Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA
33 ALGUNOS RETOS DEL PROYECTO TERRITORIAL JOAQUÍN SABATÉ BEL exigencias de la matriz ambiental, ese rico legado de personajes tan relevantes como Ian McHarg en Design with Nature o, más recientemente, de Richard Forman. El Bages, una comarca relativamente pequeña, de solo 1.200 km 2 y 170.000 habitantes, tiene la particularidad de que sigue albergando un sector industrial relevante en ese pequeño país que es Cataluña. En el proyecto, se pretenden abordar algunos importantes retos a través de una intencionada lectura del territorio, de definir algunos escenarios verosímiles o de defender esa dimensión procesual del proyecto. Por ello, no debe sorprender que plantee más dudas e hipótesis de interpretación, que certezas. Se trata de un análisis a través del proyecto de temas que nos preocupan, una investigación abierta, a la que le resta mucho recorrido, aún a pesar de que el PDU está definitivamente aprobado y en fase de aplicación. Y se plantea en un momento donde la incertidumbre , la inexperiencia y la interrelación afectan a la reciente hornada de planeamiento territorial en Cataluña. Incertidumbre en cuanto a los escenarios de crecimiento, en estos momentos relativamente abiertos. La población catalana se mantuvo en torno a los seis millones de habitantes desde la década de los ochenta hasta 1996, pero alcanza en 2002 los 6,5 millones e incrementa desde entonces dicho ritmo de crecimiento, marcado por una fuerte componente migratoria. Al valorar la evolución del mercado de trabajo, la demografía y la vivienda hasta el año 2026, el Programa de Planeamiento Territorial del Gobierno catalán se plantea una firme política de reequilibrio. Se trata de impulsar el crecimiento de aquellas áreas urbanas que reúnan las condiciones más adecuadas. Corresponde por tanto a nuestro Plan ordenar el suelo para acoger las viviendas y lugares de trabajo necesarios, así como preparar el soporte infraestructural para hacer frente a escenarios abiertos y diversos, pero caracterizados todos ellos por un notable crecimiento. Con inexperiencia , nos referimos a que el planeamiento territorial resulta aún relativamente novedoso en nuestro contexto. Los planes que se están redactando en estos momentos se proponen afrontar un difícil reto: muestran el compromiso valiente de la administración; existen ilustres precedentes en Cataluña pero, o bien resultaron excesivamente genéricos y poco útiles en su base propositiva, o desafortunadamente no fueron aprobados. En el resto del Estado encontramos algunos planes de ámbito provincial e insular en los años sesenta, y una hornada más reciente e interesante (particularmente en Canarias) en los noventa. Se trata de un bagaje muy insuficiente si lo comparamos con el notable esfuerzo en el planeamiento de escala municipal y el proyecto urbano. O si nos fijamos en el planeamiento territorial de otros países europeos, como Italia, Francia, Bélgica o, muy especialmente, Holanda. La interrelación , se refiere a que estos planes se caracterizan por establecer determinaciones de escalas muy diversas, territoriales y urbanísticas a la vez, con intervenciones de amplio espectro sobre una treintena de municipios. Deben afrontar cuestiones que hasta la fecha se han venido abordando sectorial o fragmentariamente, como la decisión de ubicar un nuevo aeropuerto o importantes trazados ferroviarios y viarios, opciones de notable crecimiento y previsión de extensas áreas para actividades económicas, que den servicio a varios municipios, o una estructura supramunicipal de equipamientos o espacios libres. ¿Cómo hacer frente a la vez a todos estos requerimientos, en una situación de escenarios tan abiertos? La respuesta es que precisamos de unos criterios básicos para abordar el gobierno del territorio, que deben ser construidos en un diálogo entre la administración, los profesionales y la academia. En el caso del planeamiento territorial de Cataluña, asistíamos a un periodo en que se promulgaban una amplia profusión de leyes y reglamentos con incidencia en el territorio; lo que generaba dudas razonables sobre su real contribución a encauzar unos procesos de transformación más dinámicos. Había que reconocer que, desgraciadamente, en tantas ocasiones el resultado de dicha incontinencia normativa es que muchas leyes se vulneran o desatienden, cuando no simplemente se desconocen. Frente a tanto exceso cabe pues saludar el esfuerzo de “higienización” realizado, de recuperar un marco de referencia, una base de trabajo con criterios y
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