Un modelo urbano metropolitano,policéntrico y multi-nodal

Clarín | por Cynthia Goytia

Debate

Las ciudades han respondido a las pandemias incorporando sustanciales innovaciones en infraestructura, locación, administración y servicios.

Ilustración: Fidel Sclavo

La pandemia plantea innumerables preguntas sobre si las ciudades van a poder volver a funcionar económica y socialmente: son espacios que se definen por su densidad y aglomeración, dos factores que el distanciamiento social y las preocupaciones sobre el contagio del Covid-19 pusieron en cuestión.

Sin embargo, una mirada más detallada a la forma en que se ha propagado el Covid-19, deja claro que la densidad misma no parece ser su determinante central.

Los factores más significativos que impulsan el contagio son problemas que las ciudades ya necesitaban abordar: el hacinamiento de las viviendas, junto con la falta de asequibilidad que afecta a un grupo muy importante de la población y que lleva a los hogares a localizarse en barrios informales de las áreas centrales a muy alta densidad, o en barrios muy distantes, con un déficit importante de servicios públicos (que son críticos en esta pandemia), y con una marcada discordancia entre su lugar de residencia y el lugar donde se localizan las oportunidades de empleo, salud y educación, forzando largos tiempos de viaje. Las ciudades ya se enfrentaban a déficits sistemáticos de vivienda y déficits presupuestarios antes de la pandemia.

En la región metropolitana de Buenos Aires persiste un alto grado de concentración de la actividad en su área central. Esto implica no solo mayores precios del suelo (y de vivienda) por el alto valor otorgado a la centralidad en términos de acceso a bienes y servicios, sino también altos costos urbanos por sus niveles de congestión.

En un círculo vicioso, las muy bajas densidades en las áreas suburbanas de expansión han dificultado el financiamiento de las redes de infraestructura necesarias, aumentando el diferencial en los precios del suelo entre las áreas centrales y las periféricas.

La pandemia ha subrayado las grandes disparidades espaciales en los niveles de bienestar de los hogares de acuerdo con su localización. Es el momento de comenzar a abordar las desigualdades en términos de localización e infraestructura, y la falta de asequibilidad en el acceso a la vivienda que el covid-19 ha revelado tan claramente. Las ciudades mejor posicionadas para el futuro están evolucionando a lo largo de un modelo policéntrico y multinodal.

En este sistema coexisten varios centros con sus propias jerarquías. Cuando estas centralidades se construyen alrededor de una infraestructura de transporte bien planificada, un espacio público amplio y desarrollos de uso mixto para el trabajo, la vivienda y el ocio, generan la mejor oportunidad para crear un futuro sostenible para las próximas décadas.

Un modelo de crecimiento policéntrico en nuestra región metropolitana podría aumentar la eficiencia económica y la equidad social, debido a los menores costos de movilidad y a los gradientes menos empinados de precios de suelo. La captación de la valorización generada por los cambios en los usos del suelo permitirían a su vez, financiar las infraestructuras requeridas.

Históricamente, las ciudades han respondido a las pandemias incorporando innovaciones: desde la provisión de infraestructura de agua y alcantarillado impulsada por el cólera a la generación de espacios abiertos y parques, una nueva regulación para la edificación y otras restructuraciones de los usos del suelo. Esta vez, la pospandemia puede ser una oportunidad para adoptar un modelo urbano policéntrico y multinodal.

Cynthia Goytía es Directora de la Maestría de Economía Urbana de UTDT e investigadora asociada del CEPE-UTDT. El texto de este artículo es un extracto del libro Pospandemia: 53 políticas para el mundo que viene, publicado por el Centro de Evaluación de Políticas basadas en Evidencia (CEPE) de la Universidad Torcuato Di Tella.