Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

35 Primera capa: la forma del territorio como criterio de ordenación. La finalidad de la primera capa es prestar atención a la forma y vocaciones del territorio, y como resultado de numerosos análisis, atribuir a cada fragmento del mismo una categoría de ordenación, usos y transformaciones físicas admisibles. Para ello se dibujaron las principales características geológicas, morfológicas, topográficas e hidrológicas del territorio, analizando a continuación las transformaciones derivadas de su agricultura, ganadería, silvicultura, minería, o sus recursos culturales. El estudio de los hábitat naturales y espacios protegidos, así como de los riesgos con mayor incidencia territorial (subsidencia e inestabilidades gravitatorias, avenidas fluviales e incendios) pretenden compatibilizar el planeamiento territorial con los requerimientos de calidad ambiental. El objetivo fundamental de estos estudios es reconocer cuidadosamente la forma del territorio, los diferentes ámbitos más o menos alterados y proponer una estructura de espacios abiertos, atenta a la matriz ambiental. Se parte del convencimiento de la importancia determinante del medio físico en cualquier propuesta de ordenación territorial, de la forma del territorio como criterio fundamental del proyecto. Para ello se elaboraron cuidadosos análisis que se recogieron en cuarenta planos. Este conjunto de estudios permitió definir diversas áreas de regulación homogénea, base fundamental de la estructura normativa del PDU. Dichas áreas atienden a la forma y vocación actual de cada fragmento de territorio, reconocen y regulan sus aptitudes y condiciones de uso. Para ello se definen sus características, objetivos perseguidos y la manera en que contribuye cada pieza al modelo de ordenación territorial, así como los criterios de delimitación (para poder ser ajustados, si fuera preciso, por el planeamiento derivado); de desarrollo (que deberán respetar los planes de ordenación en cada ámbito); y de gestión (que habrán de informar las políticas públicas). El plano de áreas homogéneas resultante describe cómo el territorio quiere ser hoy; nos explica si tiene vocación de suelo forestal, de cuenca fluvial o de huerta. A falta de tensiones urbanizadoras, dicha primera capa, y la normativa derivada, pautan cualquier intervención sobre el territorio. Ahora bien, en la medida en que se contemplan escenarios de transformación, el Plan debe establecer asimismo cuáles de estas áreas homogéneas, en qué condiciones y con qué reglas pueden ser modificadas a través del planeamiento municipal. Aún dentro de esta primera etapa o capa, se proponen otro tipo de determinaciones: vínculos administrativos (derivados de la legislación ambiental o de servidumbres hidráulicas, viarias, ferroviarias, redes de servicios, vertederos…), y concesiones (extracciones mineras o de canalización, denominaciones de…); y vínculos derivados de riesgos y fragilidades (geológicos, geomorfológicos, incendios o inundaciones). También se incluye una valoración del patrimonio cultural y una hipótesis de estructuración de posibles intervenciones según unidades temáticas, potenciando la gestión activa de sus valores mediante el diseño de ejes y áreas patrimoniales. Y fundamentalmente se diseña un sistema de espacios abiertos, lo que integraría en definitiva la matriz ambiental. El ejercicio es equiparable a trasladar a escala territorial lo que Frederick Law Olmsted y tantos otros nos enseñaron hace siglo y medio, pero respondiendo a los requerimientos mucho más actuales que nos plantea la ecología del paisaje, de personajes como Richard Forman. Como resultado se incluye un plano de espacios abiertos, parque urbanos, montañas, marismas, bosques, áreas agrícolas o de interés natural, conectadas entre sí por una serie de elementos de carácter lineal que enlazan cada una de estas piezas, que podemos denominar teselas o áreas de interés, stepping stones y conectores. Todas ellas se van dimensionando en función de parámetros que nacen de la ecología del paisaje. Pero, ¿qué ocurre si se han de construir nuevas carreteras, o un nuevo polígono industrial o si se produce un crecimiento de la ciudad? Estos son sucesos que deben preverse, valorando dónde se pueden producir potenciales conflictos, por ejemplo la interrupción de un conector o la malversación de un área de interés. Frente a ello cabe o bien prever otros conectores alternativos o reconsiderar las propuestas de transformación. Muchos de estos aspectos se han ido incorporando ALGUNOS RETOS DEL PROYECTO TERRITORIAL JOAQUÍN SABATÉ BEL

RkJQdWJsaXNoZXIy Mjc3NzY=