LA NACION | SOCIEDAD | MEDIO AMBIENTE | Mauricio Giambartolomei
El último predio disponible entrará en crisis en cinco años y aún no hay soluciones alternativas; la incineración de los residuos es una de las posibilidades Crédito: Ceamse
Nuevos módulos de relleno sanitario, más plantas de Tratamiento Mecánico Biológico, la instalación de otros centros de reciclaje y la construcción de plantas de generación de energía, también llamadas de termovalorización, donde los residuos se transforman en energía a través de la incineración, son las opciones que se están estudiando para evitar el colapso del sistema de tratamiento de basura en la ciudad y toda el área metropolitana.La estrategia debería definirse en los próximos meses porque los tres predios de disposición de residuos de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), sobre todo el Complejo Ambiental Norte III, de José León Suárez, que recibe el 87% de la basura de la región, tienen una capacidad de absorción que se agotará en cinco años. Allí, a diario, se depositan 18.500 toneladas (tn) de residuos, 3000 de las que viajan directamente desde la ciudad, de las 6760 que se originan a diario.
Hace cuatro años un ex funcionario porteño invitó a legisladores de distintos partidos políticos a un viaje por Valencia, Madrid y París, entre otras ciudades. "Tuvimos varias reuniones con expertos en medio ambiente y todas terminaban con el mismo mensaje: decían que siempre había un núcleo duro del 10% de basura que no se puede eliminar", recuerda uno de los integrantes de esa comitiva. En ese momento se empezaba a hablar de incineración como alternativa posible para hacerle frente al problema creciente de la basura, que no pudo mitigarse según los plazos proyectados en la ley basura cero.
Esa y las otras opciones mencionadas integraron el plan de gestión ambiental para 2030, que se presentó en la provincia de Buenos Aires en mayo de 2016 con el objetivo de que los municipios elaboren alternativas para el tratamiento de los descartes y el control de los vuelcos clandestinos. Sin embargo, el proyecto elaborado por la Ceamse, una compañía estatal de la provincia de Buenos Aires y de la ciudad, no avanzó. Mientras tanto los tiempos se fueron acortando hasta llegar a la antesala de una crisis que demanda respuestas rápidas.
El contexto no es favorable, de acuerdo con las cifras oficiales difundidas por Ceamse. En 2017 la ciudad envió más basura al complejo Norte III que en 2016, lo que significó un incremento tras cinco años consecutivos de caída, después de alcanzar, en 2011, los 2.276.813 tn enviadas al relleno. El año pasado se enterraron 1.101.202 tn, mientras que en 2016 fueron 1.094.708.
Además del complejo ambiental Norte III, la Ceamse tiene operativos otros dos: González Catán, que recibe el 8% de los residuos de la región y con una capacidad receptiva de cinco años; y Ensenada, donde llega el 5% de la basura y con cierre estimado en abril próximo (allí operará una planta de Tratamiento Mecánico Biológico).
"Hay obras de infraestructura y ampliación, pero la capacidad receptiva de esos complejos ambientales se termina pronto", sostuvo Gustavo Coria, presidente de la Ceamse. "El ritmo de disposición actual, más un 3% que se agrega por crecimiento poblacional, a 2023 los rellenos empiezan a tener una crisis. Principalmente el Norte III, el más importante", agregó.
Los porteños generan, por día, 6760 tn de basura de las que se recuperan, por diferentes vías, 3761 tn, lo que representa el 57% del total. La cifra está lejos de la meta establecida en la ley basura cero, sancionada en 2005. La norma establecía que en 2017 se debía reducir el 75% de los residuos enviados a rellenos sanitarios. "El millón de toneladas enviadas en 2017 al relleno supera casi tres veces el tope máximo que fija la ley. La solución es la implementación efectiva de basura cero", pidió Martín Prieto, director ejecutivo de Greenpeace Argentina.
En noviembre pasado LA NACION contó sobre la existencia de un proyecto, al que habían accedido ONG ambientalistas, que planteaba la instalación de siete plantas de incineración de basura para convertirla en energía. Hoy, con otros términos, fuentes del gobierno admiten que es una de las posibilidades, aunque no la única. "Tenemos cinco años para encontrar propuestas superadoras. Estamos estudiando aplicaciones que se utilizan en el mundo y hay que insistir en la separación en origen, el tratamiento de los residuos en los hogares para minimizar lo que ingrese a los rellenos sanitarios", planteó el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli.
Para los expertos recurrir a la incineración, o plantas de termovalorización, es un retroceso. "Se generan grandes emisiones de sustancias contaminantes y cancerígenas. Se dice que en Europa hay muchas plantas de incineración, pero lo que no se dice es que la Unión Europea dice que hay que ir para atrás", cuestionó Andrés Napoli, titular de la Fundación Ambientes y Recursos Naturales.
El debate sigue abierto, la solución no aparece y, mientras tanto, el tiempo se acaba.