LA NACION | ECONOMÍA | ACTIVIDAD ECONÓMICA | por Silvia Stang
Un informe del Banco Mundial señala que, en América Latina, trabajar sobre las habilidades personales es la clave; el rol del transporte
Promover que las personas desarrollen sus habilidades, estén más capacitadas y puedan hacer la mejor administración posible de su tiempo es una misión que bien puede tender a la mejor calidad de vida individual y familiar. Pero los efectos de lograr esos objetivos pueden ir mucho más allá: la variable educación, medida por índices concretos como la cantidad de años que, en promedio, los integrantes de una población pasan en el sistema educativo, inciden de manera significativa en la productividad que puede tener una ciudad en su conjunto. Concretamente: en las ciudades de América Latina, por cada crecimiento del 10% en la cantidad de años de escolarización se incrementa la productividad un 5,7%, mientras que esta última variable casi no presenta reacciones ante la variación de otros dos factores: la densidad poblacional y la capacidad de acceso geográfico.
Las conclusiones surgen del informe Subamos el estándar, referido a la productividad de las ciudades de la región latinoamericana -medida según el producto bruto per cápita- que fue presentado días atrás por el Banco Mundial. "Si el adulto promedio de la población del conurbano bonaerense tuviera un año más de escolarización respecto de lo actual, los salarios de toda el área metropolitana (la ciudad de Buenos Aires y los partidos del conurbano) subirían 9%", definió María Marta Ferreyra, economista senior de la Oficina del Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, tras mostrar datos que ubican a la ciudad capital del país con índices bastante más favorables de escolarización respecto de los del conurbano bonaerense.
Los dos actores que el Gobierno necesita para dar un mensaje de tranquilidad
En el comentario de la especialista aparece otra cuestión fundamental que, según el informe, tiene incidencia en el propósito de mejorar la productividad, y es la de pensar el área metropolitana como un todo y entender que, si se alcanza un logro de un lado de los límites geográficos, el impacto se sentirá del otro lado.
Uno de los aspectos que analiza el informe es el de los efectos de la aglomeración en la capacidad de producción económica. Efectos, claro, que pueden ser relativos cuando el contexto macro actúa en sentido contrario (tal como ocurre por estos tiempos) que el necesario para lograr avances.
Se parte de supuestos tales como que la concentración de personas en un área puede facilitar el intercambio de ideas y conocimiento impulsando la innovación y que tal cuestión ayuda al acceso a grandes mercados que, a su vez, pueden estar conectados a los de otras ciudades de un país. Además, se entiende que la concentración poblacional genera una mayor correspondencia entre los perfiles que tienen los trabajadores y los puestos de trabajo que ocupan. Sin embargo, entra en tensión con esos factores una serie de problemas como la congestión en el tránsito vehicular, la desigualdad de ingresos, las dificultades para el acceso a la vivienda y cuestiones que suben el costo de vida para las familias y para la actividad empresarial.
De eso se concluye que, más allá de la incidencia del factor educativo, la manera en que se resuelvan diferentes cuestiones críticas del entorno urbano determinará también la capacidad productiva de una ciudad.
"La pérdida de productividad se ve clara en el tiempo de los traslados", señaló, poniendo el foco en una de esas variables Francisco Resnicoff, subsecretario de Relaciones Internacionales e Institucionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, durante la presentación del informe que se hizo el martes último en la Legislatura porteña. El funcionario agregó que con la puesta en marcha del Metrobus de la avenida 9 de Julio se permitió un ahorro de tiempo de entre 35 y 40 minutos, si se considera el recorrido de punta a punta, y puntualizó que la ciudad se beneficia desde el punto de vista geográfico, al ser plana, pero enfrenta a la vez desafíos políticos para encarar obras.
"A nosotros nos parece bien la obra del Metrobus, pero con eso nos quedamos a mitad de camino; está también el tema de los grandes flujos de vehículos que ingresan a la ciudad todos los días y ahí hay por resolver cuestiones tanto de cantidad como de calidad", sostuvo por su parte y Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana.
Las variables a observar dentro del capítulo "accesos" y su incidencia en la productividad de las personas tienen que ver, según describió Ferreyra, con costos monetarios (los precios del peaje y del transporte) y con costos no monetarios (inseguridad, calidad de las rutas, interrupciones al tránsito, demoras por congestión). En rigor, esto también está vinculado con los temas de la infraestructura fronteras adentro de una ciudad como Buenos Aires. "Se necesita una mejor infraestructura no solamente para que disminuyan los tiempos de traslado, sino también para que funcione toda la economía", dimensionó Guillermo Alves, economista investigador de la Dirección de Investigaciones Socioecónomicas de la CAF.
La descripción que el informe del Banco Mundial hace de la variable a la que se identifica como "forma" de una ciudad, tiene que ver justamente con la infraestructura. Y también con otros aspectos, como el ser o el no ser parte de un conjunto urbano más amplio, algo que determina el desafío y la necesidad de un trabajo coordinado entre varios gobiernos locales.
Entran en juego, además, cómo se usa el suelo y el acceso a la vivienda. Según Ferreyra, aquí tiene su rol la planificación de una ciudad. "Es muy importante ver hacia dónde se crece, ver dónde están los nuevos barrios, porque eso determina en parte cómo y cuánto deberá viajar la gente hacia sus trabajos; es importante que se coordinen las políticas de planeamiento urbano de vivienda con las de transporte", consideró.
Como un objetivo no menor de planificar la ciudad, la necesidad de integración social aparece en la agenda. "Queremos contribuir al debate de cómo las ciudades llegan a ser un motor de productividad, con inclusión", sentenció Jesko Hentschel, director del Banco Mundial para la Argentina, Uruguay y Paraguay, quien recordó que la entidad hoy financia programas como la urbanización del barrio 31 en Retiro.
Los números de la ciudad de Buenos Aires que hablan sobre su situación social muestran diferencias según el barrio que se mire, como un reflejo de ese déficit de inclusión. Según datos a 2017 de la Dirección General de Estadística y Censos del gobierno porteño, el ingreso per cápita promedio se movió entre $25.717 en la comuna 14 (Palermo) y $8295 en la 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano), con una brecha de 3 veces entre un extremo y el otro.
Desde la Secretaría General del gobierno porteño, Fernando Straface contó que, en un encuentro de 30 alcaldes de diferentes partes del mundo que se hará en Buenos Aires en octubre próximo, habrá tres ejes: la acción frente al cambio climático, la integración social y el futuro de trabajo, tema que supone el debate sobre la cuestión fundamental para la productividad: la educación para el escenario laboral que se viene.