Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

77 acciones concretas sobre el territorio, producto de una planificación concertada entre varios actores claves. En- tendemos que la materialización de este proyecto impac- tará ampliamente sobre la calidad de vida de la población beneficiaria, así como también sobre los ciudadanos de la Región Metropolitana en su totalidad, por proximidad, ad- yacencia y conectividad, y es por esa razón que es necesa- ria la construcción de una gestión de un proyecto integral. En las últimas décadas, las acciones de construcción de la ciudad han sido conceptualmente formuladas desde una perspectiva sectorial y programática, orientadas generalmente por criterios de focalización social y terri- torial. Esta forma de concepción de la política urbana ha tenido efectos sobre el proceso de desarrollo urbano, que toma la forma de un mosaico de intervenciones carente de estructura y estrategia, dirigidas desde el Estado con el principal objetivo de reducir la pobreza. Con esta lógica se van agregando las obras en infraestructura, vivienda, educación, etc., que sumadas a las diferentes intervencio- nes de la política social urbana, configuran un mosaico territorial de intervenciones fraccionadas y desarticuladas. De este proceso, resulta difícil inclusive construir un mapa en el que se reflejen las inversiones parciales y menos aún, entender cuál ha sido el punto de partida para definir la labor del Estado en relación al desarrollo territorial. Frente a este orden de cosas, con el Proyecto Reconquista se postula como central la idea del proyecto integral, y en particular la del proyecto urbano, como mejor alterna- tiva para la organización de las líneas de actuación en el territorio. En un contexto político donde se reconoce la necesidad de universalizar la cobertura de redes de agua y cloaca, el saneamiento ambiental, el acceso a la ciudad y a las prestaciones básicas de educación, salud y seguridad como sustentos imprescindibles de la ciudadanía; la foca- lización ha dejado de tener sentido en tanto y en cuanto debe ser reemplazada gradualmente por estrategias más amplias de inclusión, entre las cuales la construcción del espacio público en sus diferentes escalas es una de las principales metas. Dicha construcción se despliega en dos planos de intervención: el material, asociado a la obra pú- blica, y el simbólico, que implica construcción del sentido colectivo de pertenencia a la ciudad. Existen tres antecedentes de proyectos que nos inspiran. El primero, el proyecto integral de Ezeiza, quizás uno de los proyectos más emblemáticos en la conformación actual del AMBA, apuntó desde su gestación a combinar espacios de esparcimiento popular (bosques y piletas), con desarrollos integrales de vivienda (Ciudad Evita, Barrio Uno) y con obras de fuerte carácter simbólico y utilidad concreta: el Aeropuerto, la Autopista y el Centro Atómico. Los otros dos antecedentes son contemporáneos y lati- noamericanos: Medellín y Río de Janeiro. En ambas ciuda- des, el eje está puesto en la cuestión pública: los espacios públicos, el equipamiento social, la accesibilidad. De ellas, queremos resaltar la importancia de un plan particulariza- do integral de alto impacto a escala regional. En todos estos casos asistimos a la construcción de una di- ferencia sustantiva de calidad: la creación de valor público, de valor de uso público de la urbanización, supone una di- ferencia cualitativa entre una política dirigida a la solución de las carencias particulares de los hogares más desfavo- recidos, y otra dirigida a su incorporación a la sociedad en sentido amplio. PROYECTO RECONQUISTA

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