Territorios, Proyectos e Infraestructura para el AMBA

26 TERRITORIOS, PROYECTOS E INFRAESTRUCTURA PARA EL AMBA TERRITORIOS simbólicas). 13 De todos modos, es importante señalar una vez más el ancho espectro interpretativo que se abre en todas estas indagaciones, entre la voluntad crítica de la filosofía y la historia y las necesidades en última instancia operativas de la práctica ar- quitectónica, espectro análogo al que se abría en la concepción cartográfica entre los significados otorgados por la renovación conceptual, el arte y el mercado cultural. Por ejemplo, Defert señala las “tribulaciones” del concepto de heterotopía, desde la noción inicial pasando por la “reimplantación polisémica y polémica en una red de debates políticos” llevada adelante por los venecianos, hasta los usos más pragmáticos en la operación urbanística del IBA de Berlín en 1984 (operación que cuenta con el beneplácito del propio Foucault autorizando la republicación de su conferencia), donde gana difusión la noción de la “ciu- dad por partes” que terminaría siendo la clave de bóveda de la puesta al día del urbanismo como herramienta del capitalismo post-industrial –algo bastante alejado del espíritu libertario que originariamente supuso la idea de heterotopía. 14 Y nosotros po- dríamos agregar una tribulación similar en el concepto de “tipo- logía”, que pasa de ser en las investigaciones históricas inspiradas por Foucault de Bruno Fortier, Georges Teyssot o Robin Evans, un componente matricial de las estructuras de dominio modernas (justamente por su capacidad de transmitir y reproducir trans- históricamente un poder diseminado y anónimo), a funcionar como un elemento estructurante de los patrones históricos de vida urbana y ocupación del territorio, un dato patrimonial de las continuidades en una cultura dada, cuestión central en toda la renovación rossiana que sólo por uno de esos malentendidos típicos de la arquitectura pudo considerarse “post-moderna”. Lo cierto es que lo que se formuló en torno del territorio, en el vértigo de esos pocos años, fue un camino muy productivo de salida de la pretendida homogeneidad del espacio-tiempo moderno, a través de los ejemplos simétricos de otras dos concepciones del espacio-tiempo: la de la antropología, que 13 Sobre las relaciones entre el grupo veneciano y Foucault, ver el libro que el mismo grupo produjo a partir de un coloquio realizado en el IUAV (Istituto Uni- versitario de Venezia): Cacciari, Massimo; Rella, Franco; Tafuri, Manfredo y Teyssot, Georges (1977). Il dispositivo Foucault. Venecia: Cluva.. 14 Defert, Daniel op. cit. , pp. 55 y ss. siempre había tenido una gran sensibilidad para el espacio y el lugar, postulando la idea de espacios cargados de cualidades significantes que hacen a la ubicación del hombre en el mundo; y la de la biología, con su idea, presente en Deleuze y Guattari y que tan bien grafica Giorgio Agamben a partir del biólogo Von Uexküll, de la pluralidad de espacios paralelos e incomunicados, formados por una miríada de marcas portadoras de significados que conecta a los especímenes de una especie entre sí y con el ambiente. 15 Dos ideas que la “antropología de la modernidad” de Bruno Latour viene a reunir y formalizar como una doble salida del mundo moderno, hacia atrás y hacia fuera. Pero conviene no olvidar que la cultura arquitectónica, con sus peculiares maneras de andar a destiempo (o, mejor, en sus propios tiempos), tam- bién venía acompañando por su cuenta todo ese movimiento a partir de los generalizados cuestionamientos al paradigma mo- dernista surgidos por lo menos desde la segunda posguerra. Me refiero a los enfoques de matriz antropológica con que comienza a ser pensado el mundo habitado, tanto en los estudios proxé- micos de Edward Hall (un clásico en la formación en arquitectura durante los años sesenta y setenta) como en las recuperaciones de la arquitectura vernacular de Rudofsky o en las propuestas de participación popular de John Turner; tanto en las experiencias de apropiación antiutilitaria de la ciudad llevadas a cabo por el situacionismo en París en los cincuenta y sesenta, como en los estudios morfológicos propuestos por Kevin Lynch en California por esos mismos años, en que la ciudad era pensada como una yuxtaposición de territorios polisémicos, múltiples y proliferantes. Ver todo ese despliegue sobre el territorio de la cultura arquitec- tónica y artística en momentos tan tempranos del siglo XX lleva a pensar que quizás el que está un poco a destiempo es Jed Mar- tin, que se mueve como un artista híper contemporáneo, pero es trabajado sin que aparente advertirlo por temas que vienen siendo contemporáneos desde varias décadas atrás. Aunque qui- zás esa multiplicidad, esa aparición de formas y problemas como capas de tiempo que se sobreponen en una sola novela como un corte estratigráfico del territorio, sea una buena definición de “nuestro tiempo”. 15 Ver especialmente el capítulo “Umwelt” de Agamben, Giorgio (2002). Lo abierto. El hombre y el animal . Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2006.

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