principal referente, se opusieron a la contratación del especialista europeo, oponiendo un proyecto propio que preveía la construcción de 409 hectáreas nuevas de parques, constituir a la Avenida General Paz en el gran cinturón verde de la ciudad, y racionalizar el destino de los terrenos municipales en pos del mejoramiento de la ciudad. Pero se impuso el proyecto de Forestier, lo que constituyó una de sus mayores frustraciones profesionales.
Integró entidades de bien público, una de ellas el Rotary Club, del que fue presidente en el período 1939-1940. Dirigió la tesis de Carlos León Thays, primogénito de Carlos Thays.
Muchas de sus obras han ganado en trascendencia y sus desarrollos teóricos se han convertido en material de consulta obligado para varias generaciones de especialistas. Una de las últimas grandes obras de urbanización de la ciudad, el Nuevo Puerto Madero y la reconversión de la Costanera Sur, por ejemplo, incluyó la reconsideración de buena parte del proyecto de Carrasco en su forma original y de uno de sus más importantes anhelos: darle al paseo ribereño que debía tener la Capital un aspecto destacado, integrando en su diseño la funcionalidad del ambiente urbano y la estética de la naturaleza.