Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA
27 ADRIÁN GORELIK 2. Pasemos entonces a la segunda obra propuesta, el Atlas de la novela europea , de Franco Moretti, que nos ofrece un uso bastante diferente de la figura del territorio. Lo primero que hay que indicar es que el Atlas de Moretti trata efectivamente de mapas, cosa que es enunciada desafiantemente desde el comienzo (un desafío dirigido a la multiplicación metafórica de la noción de Atlas, otra de las características, como ya vimos, de la “moda” del territorio). La segunda indicación inicial es que Moretti no habla tanto de territorio como de espacio ; y más allá de que hasta ahora hemos visto esos dos términos casi como intercambiables, conviene señalar que espacio es el término preferido por la nueva geografía anglosajona para hablar de todas estas transformaciones (por eso se las denomina como “giro espacial”). La figura de Moretti nos presenta el eje Italia- Inglaterra-Estados Unidos (Moretti es uno de los animadores de la New Left Review y sus propuestas sobre la “literatura mundial” han tenido un fuerte impacto en el mundo universitario norte- americano). Es claro que la base de la transformación concep- tual respecto del territorio y el espacio es similar, y que aquí también encontramos muy firmemente instalado a Foucault (lo que nos va a ahorrar toda una serie de consideraciones que ya hicimos respecto de la novela de Houellebecq), pero la orienta- ción del debate está más centrada en la literatura, la historia y los cultural studies . Lo que el libro se propone es una doble comprensión de las re- laciones entre la literatura y el espacio: entender cómo funciona el espacio en la literatura (y aquí se trata del espacio imaginario que ponen en acción determinadas obras, como “la París de Balzac” o “la Londres Dickens”, ciudades que Moretti analiza comparativamente en uno de los capítulos más deslumbrantes del libro), y cómo funciona la literatura en el espacio (es decir, cómo la literatura se produce y circula en un espacio histórico real, en el que se distribuyen y consumen los libros, se hacen las traducciones, etc.). Pero este intento de comprensión se sostie- ne en una hipótesis muy fuerte: es la geografía la que genera la novela de la Europa moderna; por lo tanto, sin la geografía –sin mapas, insiste Moretti–, es imposible comprenderlas –a la novela y a la Europa moderna. La producción de mapas es aquí, como se ve, una herramienta metodológica fundamental: es lo que permite trazar relaciones entre ciertos fenómenos y el espa- cio, y sistematizarlas, viendo cómo esas relaciones comienzan a comunicar aspectos novedosos sobre aquellos fenómenos, que sólo aparecen una vez representadas en un gráfico. El libro es realmente fascinante, no necesariamente por sus hallazgos específicos respecto de la literatura europea del siglo XIX (tema que no puedo juzgar con propiedad, aunque me atre- vo a sospechar que un especialista podría considerar el aborda- je de Moretti en este libro como exageradamente mecanicista), sino por el modo en que está construido, como una suerte de experimento que va desplegando ante nosotros diferentes maneras (cartográficas) de interrogar un territorio. Su método parece ser el de la prueba y error: partiendo de la apuesta a que la graficación de los fenómenos que le interesan en el espacio va a producir un plus de conocimiento, va imaginando conexio- nes territoriales, convirtiéndolas en hipótesis de lectura y en planteos cartográficos, y los va testeando en busca de lo que ofrecen de novedoso. Eso sólo ya es toda una invitación a la lec- tura: la aventura de explorar las posibilidades de conocimiento que encierra un mapa. Pero, continuando con el trazado de nuestro propio mapa, el que nos permita entender algo de los usos culturales de la noción de territorio, aquí me interesa destacar de este libro solamente la doble provocación que realiza Moretti, porque es en ella donde, al mismo tiempo que muestra toda su actualidad –su colocación de vuelta de todo aquel “giro espacial” de las ciencias sociales–, el libro también mues tra sus límites. La primera provocación radica en aquel desafío suyo de postular que su atlas tiene mapas y que, en él, un mapa es un mapa; es decir, contra todo el trabajo deconstructivo y cultural rea- lizado en las últimas décadas de interpretación de los mapas como texto, Moretti propone recuperarlos como instrumento analítico, y en ese sentido reinstala una noción ingenua, plana, del mapa como mera herramienta. “¿Qué podía hacer?”, dice Moretti con falsa ingenuidad. “Los mapas no me interesan como objetos a ‘leer’ como una novela, sino como instrumentos de análisis que cambien mi manera de leer. El verdadero desafío, DEL TERRITORIO
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